Servicio de neonatología de Sancti Spíritus: La máquina de los milagros (+ Fotos)

Servicio de neonatología de Sancti Spíritus: La máquina de los milagros (+ Fotos)

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La ciencia la nombró incubadora desde finales del siglo 19, aunque más bien se asemeja a un vientre hecho de plástico y metal donde, rodeado de tubos y cables sobrevive hoy Antonio, un bebé de tan solo 1200 gramos al nacer que, poco a poco, gana peso gracias al desvelo de una veintena de especialistas del servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus, ubicado en el hospital Camilo Cienfuegos, el mayor centro asistencial del territorio.

 

Se atienden pacientes con morbilidades graves o críticas que necesiten cirugía neonatal, además de bebés con bajo peso al nacer u otras complicaciones en el momento del parto. Foto: Yosdany Morejón Ortega

 

Algún día su madre le contará sobre la profesionalidad y el amor con el cual fue atendido por un equipo de talentosos neonatólogos, quienes combinan la experiencia con la juventud para enfrentar las más disimiles patologías que puedan poner en riesgo la vida del recién nacido.

Con un 98 % de sobrevida para el paciente grave y un 95 % para el paciente ventilado, este servicio se caracteriza por la estabilidad y consagración de médicos y enfermeras, quienes atienden a niños de hasta 28 días de nacidos acompaños de sus madres que, luego de recibir el alta de la Maternidad, necesiten atención médica debido a alguna complicación, urgencia o patología.

De acuerdo con Midalis Martínez Barrios, especialista de primer grado en Neonatología y jefa de este servicio en la citada instalación hospitalaria, el trabajo se ha logrado porque cultivan valores como la consagración y la unidad: “No hay nada extraordinario en lo que hacemos ni empleamos tecnologías diferentes; de hecho, nos enfrentamos a las mismas dificultades que existen en todo el país, pero a cada paciente le ponemos el extra, con mucho amor y total entrega. Ah, y eso sí, aquí trabajamos con mucha disciplina”, expresó a Cubadebate.

Explicó que poseen una plantilla de 27, pero solo cuentan con 19 especialistas que asumen todo el trabajo, entre los cuales se encuentran 10 residentes en Neonatología.

“Estamos muy contentos con el trabajo de los jóvenes que tenemos en el servicio. La verdad es que ha sido como una inyección de juventud y la juventud se impone. Han llegado con mucha motivación y deseos de aprender y se han integrado muy bien al resto del equipo”, acotó.

A este servicio acuden no solo aquellos niños que nacieron en el hospital Camilo Cienfuegos de Sancti Spíritus, sino cualquier infante de la provincia que presente alguna patología. Se trata del servicio terminal de dicha especialidad en el territorio.

Se atienden pacientes con morbilidades graves o críticas que necesiten cirugía neonatal, además de bebés con bajo peso al nacer u otras complicaciones en el momento del parto.

“Cada mes atendemos a más de 100 niños que, por una causa u otra, ingresan en este servicio, pero la enfermedad que más nos pone a prueba es la hipertensión pulmonar severa. Cada vez que salvamos a un bebé con esta patología sentimos que vamos por el camino correcto y que tanta entrega, tanto empeño y tanto sacrificio valen la pena”, confesó Martínez Barrios.

Penosamente, el servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus lamenta la pérdida, este año, de dos niños que habían nacido de un embarazo gemelar con restricción del crecimiento intrauterino, patología de causas multifactoriales y manejo complejo para el obstetra porque, el no alcanzar su potencial de crecimiento representa, para un feto, un aumento significativo del riesgo de morbimortalidad perinatal.

“La mamá tenía, además, una infección por citomegalovirus y, a pesar del trabajo intenso que realizamos, no pudimos salvar a estos dos bebés. Eso nos hizo sentir muy mal, no solo a mí, sino a todo el equipo. La pérdida de una vida humana nos destroza, y en este caso fueron dos. Imagina el dolor que nos dio ver regresar a esa mamá a casa sin ninguno de sus niños… No hay palabras para describir tanta pena, por eso nos esforzamos tanto”.

Disponen de 37 posiciones: 25 en el servicio cerrado y 12 en el abierto. La sala tiene varios cubículos entre los que sobresalen el llamado de “piel a piel”, terapia intermedia, terapia intensiva y de aislamiento, entre otros. Cuentan, además, con un cuerpo de guardia las 24 horas, un cuarto médico, un local para el fregado de las incubadoras y un filtro para la entrada del personal especializado y para las madres de los bebés.

Dispone también de radiólogos, laboratorio clínico todo el día, flujo laminar, bancos de leche humana y artificial; todo dentro del referido centro hospitalario.

 

Humanas o jóvenes hacedoras de milagros

A sus 28 años, Yanet Alfonso Rodríguez, es la jefa de enfermería del servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus: Foto: Yosdany Molejón.

 

Tan solo 4 meses de trabajo en el servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus le han bastado a la joven doctora Lianna María Achan Medina para confirmar que jamás se equivocó cuando decidió atar su destino a la vida de todo recién nacido que pase por sus manos.

Es residente de primer año de Neonatología y cada agradecimiento que recibe por proteger una vida le inflama el pecho allá dentro, donde también reside el alma.

“La experiencia de laborar en este servicio es muy fuerte para quien se gradúa de Medicina e inicia en el mundo laboral porque es una especialidad muy exigente. Trabajamos con recién nacidos y eso jamás lo podemos olvidar, pero gracias a las enseñanzas de nuestros profesores y de los especialistas de mayor experiencia, podemos hoy asumir estos grandes desafíos”, comentó.

Cuenta que ha tenido la oportunidad de enfrentarse a patologías poco frecuentes, aunque le ha marcado, como quien dice, el recibir a un bebé deprimido y prematuro: “Formar parte del equipo que hace que ese niño salga adelante y llevarlo hasta su alta hospitalaria es la experiencia que marca a cualquier residente de la especialidad”.

“Cada vez que esto pasa los padres nos agradecen sobremanera el trabajo realizado, pero es lo que nos gusta y es lo que estudiamos y elegimos. Eso también nos llena de satisfacción y te digo con total sinceridad que hasta ahora no he escuchado ningún criterio negativo sobre la labor que realizamos aquí”.

Aunque el temor está presente siempre ante la posibilidad de perder a un paciente, los conocimientos se imponen como también se impone el deseo por proteger una vida que recién comienza.

“Mi mayor miedo es enfrentarme a una reanimación neonatal porque está compuesta por un conjunto de procesos muy difíciles que te impactan y donde el miedo siempre está un poco por delante. Ese niño nace, en algunos casos, con frecuencia cardiaca baja y con una serie de complicaciones, pero tenemos que sacarlo de ese momento y luchar por su vida”.

Esta técnica no solo evita la muerte del recién nacido, sino también las secuelas neurológicas secundarias a la asfixia durante el nacimiento. Según la literatura especializada, la reanimación neonatal básica evita hasta el 30% de las muertes de recién nacidos.

Es una carrera contra la muerte. ¿Qué se siente en ese momento?

“Así es. Es una lucha constante en la que ponemos el corazón y la empatía por ese recién nacido y sus padres, y donde ponemos, además, los saberes aprendidos en la carrera y que sabes que no pueden fallar porque, en nuestra especialidad, un segundo perdido cuesta y estamos hablando de la vida de un ser humano que recién comienza a vivirla”.

¿Qué pasa por tu mente cuando salvas a ese bebé?

“Comienzas a respirar junto con el bebé, así de intensa es la sensación. Es además la satisfacción de que salvaste una vida”.

A sus 25 años de edad, Lianna no quiere otro futuro que el de salvaguardar la sonrisa de un recién nacido y saldar así una deuda de gratitud con la vida misma: “Cuando me miro dentro de los próximos 5 años me veo como una especialista en Neonatología que cada día pone un grano de arena para proteger lo más valioso que tenemos: los niños”, concluyó.

Con la misma pasión se entrega Yanet Alfonso Rodríguez, jefa de enfermería del servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus. Tiene 28 años y aunque también es madre de dos niños, solo concibe la vida si está rodeada de “duendecillos”, como les llama.

Lleva tan solo dos meses en el cargo, pero desanda los cubículos e imparte órdenes como si hubiera nacido para ello, tal vez así lo quiso el destino desde siempre.

“Hablamos de un servicio muy grande, donde interactúas con muchas personas y a todas las tenemos que atender con la profesionalidad que nos caracteriza”.

Emocionada recuerda un bebé, actualmente de dos años de edad, que estuvo reportado de crítico inestable durante mucho tiempo y que pensaron que no lo lograría, pero para sorpresa de todos, el niño resultó ser un guerrero y campeó por su vida, gracias también al cuidado de los especialistas.

“Todavía hoy, Ariadna, su mamá, lo trae aquí para que veamos el desarrollo del infante y eso nos llena de orgullo porque nosotros hicimos posible ese milagro. Así de cordiales son nuestras relaciones con los padres”.

“Las enfermeras de Neonatología nos caracterizamos por sentir el dolor de las familias y yo, como progenitora de dos niños, me pongo en el lugar de cualquier madre que pierda aquí a su bebe y duele mucho. Evitar un evento de este tipo bien vale la pena nuestro esfuerzo”.

¿Qué tan complicado puede ser el manejo de este tipo de pacientes?

“Es bien complicado porque su sistema inmunológico está muy inmaduro, a veces, incluso, nos nacen con tan solo 32 semanas y aquí el papel de las enfermeras es decisivo y tenemos que ser muy delicadas en su cuidado”.

“Por otra parte tenemos que extremar la higiene y, especialmente, el lavado de las manos; pero lo más importante es el amor y el confort con el cual tenemos que tratar a este tipo de pacientes”.

Yanet ríe mientras conversa con el periodista y explica, medio en broma, medio en serio, que hay que tratarlos con todo el amor del mundo porque son bebés que andan apurados y que decidieron nacer antes de tiempo.

¿Y qué pasa cuándo el bebe recibe el alta hospitalaria y regresa a casa con sus padres?

“Ah, entonces sí que hacemos una fiesta…”

Gracias a los especialistas del servicio provincial de Neonatología de Sancti Spíritus y a muchísimos otros profesionales y trabajadores del sistema de salud pública, el territorio exhibió una tasa de mortalidad infantil de 4,7 por cada mil nacidos vivos al cierre de 2023 y mantiene, hasta la fecha, un indicador de 2,7; la más baja del país. (Yosdany Morejón Ortega)

 

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