Por Julio Miguel Migueles Vázquez, de Cienfuegos
En el corazón de un barrio olvidado, donde la vida parecía haberse detenido y el olor a desechos se mezclaba con la brisa, yacía un vertedero testigo del paso del tiempo, del abandono y la indiferencia durante años. Los residuos se acumulaban alrededor de la antigua cerca colapsada y el lugar se había convertido en un símbolo de desolación. El vecindario lo miraba con tristeza, pero no sabía que, en su interior, latía un sueño compartido por muchos: sustituir ese espacio por una cancha de tenis.
El cambio comenzó cuando un grupo de personas decidieron transformar el entorno y reconvertir el inhóspito paisaje en área con propósitos competitivos, pero también con el objetivo de revitalizar el espíritu comunitario, lo cual se logró después de semanas de arduo trabajo, el apoyo de algunos organismos y la colaboración de los padres y familiares que consiguieron llevar a feliz término lo que parecía sumamente difícil.
Sin embargo, todo lo anterior hubiera sido imposible sin el accionar y el poder de convocatoria del profesor Ariel Rabassa Puerto, protagonista principal de esta historia, quien nunca se detuvo ante los innumerables obstáculos. “Fue una labor titánica para estos tiempos tan complejos y de carencias, algunos pensaron que había perdido el juicio, pero logramos cumplir las principales metas. Juntos se puede vencer cualquier desafío y crear oportunidades para crecer y prosperar”.
Hoy en día la cancha municipal de tenis luego de un gran esfuerzo no solo representa un lugar para practicar deportes, sino también un símbolo de unidad, donde los excelentes resultados deportivos se juntan con el sentido de pertenencia de cada participante para establecer vínculos afectivos entre familias y vecinos.
“El sitio abandonado ha sido sustituido por un punto de encuentro para personas de todas las edades, un lugar donde se fomentan el deporte, la amistad y la superación personal, un faro de inspiración para los demás técnicos y sus instalaciones”.
Los nombres de Melisa Pérez, Keylin Márquez, Naivys María, Branlys Romero, Ronald Sánchez, marcan una época en el deporte crucense. Verlos jugar ante rivales de calidad denota un futuro prometedor y tal vez la vuelta de otras, Yolanda Monzón, Clara Morilla o Titi Alba, otroras figuras relevantes de esta modalidad en la localidad en épocas pasadas.
“La práctica del tenis en el municipio había tocado fondo debido al deterioro del área, la escasez de implementos deportivos, el desinterés de los practicantes y también por la ausencia de técnicos cualificados”, recuerda Rabassa.
Decenas de medallas provinciales y nacionales testifican que el esfuerzo no ha sido en vano. “Llevamos cuatro años consecutivos representando a Cienfuegos en los Juegos Nacionales Escolares en los que hemos logrado ubicarnos entre las tres primeras provincias del país, además de promover atletas a las preselecciones nacionales y eventos internacionales. Desde hace algún tiempo somos punto obligado de muchas visitas, por aquí han pasado la radio, los periódicos y la televisión nacional”.
Bajo el liderazgo de “El Pinqui”, como cariñosamente se le conoce a Rabassa en el mundillo del deporte blanco, se han implementado programas de entrenamiento basados en la aplicación de la ciencia y la técnica que abarca todas las categorías. Esta labor incluye aspectos motivacionales y un enfoque integral que ha dado frutos, con un notable aumento en la cantidad de practicantes que se interesan por esta disciplina y sueñan con alcanzar grandes logros.
Ariel Rabassa representa un paradigma, un faro de inspiración para las generaciones venideras. Su compromiso con el desarrollo del deporte y la comunidad seguramente perdurará en el tiempo y cada vez que uno de sus pupilos logre un aces, un break o un match point nos traerá a la mente que él ha sido un verdadero pilar para la transformación del tenis de campo municipal, rescatando una cancha del olvido y convirtiéndola en un semillero de campeones.