Azul, es el título de la exposición de José Omar Torres (Matanzas, 1953), colateral a la XV Bienal de La Habana, abierta al público en los Estudios Abdala, en la Calle 32, entre 5ta y 3ra, en la barriada capitalina de Miramar.
Este proyecto está recreado en el poema Azul es la utopía, del Premio Nacional de Literatura 2024, Waldo Leyva Portal, el cual asimismo está inspirado en la obra homónima de este artífice. El prestigioso pintor, dibujante, grabador y escultor seleccionó ese texto del también escritor, periodista y diplomático para incluirlo en el catálogo a modo de palabras centrales por su sentido crítico e interpretativo: “La utopía es azul. La mancha roja/ que brota de las piedras de la orilla,/ tiene la vocación de la semilla/ y revienta en la luz. Quien la recoja,/ quien coseche los frutos de su empeño,/ quien vea en ese azul, no lo imposible,/ sino el triunfo real y predecible/ que late en la esperanza y funda el sueño;/ quien pueda ver, repito, en la utopía,/ no el fugaz horizonte que se aleja/ y nos lleva a un vacío irreparable,/ descubrirá en el lienzo la poesía/ que triunfa del fracaso, y que nos deja/ una razón de vida perdurable”.
El poeta revela, con precisa lirica¸ algunos de los elementos compositivos que caracterizan los cuadros incluidos en la muestra; pinceladas que ofrecen al espectador disimiles lecturas que, como “triunfo real y predecible”, nos introduce a un cosmos “que late en la esperanza y funda el sueño”.

Los estudios de grabaciones Abdala S.A., una compañía perteneciente al Ministerio de Cultura, durante la XV Bienal de La Habana destinó uno de sus espacios a exposiciones sobre las artes visuales, empeño que comenzó con una exhibición del artista Sandor González y continúa, hasta el venidero mes de marzo, con esta propuesta de José Omar, quien explicó que “desde el pasado año venía preparando una muestra para la galería Habana Collage. Al cabo de meses trabajando invité a la amiga y excelente curadora Marilyn Sampera, así como a otros artistas, para confrontar el trabajo y todos coincidieron al plantear que en el conjunto producido había dos exposiciones, dos discursos.
“Ante eso —agregó— y una demora por razones ajenas, determiné hacer esta muestra colateral a la Bienal con las piezas que eran una continuación de mi obra anterior. Por otra parte, al leer la antología de Waldo Leyva veo el poema Azul es la utopía, el cual dedica a una de mis obras, y ese fue el motivo que finalmente me decidió a hacer esta muestra que es una propuesta a la esperanza, al porvenir. Así la concibo en un momento tan difícil como el que enfrenta nuestro país. Con tal fin tuve la propuesta de Josué García y de Iván Soca para realizarla en este espacio, que es una unión de creación de música y plástica”.

Vale apuntar la evidente influencia que ejerce la música en el arte figurativo, abstracto y abstracto-figurativo de Torres, cuyo acto creativo tiene cierta similitud con la composición rítmico-sonora, ya que esta abstrae el sonido de las notas musicales sin imitar la realidad concreta; y su obra —como la de todos los abstractos— busca separarse del mundo verdadero en busca del arte puro. De hecho, cuando se escudriñan los trabajos de este maestro se observa, además, una armónica conexión entre sus pinturas y la música, la cual, asimismo, inspira sus proyectos portadores de sensaciones y emociones en las que el uso de los colores desempeña un papel determinante en el discurso iconográfico.
Él logra exteriorizar su mundo interior para transmitir sentimientos y emociones perfilados en las líneas, las formas y los colores, amén de entremezclar figuras geométricas con libres relaciones entre aquellas. Asimismo, en sus creaciones se fusionan otros tipos y corrientes que exploran diversos perfiles de expresión del arte abstracto, como las líneas curvas, que suelen representar movimientos naturales y formas sinuosas, evocando sensaciones de delicadeza y fluidez; además de elementos correspondientes al arte geométrico mediante el uso de líneas rectas y figuras equilibradas y ordenadas; y el arte intuicional que exige del espectador, en su interpretación, de la intuición y la sensibilidad.

En pleno siglo XXI, el arte abstracto perpetúa su existencia y continúa retando las convenciones artísticas; de modo tal que, amén de explorar disímiles técnicas, corrientes y conceptos, ha ascendido a nuevos niveles de creación. En tal sentido, este artista combina elementos del abstraccionismo y el expresionismo (arte gestual), poniendo énfasis en la pincelada para transmitir energía y movimiento a través de trazos enérgicos y espontáneos; a la vez que pueden corroborarse rasgos del arte minimalista, tanto en la simplicidad como en la reducción de todo lo superfluo hasta llegar a la esencia más pura.
Pero tal vez el mayor peso narrativo de las piezas incluidas en Azul, se encuentra en un cromatismo visual, vibrante y atractivo, que puntualiza emociones y sensaciones derivados de diferentes combinaciones cromáticas; entre las que sobresale el color azul, cuyos significados abarcan la inteligencia, la confianza, la seguridad, la serenidad, la comunicación, la lógica, la reflexión y la calma, atributos presentes en gran parte de estas obras, realizadas con acrílico sobre lienzo.


La apertura de la exposición devino espectáculo de altos quilates que contó con las actuaciones de los compositores e intérpretes Augusto Blanca, también pintor, escenógrafo, actor teatral y fundador del Movimiento de la Nueva Trova; y Rochy Ameneiro, considerada por la crítica como una de las cantantes más rigurosa de Cuba; además del guitarrista, compositor, director y productor musical, Dayron Ortiz; y el multi-premiado pianista Rodrigo García. El encuentro igualmente se engalanó con la presencia de Waldo Leyva, quien leyó algunos de sus textos, incluyendo el ya mencionado poema Azul es la utopía.
Buena oportunidad para disfrutar del excelente quehacer de una de las figuras más sobresalientes dentro del variopinto entretejido del arte contemporáneo insular; muestra de culto en la que asimismo sobresale un sólido magisterio en el dibujo.