Poco más de un mes nos separan de otro reto mayúsculo para el deporte cubano. Los Juegos Olímpicos de París 2024 se presentan como la oportunidad ideal para cincelar una actuación afincada en la eficiencia, palabra mil veces conocida y coronada por los deportistas de este archipiélago.
Según los últimos partes de las autoridades encargadas de monitorear el proceso, la intención de llegar a Francia con 70 u 80 efectivos se antoja muy complejo, luego de apreciar cómo algún que otro efectivo, que se veía seguro quedó en el camino, no lo está ya. Cuando usted lea estas letras, Cuba cuenta, por nuestros cálculos, con 47 atletas clasificados en trece deportes.
La cifra podría crecer en las próximas semanas, si los muchachos de voleibol de sala logran la hombrada de apuntarse en la fiesta de los cinco aros luego de haber sido el último equipo cubano que estuviera en estas lides con su presencia en Río de Janeiro 2016.
También otras disciplinas tienen opciones de incluirse o aumentar su cifra por ranking (clavados y atletismo), aunque cada día que pasa es una piedra en el camino de un sueño cada vez más empedrado.
El movimiento deportivo cubano ha sido capaz de superar duras pruebas. Una vez más las estrecheces económicas, el abandono de atletas y otros demonios han atenazado parte de la preparación, de ahí que aferrarse a la eficacia será la mejor arma si se aspira a quedar entre los 20 primeros del mundo, tal y como se ratificó en el propósito competitivo desde que comenzó el año 2024.
Quedan algunas semanas de tensión e ilusión. Confiar y esperar los resultados finales serán temas de debate y análisis. La Cuba deportiva aspira a otra catarata de emociones. Con más o menos atletas, de seguro llegarán.
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