Fuego en el alma

Fuego en el alma

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Hay días grises para Bárbara de la Caridad, pues por esta fecha de abril, en 1972, perdió a su padre, víctima de uno de los sabotajes a la Refinería Ñico López.

 

En cuanto incendio hubiese ahí estaba mi papá, los vecinos de Obrapía, entre San Ignacio y Mercaderes, en La Habana Vieja lo llamaban el hombre del fuego, aunque su nombre era Oscar Roberto Amezcua.

Papi apoyó cuando una fábrica de colchones cercana al barrio ardió en llamas y luego vino lo de la Refinería Ñico López, estratégico objetivo económico blanco de reiterados atentados en los primeros años del proceso revolucionario.

 

 

El 10 de abril de 1972 como administrador de ese centro socorría un fuego de grandes proporciones suscitado allí mientras incitaba a los trabajadores a abandonar el lugar hasta la llegada del cuerpo de bomberos.

Confesó Bárbara de la Caridad, jubilada del sector educacional.

Quienes lo vieron lo recuerdan en el corazón del incendio, razón por la cual las quemaduras de su cuerpo fueron tan profundas. Murió al cuarto día de su convalecencia, yo tenía diez años y aún recuerdo el rostro de mami; a mis hermanos y a mí no nos dejaron entrar a verlo por el estado tan deplorable en que quedó, incluso ni en la caja.

Le confesó a mi mamá que de no intentar aplacarlo a tiempo se hubiera propagado para los municipios de Regla, Guanabacoa… y quién sabe cuántas familias velarían a sus muertos, prefirió sacrificarse.

 

 

Como cualquier niño me afectó mucho perderlo, imagínese…siempre jugaba con nosotras y nos subía encima de su barriga para contarnos de su participación en la expedición de Cayo Confites, en 1947, llamada así por ser ese islote cubano, al noroeste de Nuevitas, el sitio donde durante varios meses se entrenaron cerca de mil 200 combatientes dominicanos y cubanos que pretendían derrocar a la dictadura trujillista.

Perderlo fue quitarme también a mi maestro; él nos daba clases de forma voluntaria a los alumnos de quinto grado de la escuela Carmen Barinaga, en La Habana Vieja; qué difícil resultó crecer sin su presencia, mami vistió de negro tres años, no soportó el dolor de perder a su gran amor, el sufrimiento la consumió y murió joven con 49 años.

Los autores de este crimen continúan sueltos en Estados Unidos.

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