Tributo al patriota cubano en el 189 aniversario de su nacimiento

José de los Dolores de la Encarnación Poyo y Estenoz nació en La Habana el 24 de marzo de 1836. Bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad, sus padres Antonio Poyo y Saavedra y María de los Dolores Estenoz y Díaz del León también eran habaneros. José Dolores comenzó estudios de Medicina en la Universidad de La Habana, los cuales abandonó para dedicarse al periodismo, trabajaba en La Gaceta de la Habana al producirse la sublevación independentista de Yara.
Por sus ideas liberales fue señalado como separatista; informado por un amigo de que había sido dictada una orden de arresto contra él, salió secretamente del país, junto con su familia, hacia Cayo Hueso. En aquella localidad, luego de meses de penurias, logró desempeñarse como lector de tabaquería en la fábrica de Martínez Ibor. Su labor patriótica creció sistemáticamente y una de las primeras acciones fue esconder en su casa a Mateo Orozco, el cubano que el 31 de enero de 1870, ajustició en el Hotel Russell House al periodista español Gonzalo Castañón y Escarano; la supuesta profanación de la tumba del hispánico fue el motivo que luego desencadenaría el fusilamiento, en Cuba, de ocho estudiantes de Medicina.
En Cayo Hueso, Poyo desarrolló una labor admirable. En 1869 fundó y lideró el primer club de organización definitiva, radicado en la fábrica de tabaco de Martínez Ibor que llevó el nombre de Asociación Patriótica de Cayo Hueso; y en 1870 quedó organizado el Club Patriótico Cubano de Key West, donde fue elegido contador. En esa misma línea inauguró el Ateneo Democrático Cubano, fundó La Liga Patriótica, la Orden Cosmopolita del Sol, la Convención Cubana y otros clubes cubanos y colaboró en la creación del Club San Carlos, la casa del pueblo cubano en el Cayo.
Su inquietud periodística la desarrolló en pequeñas publicaciones, costeadas por su propio sueldo; luego colaboró en El Republicano, primer periódico fundado por los cubanos en Cayo Hueso, dirigido por Juan María Reyes (Nito), donde llegó a ser editor. En 1878 fundó el periódico La Luz de Yara, que luego se llamó El Yara. Al crearse el Partido Revolucionario Cubano, este diario pasó a ser su vocero en aquella localidad. Asimismo, Poyo fue fundador del Partido Revolucionario Cubano, del que siempre fue elegido presidente del Cuerpo de Consejo de Cayo Hueso, labor que simultaneaba con la de cónsul del Perú en aquella localidad.
Se conocen 37 cartas escritas por Martí a Poyo; en la primera, de fecha tan temprana como el 29 de noviembre de 1887, lo saluda como distinguido compatriota y ya destaca «al que aun en los tiempos de menos fe entre nuestros compatriotas ha sabido mantener viva la suya, y comunicar su aliento a los desesperanzados». De la misma forma, señala que mucho tiempo han perdido por la falta de preparación; se excusa por la extensa epístola y hace un guiño a la amistad: «Noto que, con la confianza que su amor patrio me inspira, he dejado correr la pluma con más extensión de lo que autoriza una primera carta; ¿pero el sangrar juntos de una misma herida, no ha de hacer a los hombres sinceros súbitamente amigos?».
Años después, consolidada la amistad, le corresponde desde Nueva York el 5 de diciembre de 1891 y lo saluda: «Mi amigo y compatriota estimado». Le agradece Martí un decoroso suelto publicado en El Yara y le dice que arde en deseos de ver el Cayo con sus ojos. Es en esa epístola donde aparece la frase conocida: «Es la hora de los hornos, en que no se ha de ver más que la luz». Elogia a los hombres del Cayo y dice que es su sueño que cada cubano sea un hombre político enteramente libre, y obre en todos sus actos por sus simpatías juiciosas y su elección independiente, sin que le venga de fuera de sí el influjo dañino de algún interés disimulado.
José Martí cumplió su deseo y visitó Cayo Hueso por primera vez el 25 de diciembre de 1891, allí estaba Poyo, junto con José Francisco Lamadriz y otros cubanos, para recibirlo con un fuerte abrazo. Al día siguiente Martí enfermó de Broncolaringitis, asistido por el doctor Eligio Palma y Fúster, recibió de inmediato los cuidados de Poyo, Lamadriz y de Fernando Figueredo; por el estado de salud de Martí se suspendió el acto del 27 de diciembre donde estaba prevista su intervención. El 30 de diciembre, recuperado de su enfermedad, los trabajadores de la fábrica de tabacos de Eduardo Hidalgo Gato disfrutaron del verbo encendido del Apóstol, al finalizar el acto le obsequiaron un álbum con pensamientos patrióticos escritos por los obreros.
Al despedirse de Martí, Poyo exclamó: «Vamos a ayudar a este hombre; ofrezcámosle nuestra ayuda patriótica y nuestro concurso». El 18 de septiembre de 1893 Poyo y Fernando Figueredo envían cablegrama a Martí donde rinden cuenta del crecimiento patriótico y la efervescencia revolucionaria que se vivía en el Cayo: «Soberbio meeting. Entusiasmo indescriptible. Fe inquebrantable obra Partido. Resoluciones magníficas. Saludo cordial emigración». Concluida la guerra Poyo retornó a La Habana donde solo encontró trabajo como vigilante nocturno de la Aduana. Poco después ocupó la dirección del Archivo Nacional de Cuba hasta su fallecimiento el 26 de octubre de 1911.
La simpatía de Martí por Poyo se evidencia en múltiples frases epistolares que evidencian su afecto: «Amigo querido», «Poyo querido», «Amigo mío», «Véame con cariño», «Ni un instante más tengo, y empleo el último en darle un cariñoso adiós», «Y crea que es grande y muy grato el cariño que le tiene, después de haberlo visto tan de cerca», «Su amigo cariñoso», «Séale, aunque pobre, como saludo de año nuevo, la certidumbre de que en sus tristezas de honradez le acompaña, como un hermano, su Martí». Esta amistad estuvo coronada por la hermosa dedicatoria que le hiciera el Apóstol, en una fotografía, autografiada en Cayo Hueso el 16 de mayo de 1893: «El pundonor de Cuba se hizo hombre, y se llamó José Dolores Poyo: a su virtud, a su talento, a su elocuencia, a su corazón, dedica este tributo, su hermano, José Martí». (Tomado de Raoul Alpízar Poyo. Cayo Hueso y José Dolores Poyo, Imprenta P. Fernández y Cía, La Habana, 1947.)
Acerca del autor

Dr. C. Ricardo Hodelín Tablada*
Médico e Investigador histórico. Doctor en Ciencias Médicas. Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Neurocirujano del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente “Saturnino Lora”. Santiago de Cuba. Miembro de la Uneac, de la Unhic y de la Scjm.
Excelente escrito. Felicito a su realizador. Realmente se conoce muy poco de esa parte de la historia de Cuba