Dice mi papá que los croatas son como los uruguayos: guerreros de mil batallas, obstinados y pasionales a su modo.
Hoy volvieron a demostrar toda su entereza en las canchas de Catar. No importa quién este al frente, ni cuántos años de edad tengan sus jugadores, ni la cantidad de minutos acumulados… Tampoco que parezca al minuto 70 que las piernas no les dan más. Ellos se mantienen, se reinventan. Aguantan. Si no los matas, te matan.
Tan pronto como al minuto siete dieron la primera estocada al sueño bronceado de Marruecos. Una jugada de pizarra con dos cabezazos en el área que finalizó Gvardiol lanzándose de palomita.
Sin embargo, los marroquíes se repusieron al instante e igualaron el marcador tras un rechace que pescó de cabeza Dari, casi en el área chica de Livaković.
Con el choque igualado, la lucha se intensificó y ambos equipos fueron a buscar la ventaja. El mayor premio cayó en los pies de Orsic. O lo que es lo mismo, en la escuadra de la portería defendida por Bono.
El croata recibió y de primera mandó un disparo de PlayStation: con rosca y al palo más alejado del meta, que se estiró y logró rozarlo. No obstante, la pelota pegó en el ángulo y entró.
Para la segunda mitad Regragui echó mano de la banca y dio entrada a Ounahi, demostrando claras intenciones de ir a buscar el partido. Pero el trabajado conjunto que dirige Zlatko Dalic manejó el ímpetu rival, a pesar de que en ocasiones daban la asfixiante sensación de quedarse sin piernas.
Hubo entocnes jugadas polémicas alrededor de ambas áreas y En-Nesyri tuvo el empate par de veces, una de ellas en la última del encuentro con un testarazo que se fue apenas por encima del travesaño.
De esta manera Croacia se subió al podio por segunda vez de manera consecutiva en lo que probablemente fue el último acto de magia del Cruyff de los Balcanes, Luka Modric, en una Copa del Mundo.