En el ajedrez se dicen pocas palabras. Las justas. No se puede ir por ahí hablando de más si no estás en tu mejor forma y te enfrentas a un prodigio que a los 16 años ya sabe muy bien a lo que juega y que fue bautizado por el mejor jugador de todos los tiempos.
En el campo hay un particular duelo mental, un tablero en el que se miran de frente Yamal y Rabiot. Antes habían hablado Lehmann y Nagelsmann y les tocó tragarse sus alegatos. Ahora lo había hecho Rabiot, al parecer consciente de que Francia exhibiría su mejor cara en la Eurocopa.
Yamal, sin embargo, hace oídos sordos. Abre la defensa francesa y de su bota izquierda sale veneno en comba directo a la cabeza de Fabián, que erra el jaque a Deschamps.
El tiempo corre y la réplica bleu es una acción similar, firmada por el hombre de más elo, a pesar de que no atraviesa su mejor momento. La derecha de Mbappé, despojado de su máscara, le pone el balón en el segundo palo a Kolo Muani, una torre que se eleva por encima de la defensa española y cabecea directo a las redes de la portería custodiada por Unai Simón. España está en jaque con una defensa que luce endeble.
Es ilusionismo: asimilar el golpe y convertir el sacrificio en ventaja. La ofensiva roja empieza a cercar el muro francés. En 10 minutos las piezas de De la Fuente están ubicadas de tal forma que los peones de Deschamps solo intentan contener los caballos y alfiles españoles. La pieza «reina» es Dani Olmo, que hace todo bien, la pelota lo adora porque el 10 no le pesa.
Cinco minutos le toma a España convertir el sacrificio en ventaja. La esférica le cae a Yamal. En frente tiene a Rabiot y sus palabras desafiantes: «Si Lamine quiere jugar la final, tendrá que hacer más de lo que ha hecho hasta ahora». Para cuando acabamos de leer eso el chico ya se comió al francés, que patalea, lo agarra y ve como vuelve a salir de esa zurda bendecida una obra perfecta, que parece muy alta pero que cae como una bomba rozando el palo más alejado de la portería de Maignan, que no puede evitar la igualdad.
«Move in silence. Only speak when it’s time to say checkmate», había posteado Yamal en Instagram antes del juego. «Mueve en silencio. Solo habla cuando sea el momento de decir: jaque mate».
Y aunque técnicamente no lo era, le sabía bien.
La buena vibra está ahora del lado de los ibéricos. Las piezas de Deschamps corren por todo el tablero detrás de Rodri, Fabián, Nico, Navas, Olmo… y al Olmo no se le piden peras, se le piden goles, goles que florecen tras un control otientado marca registrada que retira a Tchouaméni, seguido de un derechazo cruzado que vence a Maignan y que termina por mandar al fondo de las redes la pierna inoportuna de Koundé.
Cuatro minutos para definir todo y dejar a Francia moribunda.
Hablar ahora resulta más difícil. Deschamps sacrifica peones, trata de llegar al final y cambiarlos por una reina, caballos y alfiles. Adentro Griezmann, Giroud, Camavinga y Barcola. Este último exige a la defensa de De la Fuente, que cuenta con Vivian en lugar de Navas, la pieza que ganó a Francia en 2012, el único sobreviviente de la época dorada.
Se le agota el tiempo a Mbappé y compañía. Mientras, Lamine Yamal intenta otro golazo por la escuadra, pero su tiro no baja lo suficiente. Es hora de comenzar a pensar en la exposición de Biología, a fin de cuentas ya España está en la final y él aún no pasa de grado en el «cole».