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Cargando...El 27 de diciembre de 1914 nació en La Habana Fernando Alonso, una figura indispensable en la historia del ballet cubano e internacional. A 110 años de su nacimiento, su legado como fundador del Ballet Nacional de Cuba (BNC) y creador de la escuela cubana de ballet sigue siendo un referente en el ámbito artístico. Su genio pedagógico y su compromiso con el arte y su país marcaron una revolución en la enseñanza del ballet, transformándolo en un fenómeno cultural profundamente arraigado en la identidad cubana.
Fernando, junto a su esposa Alicia Alonso y su hermano Alberto Alonso, fue un pilar fundamental en la creación del BNC en 1948. Esta institución no solo consolidó el ballet en Cuba, sino que lo internacionalizó, alcanzando niveles de excelencia que han sido reconocidos en los escenarios más prestigiosos del mundo. Su colaboración con Alicia, una de las más grandes bailarinas del siglo XX, fue clave para forjar un estilo único que fundió la técnica clásica con un sello distintivamente cubano.
El aporte más significativo de Fernando fue la concepción de un método pedagógico innovador que dio origen a la escuela cubana de ballet. Este enfoque integró elementos técnicos universales con las características anatómicas, culturales y rítmicas del bailarín cubano, permitiendo desarrollar intérpretes de extraordinario virtuosismo. La escuela se convirtió en un modelo de formación que ha sido replicado y admirado en múltiples países.
Más allá de su labor como pedagogo, Fernando Alonso se destacó por su compromiso con la cultura nacional. Su visión trascendía el arte por el arte; concebía el ballet como un vehículo de transformación social. Bajo su liderazgo, el BNC democratizó el acceso al ballet, llevándolo a comunidades rurales y ciudades de todo el país, rompiendo con la idea de que este arte era exclusivo de élites sociales.
Su labor docente trascendió las fronteras de Cuba. Como maestro invitado en múltiples compañías internacionales, Fernando transmitió su conocimiento a generaciones de bailarines y maestros que perpetúan su legado. Su capacidad para identificar y cultivar talentos extraordinarios marcó a figuras icónicas.
Figura fundamental en la consolidación del Ballet de Camagüey como compañía de proyección internacional, el maestro Alonso recibió numerosos reconocimientos a lo largo de su vida, como el Premio Nacional de Danza en Cuba y la Orden Félix Varela, por su invaluable contribución a la cultura cubana. Sin embargo, su mayor legado es intangible: una tradición artística viva, representada por miles de bailarines que llevan su enseñanza como un estandarte en los escenarios del mundo.
A más de una década de su fallecimiento en 2013, el recuerdo de Fernando Alonso permanece indeleble en la historia del ballet. Su pasión, dedicación y visión revolucionaron no solo el arte del movimiento, sino también el lugar de la danza en la sociedad cubana.
