Este 4 de marzo Silverio Ruiz Sáez, Guanabacoa, como le llaman sus compañeros de labor en el Puerto de La Habana, no estibó ninguna carga traída por alguno de los pocos buques que hoy llegan a esos muelles, sino que compareció como testigo en la vista judicial que el Tribunal Popular de la capital cubana realizara allí para explicar una vez más detalles del muy aborrecible sabotaje perpetrado 65 años atrás contra el vapor francés La Coubre.

Como testigo, Silverio expuso sus razones en el acto de recordación a las 101 víctimas del crimen, perpetrado ―como comprobado está― por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). “Cuando la explosión yo solo tenía 4 años de edad y vengo en representación de mis compañeros, tanto de los fallecidos como de los sobrevivientes, en quienes quedó para siempre el impacto de las explosiones aquella fatídica tarde”.
Y entonces habló de las historias que le fueron narrando aquellos que milagrosamente salvaron sus vidas aquel día, relatos que fueron curtiendo el ímpetu del entonces joven dirigente sindical, y hoy ya acogido a la jubilación.
A Guanabacoa siguieron otros, incluida una anciana, viuda por demás de una de las víctimas, e hijos de trabajadores del lugar muertos o desaparecidos por los efectos de la mortífera carga, personas que crecieron sin la guía de sus padres o esposo, aunque “siempre atendidos, cuidados por Fidel y Celia, por esta Revolución que tenemos que cuidar”, como afirmara uno de los ponentes.
También asistió como testigo el Teniente Coronel Pedro Echeverry Vázquez, Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, quien explicó detalles fundamentales de las pesquisas demostrativas de cómo fue urdido el macabro plan del gobierno de Estados Unidos.

“El principal beneficiado de que Cuba no se armara ―dijo el experto― era, y es, el gobierno de Estados Unidos a fin de hacerle más fácil sus intenciones de desaparecer la Revolución. Habría que ser muy ingenuo para no estar convencido que fue un sabotaje, un acto terrorista”.
Con un fallo inapelable ante la historia, el Tribunal condenó al Gobierno de Estados Unidos en el denominado Juicio Antimperialista por la explosión del vapor La Coubre el 4 de marzo de 1960, acción que provocó la muerte de 101 personas, entre ellas 6 marineros franceses, 33 personas desaparecidas y más de 400 heridos producto de las dos explosiones.

El acto, sencillo, solemne, en el mismo lugar de los hechos, y devenido en juicio, estuvo encabezado por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez, por los miembros del Buró Político del Partido Roberto Morales Ojeda, jefe de su Departamento de Organización y por Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro, y por otros dirigentes políticos y gubernamentales. Entre los asistentes también familiares de los caídos 65 años atrás.
Vivencias son vivencias.
Y como si fuera hoy al evocar el odioso acto de agresión terrorista contra Cuba. Por ello una nación tiene el pleno derecho a defenderse por todos los medios e incluso el de las armas. Cuando se convocó a la ciudadanía a recaudar dinero con el fin de la adquisición de armas. Mi familia aporto dinero, al igual que otros vecinos del barrio. Como constancia de esta contribución se entregaba una plaquita metálica en colores rojo y negro (color del movimiento 26 de Julio), donde se inscribía lo siguiente : En esta casa apoyamos la Revolución.
La continuidad de los eventos después de la Coubre, confirmaron lo justo y útil de la presencia de espíritus ante los desafíos venideros.
«Hay que aprender a recordar, lo que las nubes, bien pudieran olvidar».
Cuanta razón en la voz de mis Honorables Mayores.
Un saludo cordial