El almanaque vuelve marcar en el día 6, y en mis apuntes de un mes atrás rememoro la terapia del Ciro Redondo de Artemisa, donde evacuaron —camilla abajo desde el tercer piso— a tres pacientes graves ventilados, mientras el cristal del ventanal y los yesos destrozados del falso techo, caían sin rumbo. ¡Qué valor! pero, ¡todos a salvo!, Esa fue mi primera y más valiosa nota.
Después otras. Sin servicio de electricidad los 204 292 clientes de los 11 municipios, con afectación en los 8 393 bancos de transformadores, colapsada las comunicaciones, el servicio de agua potable solo en el 15,7 por ciento del pueblo, obstruidas las arterias principales, afectadas 119 instituciones de Salud, en 107 de Cultura y casi la mitad de las escuelas, más 311 000 metros cúbicos de masa forestal y de 16 000 hectáreas de cultivos.
Y entre otras cifras —las más alarmantes— desde ese entonces se resumen en 21 027 familias damnificadas, de ellas 1 397 sin su casa, derrumbes totales que desarman el alma, pues aún comparten cobija y seguridad en centros de evacuación o en facilidades temporales.
Ni los 30 días ni sus 24 horas desde aquel 6 de noviembre que nos removió hasta los cimientos, nos han sido suficientes; sin embargo, esta no es la misma Artemisa que nos dejara el huracán con sus rachas de viento superiores a los 200 kilómetros por hora, esta tierra —un mes después— regresa a la normalidad.
Regresa con el 99.75 de los artemiseños con electricidad, restan 503, al cierre de este jueves, de ahí que se despidieron con la gratitud oportuna y la Bandera Proeza Laboral a los 18 contingentes de la Unión Eléctrica, pero Santi Spíritus, Villa Clara y Ciego de Ávila, aún permanecen con 12 rotaciones en áreas residenciales y centros laborales, aún sin servicio desde aquel miércoles.
Acueducto logró impactar con grupos de emergencia para subir agua potable hasta plantas altas, y aunque ahora el parte describe fuentes de abasto afectadas, del huracán son mínimas las huellas. Sucede así con Etecsa, atiende individualidades, mientras ya la torre de Onda Media estabiliza su señal.
Las escuelas encontraron alternativas, pero diciembre debe ser otro huracán para devolverlas, también así se debe trabajar en las viviendas, a donde llegaron arquitectos y especialistas de las Oficinas de Trámites, delegados de circunscripción, trabajadores sociales, pues ayudar se convirtió en slogan en la geografía occidental de la isla, pero no se avanza lo deseado en su recuperación.
Hoy el Consejo de Defensa se desactiva a todas las instancias, sin embargo el compromiso de tramitar, resolver, recuperar… se mantiene en quienes, sin estar de verde olivo, desde los Grupos Temporales de Trabajo, no dejaran a un lado su responsabilidad con Artemisa y los artemiseños.
Si después de la tormenta, llega la calma, como versa el refrán, aquí no llegó. ¡No llegará la calma!, anoté en mi agenda aquel 6 de noviembre, pero estábamos todos, sin lamentar de vida alguna, y por ello a un mes, volvemos a la normalidad con mucho por hacer, pero con las lecciones de lo mucho hecho, con el sudor de los de aquí y los de allá, en una Artemisa que reafirma la unidad de Cuba, pues juntos somos más.