Como un energizante que nos pone en movimiento llega la vida cotidiana, ese cúmulo de actividades que acostumbramos a ejercitar de manera común, con sistematicidad y las convertimos en rutina.
Con ellas satisfacemos o tratamos de satisfacer necesidades sicológicas, materiales y espirituales de modo específico según el interés individual y estilo de vida de cada quien.
Si echamos una breve mirada a lo que transcurre en una ciudad, pueblo, barrio u otros espacios públicos, hallamos a simple vista las más disímiles aristas de la vida cotidiana que serían innumerables para incluir en pocas líneas.
En ese entorno urbano tenemos el ir y venir de transeúntes por avenidas, calles y plazas. Algunos van hacia su centro laboral o de estudio mientras otros se encaminan a gestiones y asuntos muy personales; hay quienes ofertan productos como trabajadores por cuenta propia y no faltan aquellos que optan por darse “una vuelta” para ir de compras en la medida que le permita su economía personal.
Cabe incluir, a su vez, a los que aprovechan el momento y optan por tomar un paseo como esparcimiento e incursionar por donde hace mucho tiempo no pasan o “descubren” una nueva opción.
En resumen, todo eso y mucho más es tan solo una parte del día-día de lo que usualmente llamamos vida cotidiana.
Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.