Cargando...A las 9 en punto de la noche fue la cita. Dentro del teatro Karl Marx no se sintió el cañonazo, pero sí rompió a la par la música de la banda-orquesta del venezolano Omar Acedo y dos minutos más tarde, Israel y Yoel salieron de blanco y en tenis a un escenario que ellos han repletado decenas de veces y al que volvían en este inicio del 2025 para concluir la gira Amigos Tour. Desde el primer acorde de Arsenal supimos que sería un concierto diferente y lo fue.
El tono subió a medida que los 5 mil espectadores encontraron una propuesta diferente (para muchos sorpresiva) que abarcó no solo arreglos espectaculares de los músicos venezolanos a canciones como Pataki de Libertad, Intimidad, Locos de Amor, Nalgas, Nacimos ángeles, Siembra o Miedos, sino también un componente de espectáculo en el que la iluminación precisa y bella, el audio perfecto sin estridencias y una escenografía sencilla, pero muy bien pensada hicieron de las dos horas y 15 minutos una verdadera fiesta para soñar, llorar, pensar, bailar, extrañar y lo más importante: divertirse y salir felices.
La manera en que Omar Acedo irrumpió en la vida artística del dúo Buena Fe quedó más que clara. Se enamoró de las letras, de la melodía y sobre todo de los sentimientos de estos artistas cubanos. Por eso alternaban canciones de cada uno, con salsa, merengue, calipso y como si fuera poco, rindieron homenaje a Alí Primera y a Silvio Rodríguez, dos íconos inspiradores de la música que Acedo y Buena Fe defienden en tiempos donde otros ritmos y letras intentan sepultar, acompañado por una maquinaria mediática impresionante, el legado musical que nos trajo hasta aquí.
También hubo tiempo para un homenaje a Benny Moré, a Oscar de León, para ver cantar a Israel la clásica Dos Gardenias de Isolina Carrillo o la siempre sabrosa El cuarto de Tula; en tanto Omar nos regalaba Woman del Callao, que popularizó Juan Luis Guerra, pero su autor es el venezolano Julio Delgado Prieto.
Y cuando parecía que ya no habría en la producción más nada que estremeciera, entró entonces a escena la banda de Buena Fe, y llegaron las infaltables de su repertorio: Catalejo, Pi 3,14 y No juegues con mi soledad. Antes habíamos coreado Cada País (esa obra monumental que solo recuerda como sentencia: «… nunca te irás del todo») y alimentado esa complicidad de padres desde la voz de Yoel y su Mía, una de esas composiciones que uno se pregunta por qué no la pude escribir yo.
La hermandad vivida en esta gira, que tuvo 12 conciertos en tierra venezolana, se trasladó en palabras de Acedo: «estos son mis gallos, mis amigos»; y en recuerdos de Israel: «nos propuso esta locura y ahora somos dos locos amigos para siempre». Cuba y Venezuela. Pop y salsa. Trova y merengue. Fusión y creatividad. Producción de lujo. Noche para haber grabado como otro de esos conciertos inolvidables de Buena Fe, ahora con la magia y la química de Omar Acedo, quien no se cansó de repetir en toda la noche que aquí, en La Habana, encontró al amor de su vida y la Buena Fe de sus amigos .
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.
