Las Tunas.— No es casualidad que en sus más recientes visitas a la provincia, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; y el vicepresidente Salvador Valdés Mesa hayan visitado el polo viandero Melanio Ortiz.

El enclave productivo extiende sus aspiraciones de contribuir a la soberanía alimentaria mediante sus cultivos en las demarcaciones de Las Tablas-Feijó, en el sureño municipio de Jobabo. Por ello está llamado a proveer de alimentos a sus coterráneos y a aportar a la alimentación de los residentes en la capital provincial.
Los potenciales beneficiarios, convocados por la Central de Trabajadores de Cuba y los sindicatos, encabezados por las máximas direcciones del Partido y el gobierno en la provincia, suman sus esfuerzos a la recuperación en jornadas de trabajo voluntario todos los fines de semana.
Históricamente Jobabo fue uno de los de mejores rendimientos en la actividad agrícola en Las Tunas; sin embargo, con el discurrir de los años el marabú se adueñó de una gran superficie.
Sacudir el desencanto
El impacto de la COVID-19, la crisis económica, las limitaciones de todo tipo y un poco de la desidia e inconsistencia que laceran proyectos de trascendencia para el país, florecieron en las fértiles tierras.
Los agricultores fueron presa del desaliento: “Aquí hubo un movimiento fuerte que decayó entre los productores”, dijo hace ya algún tiempo Ramón Rodríguez Rondón, vicepresidente de la cooperativa de créditos y servicios Osvaldo Figueredo, y argumentó: “Ahora hemos visto un despertar, nos han convocado a recuperarlo y lo estamos logrando”.
El movimiento político Tarea de grandes, que promueve la dirección del Partido en la provincia, y las bondades de los suelos, sustentan el cambio. Los campesinos agradecidos por el apoyo y el interés institucional son protagonistas de la renovación.
Todo comenzó con la implementación de una nueva forma de gestión de la tierra y los recursos, que establece la colaboración de la empresa estatal con usufructuarios, bajo el precepto de que comercialicen sus producciones con el Estado.
El surgimiento de esos grupos responde a las 63 medidas aprobadas a nivel nacional para incentivar la producción de alimentos y estimular con ingresos los resultados del trabajo, aunque no se generaliza con la rapidez necesaria.
El proyecto Resiliencia Climática en Ecosistemas Agrícolas de Cuba, del que es beneficiario Jobabo, integrado a la estrategia de desarrollo local, ha puesto también su granito de arena y alimenta las expectativas de transformación con la entrega de módulos contentivos de tractores, máquinas de desbroce de marabú, pipas, motomochilas y sembradoras que ayudan en la batalla por “destronar” al marabú y por lograr la sostenibilidad de las áreas liberadas de la planta invasora.
La transformación
Como parte del ambiente renovador es favorable el estado de ánimo reinante y prima la confianza en que el municipio tiene en estos momentos una situación positiva.
Yoenia Martínez Escobar, jefa del colectivo de la unidad, no oculta su optimismo con las acciones que acometen para rescatar áreas de suelos fértiles y con potencialidades reales de producir cantidades significativas de cultivos varios, especialmente viandas.
Los trabajadores piensan que todo puede ser mejor y con ese propósito mueven y cultivan la tierra, a pesar de que el estado de la maquinaria no es el óptimo, porque faltan piezas de repuesto y combustibles.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo (Universidad de Oriente, 1986), máster en Ciencias de la Comunicación (Facultad de Comunicación Universidad de La Habana, 2010). Inició como colaborador (1999) y desde el 2008 es corresponsal de Las Tunas. Profesor adjunto de la Universidad de Las Tunas con categoría de asistente. Cumplió misión en la República de Haití (2000) y en la República Bolivariana de Venezuela (2018-2021). Es colaborar del Periódico 26 y de la emisora provincial Radio Victoria.