“He tenido el privilegio de conocer y trabajar con grandes intelectuales y artistas cubanos que han aportado mucho en mi formación y obra. Realmente me siento satisfecha de haber aportado ‘algo’ a la cultura cubana y no creo que el tiempo me dé para todo lo que me falta por hacer”: así me había expresado, hacia finales del mes de marzo de 2021, durante una de sus últimas entrevistas con la prensa, la destacada escritora, pintora, antropóloga y etnóloga Natalia Bolívar Aróstegui, fallecida este domingo en la capital a los 89 años de edad.
Descendiente de la estirpe de Simón Bolívar, Natalia desarrolló una ferviente actividad como revolucionaria. En 1955, se integró al Directorio Revolucionario, de la mano de grandes hombres, como José Luis Gómez Wangüemert, Enrique Rodríguez Loeches, Guillermo Jiménez y Faure Chomón Mediavilla, etapa de la lucha que “fue muy dura, pues existía una constante represión, persecución y asesinatos. El ambiente en la capital era de incertidumbre y miedo. En ese aterrador escenario se fundó la organización Mujeres Oposicionistas Unidas (MOU). Su objetivo fue reunir a las mujeres cubanas, sin importar raza, origen, clase social y afiliación política (entre ellas había de la Organización Auténtica, Partido Ortodoxo, Partido Socialista, Frente Cívico de Mujeres Martianas, Movimiento 26 de Julio, Directorio Revolucionario 13 de Marzo, etc.). Había aristócratas, profesionales, estudiantes, religiosas, obreras y campesinas, y el objetivo fundamental era derrocar a la tiranía batistiana y lo hacíamos apoyando a los miembros de cualquier movimiento revolucionario en su lucha: brindando amparo a los presos políticos, buscando asilos, aportando dinero, alimentos, ropas, medicinas, socorriendo a heridos o perseguidos, denunciando los ultrajes cometidos por la policía batistiana a niñas y mujeres, que en esa época eran bastante”.
Según afirmó, fue la cultura la que ejerció un importante apoyo al MOU. Grandes artistas plásticos como Wifredo Lam, Fidelio Ponce, Amelia Peláez, José Mijares, Lolo Soldevilla, Ñica Eiriz, Ana Rosa Gutiérrez, Fayad Jamis, René Portocarrero y Mariano Rodríguez, al llamado del MOU, donaron obras originales que vendíamos en subastas clandestinas, “y en una ocasión, el Poeta Nacional Nicolás Guillén, nos regaló un poema que si no recuerdo mal, decía: “Cuba, palmar vendido/ sueño descuartizado/ duro mapa de azúcar y olvido… y que luego ilustró Mariano, se imprimió en forma de volante y lo repartimos. Todo esto se hacía con el fin de recaudar fondos para ayudar a los combatientes, a familiares de los caídos y a los detenidos por la dictadura batistiana”.
La popular intelectual, conocida por sus grandes aportes en las investigaciones sobre la religión yoruba, de las que surgieron sus libros Los orishas en Cuba; Opolopo Owó, Ta Makuende Yaya, y otros, recordaba entre sus muchos momentos inolvidables durante los difíciles tiempos de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista “la unión tan estrecha que existía entre todos, hombres y mujeres conspiradores, éramos una sola persona, actuábamos como amigos y hermanos, porque escogimos el mismo compromiso de vida y nunca tuvimos límites a la hora del sacrificio”.
Por orden del Coronel Orlando Piedra, jefe del Departamento de Investigación y supervisor de la policía secreta y judicial, fue detenida el 18 de julio de 1958 y la llevaron al Buró de Investigaciones donde fue fichada, interrogada y torturada por Julio Laurent. “Al salir de prisión Ana Eli Esteva Lora me llevó directo a asilarme en la Embajada de Brasil para recuperarme e inmediatamente pasé al clandestinaje, donde recibí una gran protección y apoyo emocional. Entre mis compañeros estaban Raúl Díaz Argüelles, Gustavo (Tavo) Machín, Alberto Mora Becerra, Julio García Olivera, Joaquín Milanés (El magnífico). Con los dos primeros tuve el privilegio de chequear, organizar y ejecutar el atentado al Coronel Francisco Diéguez, Jefe de la XV Estación de Policía de Marianao”.
Entre sus recuerdos más tristes recordaba cuando tuvo “la espeluznante tarea, junto a Martha Jiménez, de identificar, vestir y enterrar el cadáver del valiente Mario Reguera Gómez, un muchacho de apenas 22 años, con quien había compartido un gran cariño y tantas veces me acompañó en espinosos momentos de la lucha.
“Otro recuerdo de angustiosas horas, fue cuando le pedí a Nydia Sarabia, periodista y miembro del grupo de propaganda del 26 de julio, que acompañara en el vuelo hacia Santiago de Cuba al escritor Graham Greene, oportunidad que aproveché para enviar con él una maleta con algunas armas, sudarios y abrigos para entregársela a la incansable luchadora Fela Tornés, que las haría llegar a la Sierra Maestra. Por supuesto, él no sabía lo que contenía la maleta y como era inglés no lo iban a chequear. La pobre Nydia fue la que no pudo respirar en mucho rato. Ya de viejas, nos reíamos del inocente escritor”.
De férreo carácter, pero con una desbordante nobleza, Natalia es de esas personas que, una vez conocidas, jamás pueden olvidarse. Fue directora del Museo Nacional de Bellas Artes y participó en la creación y dirección de los Museos Napoleónico, de Artes Decorativas y Numismático, del Banco Nacional de Cuba. Fue considerada como una de las escritoras más leídas y seguidas por los lectores de nuestro país. Sus libros publicados por la Editorial José Martí, son muy codiciados; de ahí el Premio del Lector recibido por su obra La sabiduría de los oráculos. Como pintora realizó varias exposiciones personales y participó en otras muestras colectivas.
Según afirmaba, la cultura cubana es “una efervescencia de pensamientos que se ligan con colores y mucha música”. Y para ella era “un gran honor el haber nacido, vivido, sufrido y gozado en esta tierra. Con todos sus pros y sus contras, me siento orgullosa de su historia, de mis antepasados, de su cultura, de su gente y sus tradiciones y si la reencarnación existiera, quisiera renacer en Cuba”.
Nacida en La Habana el 16 de septiembre de 1934, Natalia impartió conferencias y clases magistrales en universidades y otras instituciones de Cuba y varios países. Numerosas publicaciones, periódicas y especializadas, de Cuba y varias naciones, han publicado textos de su autoría. Recibió la Distinción por la Cultura Cubana y fue miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Llegue hasta sus familiares y amigos, las más sentidas condolencias de los trabajadores cubanos.