El Parlamento Europeo (PE) es la única entidad de la Unión Europea que se define por elección popular directa. Entre los pasados 6 y 9 de junio, 360 millones de ciudadanos fueron llamados a elegir a 720 eurodiputados que legislarán hasta el año 2029. Solo algo más de la mitad del padrón acudió a las urnas, debido, entre otras razones, a que la labor de esa institución pasa prácticamente inadvertida hacia lo interno de las sociedades europeas.
En estos comicios participaron candidatos de los 27 países miembros de la UE, con cuotas de escaños definidas según la cantidad de habitantes de cada Estado.
El PE funciona en grupos transnacionales que se organizan de acuerdo a la afiliación política de los diputados, aunque algunos prefieren actuar de manera independiente. Las agrupaciones deben tener como mínimo 23 legisladores.
El análisis de la postura política de los diputados electos ha permitido pronosticar la permanencia de al menos cuatro grupos: el Partido Popular Europeo (PPE), que obtuvo 191 escaños y se consolidó como bloque mayoritario; la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), los Verdes/Alianza Libre Europea (Verts/ALE), y la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (Renew Europe).
La correlación de fuerzas políticas expresadas en estos comicios ha preocupado a observadores y analistas debido al repunte de la ultraderecha en varias naciones.
La investigadora Mariola Urrea Corres, profesora de la Universidad de La Rioja, España, publicó un análisis en el que asegura que en su país se mantuvo la jerarquía de representación política en el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En Francia, Austria, Bélgica e Italia, “la ultraderecha se ha impuesto sin matices, mientras en Países Bajos, Rumanía y Alemania ocupan ya una amenazante segunda posición”.
Reacciones y sorpresas
Apenas supo los resultados, el presidente francés Emmanuel Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó a comicios legislativos que tendrán lugar el 30 de junio. Es una jugada peligrosa con la que busca “frenar el ascenso de la ultraderecha en su país”, tendencia que tiene entre sus rostros más visibles a Marine Le Pen y su partido Agrupación Nacional.
La ola de reacciones alcanzó al primer ministro belga Alexander De Croo, quien anunció su dimisión tras conocer la ventaja obtenida por los partidos de ultraderecha en el PE y en las elecciones federales y regionales organizadas por allí de manera simultánea.
En Alemania, por su parte, instaron al canciller Olaf Scholz a someterse a una “moción de confianza” ante el Parlamento nacional, pues el Partido Socialdemócrata que lidera perdió preeminencia frente a la Alternative für Deutschland (AfD), organización de extrema derecha que había sido sancionado años atrás por su proceder racista y violento.
Precisamente de AfD es Maximilian Krah, de 47 años, identificado como uno de los eurodiputados que ha dado la sorpresa en estos comicios. Krah resultó ganador a pesar de haber sido expulsado del partido por defender públicamente a los oficiales de la SS de la Alemania nazi.
En esa lista de legisladores poco usuales figuran el español Alvise Pérez, de 34 años, fundador del partido Se Acabó la Fiesta, de fuerte discurso antinmigrante; y el chipriota Fidias Panayiotou, de 24 años, quien no está afiliado a ningún partido, pero tiene 2,6 millones de seguidores en YouTube y más en TikTok.
Entre los ganadores hubo además dos convictos, Fredi Beleri, miembro de la minoría étnica albana griega, representante del partido Nueva Democracia y electo alcalde de Himare. Antes de asumir ese cargo fue condenado por compra de votos y aún se encuentra en prisión. La segunda es Ilaria Salis, de 40 años, de la Alianza Verde e Izquierda, quien se encontraba en arresto domiciliario en Hungría, acusada de agredir a manifestantes de ultraderecha.
Grandes serán los desafíos que deberá asumir el nuevo PE. Algunos de ellos están relacionados con las supuestas cuatro grandes libertades comunitarias: circulación de bienes, servicios, personas y mercancías.
Les corresponderá enfrentar fuerzas euroescépticas y eurófobas que muestran un inquietante ascenso; así como aplacar los fuegos que pretende llevar al mundo a otra guerra. Veremos si los eurodiputados electos están a la altura que la paz necesita.