Santa Clara era el punto culminante de la lucha en Las Villas, iniciada meses antes por la Columna 8 Ciro Redondo, comandada por Ernesto Guevara.
La realidad, contrario a lo que pensó el Che, resultó más viable. Todo apuntó a que estarían meses actuando para tomarla; en cambio, se hizo en solo cuatro días de combate, el pueblo se volcó a las calles para apoyarlo y hacer crecer su leyenda.
La ciudad del centro de Cuba y el Che siempre han tenido una confidencia entrañable desde aquel día en que llegó por un camino vecinal hasta la universidad, donde estableció su primera comandancia y el hospital.
El día 28 de diciembre de 1958 se iniciaron las acciones. Los primeros caídos ocurrieron en la carretera de Camajuaní al enfrentarse a una tanqueta de la dictadura.
Ya dentro de la ciudad , en medio de la batalla, el Che establece su segunda comandancia, la cual queda instalada en el edificio de Obras Públicas. Es desde ese lugar donde planificó la toma de la Loma del Capiro pues en esas elevaciones se situaron más de cuatrocientos soldados batistianos para impedir el avance del Ejército Rebelde.
No obstante, los barbudos entraron, combatieron y obligaron a los batistianos a abandonar la elevación. Los soldados se ven obligados a refugiarse en el Tren Blindado que estaba apertrechado con los más sofisticados medios bélicos de la época. Es entonces que surge la idea del descarrilamiento con el buldózer de la facultad de agronomía de la universidad, y la confección de cócteles molotov.
Con esa acción el Che demostró su genialidad de guerrillero. Luego vendría la rendición, el Che en persona con representantes de la Cruz Roja logra pactarla.
La ciudad fue bombardeada por la aviación y se esquivó el ataque, se luchó también en el Cuartel de Los Caballitos, en la Audiencia, el Gobierno Provincial, la cárcel, en el Cuartel 31 de la Guardia Rural, la Estación de Policías, el Regimiento Leoncio Vidal se rindió y en el Gran Hotel, actual Santa Clara Libre, única instalación turística que tiene las huellas de una batalla bélica en Cuba.
Pero esta batalla trajo también la más triste de las noticias: la muerte en combate del capitán Roberto Rodríguez ,“El Vaquerito”, un combatiente que valía por cien, su vida se apaga injustamente minutos antes del amanecer del triunfo.
Se rinde el Regimiento Leoncio Vidal. El pueblo sale a las calles a festejar el triunfo. El Che se despide de este pueblo y se siente su hijo.
Su regreso
El Che tuvo una segunda entrada a la ciudad, esa en que llegó a su definitiva comandancia: el Memorial. Esa vez para seguir combatiendo y ganando eternamente. Allí el Guerrillero Heroico no reposa. Fidel lo dijo aquel día: «No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos». Fidel dejó claro que era inspiración para nuestras metas.