De su padre lo aprendió

De su padre lo aprendió

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Ángel Eusebio Eugellés Mena. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Quien ve a  Ángel Eusebio Eugellés Mena con su andar despacio, su rostro de bonachón y trabajador, y recorre las arrugas que le ha dejado la vida, no imagina que es más que un simple obrero. Detrás de sus toscas manos se esconden cientos de historias y problemas resueltos; detrás de su overol manchado hay un Héroe.

Aunque la negritud de su piel le camufla sus 74 años de vida, si se mira bien se evidencian los cientos de horas entregadas al trabajo, así como los miles de pesos que le ha ahorrado al país; y si se es buen investigador se perciben hasta las vidas que con su trabajo ha salvado.

Eugellés, como muchos lo conocen, es el nuevo trabajador camagüeyano que ostenta el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba y que cuenta con un currículo profesional que así lo avala.

Para él la noticia le supo a orgullo puro, un premio para quien solo ha sabido cumplir con lo que le enseñó su padre: “Trabajar y trabajar por esto, que ha sido algo milagroso para todos; y que, aunque esté duro ahora, solo lo podemos mejorar haciendo más”.

 

El Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez condecora a Eugellés con el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

Quizás por eso cuando se jubiló duró poco en casa y en breve tiempo regresó a sus máquinas en el taller ferroviario del sector azucarero, la Unidad Básica 60 Aniversario, en el municipio de Florida.

Y es que, como cuenta, “lo mío siempre ha sido la recuperación de piezas de repuesto. Cuando terminé el servicio militar, allá por el año 1968, comencé a laborar en el transporte ferroviario del taller de locomotoras en el central Argentina. Empecé como ayudante de tornero, pero no me gustó. Luego pasé a mecánico de carros, hasta que me trasladé para el taller de locomotoras, donde me hice técnico en soldadura.

“En la 60 Aniversario, que se llamaba Empresa de Transporte Ferroviario Camagüey del Minaz, fue donde comenzó mi faena de verdad. Allí crecí como soldador y gracias a eso fui a la antigua Unión Soviética y me superé”.

Las primeras 64 locomotoras que entraron al territorio pasaron por sus manos para que les rectificara algunos problemas que traían. Eugellés se volvió experto en la reparación de esas máquinas soviéticas, por eso sus jefes le pidieron que aprendiera también sobre otras que estaban bajo una firma canadiense. Y desde entonces todavía le llaman para que rectifique y ayude a reparar equipos.

Más de 50 años lleva Eugellés en el sector y de ellos ha sido durante 14 años Vanguardia Nacional del sindicato azucarero, y por 21 de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores.

Entre las principales piezas que ha recuperado se encuentran la tapa de block y los cigüeñales de locomotoras inglesas y soviéticas. “Para la economía —detalla— esto ha significado cientos de miles de pesos en ahorro. Por aquellos años una tapa costaba casi medio millón de pesos y nosotros la recuperábamos casi gratis y trabajaban por mucho tiempo”.

Pero de esos aportes económicos no se vanagloria. No es lo más significativo que ha hecho en su vida, dice. Algo grande, explica, “fue cuando durante la crisis de oxígeno en medio de la COVID-19 pude, junto a otros compañeros, recuperar en la planta de sorbitol un compresor en desuso, por unos 17 años, que permitió producir oxígeno medicinal.

 

Es un orgullo para la familia contar con un Héroe como este humilde soldador que tanto le ha
aportado a la economía nacional con la recuperación de piezas de repuesto. En la foto junto a su
esposa Aida Polledo Fenelón. Foto: Tomada del sitio de Radio Florida

 

“A mi edad participar en algo importante como esto fue grandioso. Cuando Alberto Soler Omares, Héroe del Trabajo, el rectificador y yo echamos a andar ese equipo, la alegría fue inmensa, sobre todo por las muchas vidas que sabíamos que salvaríamos”.

Ese suceso y la Estrella de Oro del Trabajo que hoy lleva en su pecho son los orgullos más grandes de Eugellés, porque así, confirma, cumplió con las enseñanzas de su padre, un estibador que con bastante trabajo los educó a él y a sus hermanos y solo les pidió que fueran buenos y trabajadores.

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