Sancti Spíritus ostenta indicadores de primer mundo en cuanto a la mortalidad infantil, la supervivencia del niño con bajo peso al nacer y en estado grave. Al cierre de estas líneas, la provincia registraba una tasa de mortalidad infantil de 3,1 por cada mil nacidos vivos, la menor del país.
Más que un hecho fortuito, esos parámetros marcan tendencia en el territorio con índices estables desde hace varios años a pesar de las complejidades asociadas a las carencias materiales. Constituye además, una de las motivaciones para celebrar en la tierra del Yayabo el acto nacional por el Día de la Medicina Latinoamericana el 3 de diciembre.
La interrelación de la atención primaria —en la que se ejecuta más del 95 % de las acciones del Programa Materno Infantil— y el desempeño de excelencia de las terapias intensivas neonatal y pediátrica son imprescindibles para asegurar la supervivencia y el desarrollo saludable de los infantes, refirió el doctor Francisco Fernández Quintero, director provincial de Salud.
Un tren de amor por la vida
La estabilidad en los principales indicadores y el perfeccionamiento constante distinguen al Servicio de Neonatología Provincial de Sancti Spíritus. Ubicado en el área del materno en el Hospital General que lleva el nombre de Camilo Cienfuegos, el colectivo hace gala del compañerismo, la transparencia y la consagración a la profesión.
La atención al recién nacido centrado en la familia, máxima responsable del cuidado de su bebé, y el empleo del ultrasonido como el quinto elemento del examen físico, marcan la diferencia de la Neonatología espirituana, servicio que logra una sobrevida del 98,6 % en este año.
“Los propios neonatólogos realizamos el ultrasonido buscando la parte funcional, sin sustituir el aporte de cada especialidad, sobre todo en pacientes críticos. Somos los pioneros en aplicar ese método en Cuba y nos ha permitido consolidar los resultados”, explicó la doctora Midalis Martínez Barrios, Máster en Atención al Niño, especialista en Primer Grado en Neonatología y jefa del referido servicio.
“Esta profesión es un tren de amor por la vida y los niños. El objetivo central es el recién nacido, dárselo a su familia con calidad de vida y eso se logra con el esfuerzo colectivo”, acotó el Doctor Manuel López Fuentes, especialista de Primer Grado en Medicina General Integral y de Segundo Grado en Neonatología.
Guardianes de la niñez
La Unidad de Cuidados Intensivos Progresivos del Hospital Pediátrico José Martí exhibe indicadores de sobrevida (97,6 % en el servicio y 96,4 % en el menor de un año) que la ubican entre las de mejores resultados de la nación. Eso refleja la calidad de la atención y la entrega e incondicionalidad del colectivo asistencial.
“Asumir esta especialidad conlleva dejar afuera las problemáticas personales y las complicaciones de la cotidianidad y dedicar durante 24 horas total consagración a los pacientes”, asiente el doctor Francisco Felipe Martín, especialista en Segundo Grado en Pediatría y en Medicina Intensiva y Emergencia Médica.
“Este año disminuyeron los ingresos. En cambio, se incrementa la morbilidad de cuadros infecciosos, virales y cirugías complejas”, explicó el intensivista. Mencionó también entre las principales causas de emergencias las complicaciones asociadas a enfermedades respiratorias agudas, las sepsis y las lesiones no intencionales (accidentes).
Desde la experticia por unos 18 años al frente de la terapia intensiva del pediátrico espirituano y miembro de la Comisión Nacional de esa especialidad, Felipe Martín considera la entrega de guardia de la mañana, la tarde y la discusión de cada caso, elementos fundamentales e inviolables en el organigrama laboral de la unidad. “Todo se discute en colectivo. Es un método de trabajo consolidado en el que todos opinamos. De ese análisis sale un manejo y una conducta única para cada paciente”, puntualizó.