El país atraviesa por una compleja situación financiera por la falta de divisas, debido, en lo fundamental por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los enemigos del Norte, más ahora, cuando el presidente Donald Trump vuelve a hacer suya la Casa Blanca y firmó una serie de decretos, revocando 78 de las políticas de Joe Biden.

Visto el hecho, como esperábamos, toca, previendo otras “locuras” de ese “personaje”, evaluar en cada colectivo las reservas internas, en busca de crear riquezas, producir alimentos, exportar, sustituir importaciones, asegurar ingresos mayores, y usar de forma racional el presupuesto asignado.
De hacerse, pasarán de soslayo frases recurrentes al analizar por estos días el Presupuesto de Gasto, hablo de: “No incluyeron en el plan…”; “Esa partida no tiene dinero y habíamos analizado…”; “En el epígrafe de Salario no está el pago a… y el año pasado con quedamos cortos por…” y otras escuchadas.
Algunas les asisten la razón, teniendo en cuenta lo cíclico de este proceso, desde la capacitación, realización del anteproyecto, la presentación, información y análisis del plan de la economía, y el seguimiento a los planteamientos, según expresó Nelkys Lopetegui Castillo, miembro del secretariado de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), al frente de la esfera de asuntos económicos, en el Municipio Especial.
Tales inquietudes “brotan” porque debió tenerse en cuenta sus criterios y propuestas de soluciones, para cumplir con la palabra empeñada de cumplir los planes técnicos económicos.
Sus “dudas” o ceños fruncidos, tal vez sean, porque hicieron suyo, con objetividad, la planificación de los dineritos, donde no solo estuvieron los directivos, personal económico y administrador, sino que, en ese encuentro, sumaron otras sillas para crear un diálogo propositivo de alternativas, teniendo en cuenta la disponibilidad real de recursos materiales y financieros existentes.
Así evitarían “dolores de cabeza”, una vez aprobado lo solicitado, muchas veces no ajustado a las cifras por las propias dificultades latentes, para poder desagregar con coherencia y se parezca a lo «ideado» a partir de los recursos dispuestos, con los cuales la masa laboral debe hacer malabares para ingresar más, gastar menos y evitar sobregiros en el presupuesto.

Y sí que le asiste el derecho, porque esta etapa de planificar debe caracterizarse por tener los pies y los oídos pegados a la realidad, esa cargada de obstáculos de todos tipos.
Lo planificado debe ser alcanzable, sin violar la misión de la entidad, además de analizar el comportamiento retrospectivo de los planes de unidades físicas, exportación, de venta, utilidades o pérdidas, sin dejar de darles una mirada, también propositiva, a qué hacer para sustituir importaciones de las materias primas empleadas y cómo encadenar el proceso productivo con nuevos actores económicos para diversificar los ingresos.
No puede quedar en letra muerta lo gastado por concepto de fondo de salario, el promedio de trabajadores, la productividad por obrero, los recursos materiales, energéticos y financieros para «apretar» el cinturón y cumplir.
La «lupa» planificadora debe hurgar en cuánto más hacer «latir» las reservas para alcanzar utilidades y florezca la estimulación moral y material a trabajadores y colectivos.
De cumplirse bien el diseño de los dineros, ante lo cual la sección sindical debe proponer acciones, no faltará respaldo numeral en partidas y epígrafes destinadas al aseguramiento alimenticio, mejorar las condiciones de trabajo, vida y de los equipos y medios de seguridad y protección.
Se impone meditar en salir de la zona de confort cuando de planificación se trate, solo así seguiremos bajándole una raya a los gastos, obtendremos mayores ganancias, mejorarán los indicadores macroeconómicos, tendremos equilibro monetario y respaldaremos la actividad económica y demás aristas que el latir obrero dijo antes.