RETRATOS: “Cuando Fidel puso su mano en mi cabeza quedé paralizada”

RETRATOS: “Cuando Fidel puso su mano en mi cabeza quedé paralizada”

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Todavía, Arlety Barazal Gutiérrez se emociona cuando recuerda su primer encuentro con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. La personalidad del líder cubano la impresionó y la dejó prácticamente sin palabras.

 

Arlety Barazal confiesa que la personalidad del líder cubano Fidel Castro la impresionó. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

En ese entonces, le habían dado la misión de dirigir la escuela donde jóvenes desmovilizados del Servicio Militar Activo realizaban un curso emergente en corte y monta de lentes para espejuelos, con vistas cumplir misión en Venezuela. Transcurría el año 2002.

“Teníamos que ir con frecuencia al Consejo de Estado para explicarle cómo iba la preparación de los muchachos. Fidel se preocupaba por todo: si estaban creadas las condiciones, por dónde rotaban, la atención medica que ellos recibían…

“En una de esas oportunidades, puso su mano en mi cabeza y quedé paralizada. Me miró y me dijo: ‘Oiga, decana, ¡esos muchachos tienen una gran responsabilidad!’. Y ahí, con la mano todavía sobre mi cabeza, empezó a preguntarme cuántos eran, de qué provincias, si alguno de ellos dejaba hijos en Cuba, o si tenían padres viejitos, cuántos eran militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas y si de verdad todos estaban motivados para cumplir la tarea…. Yo le respondía una cosa y él inquiría por otra. Sus interrogantes dan la medida de su sensibilidad, iba al detalle, estaba preocupado, en todos los aspectos, por los jóvenes y sus familias.

“En esos momentos, un integrante del Buró Nacional de la UJC, que atendía el grupo estaba con nosotros. Fidel, en broma, le dijo que tenía que ponerse en forma porque estaba algo pasado de peso.

“Recuerdo que se viró hacia mí. Yo estaba muy flaquita, creo que no llegaba a las 100 libras, y me preguntó: ‘¿Cómo tú logras estar tan delgada?’. Me puse nerviosa y le contesté que esa era mi constitución. Él se viró para el muchacho, le puso la mano en el hombro y le recomendó: ‘Tienes que hacer dieta y mucho ejercicio’”, precisó.

 

En uno de los encuentros con Fidel. Foto: Cortesía de la entrevistada

 

La otra opción

Cuando se le truncó el sueño de estudiar Medicina, Arlety Barazal escogió Licenciatura en Enfermería, pues era la opción que le permitía estar cerca de lo que había deseado ser desde pequeña. Graduada en 1994, comenzó a trabajar en el Hospital General Docente Municipal de Caibarién, en los servicios de terapia y cirugía.

“Durante la carrera fui alumna ayudante y obtuve la categoría de instructora no graduada, lo que me abrió las puertas para laborar, a partir de 1996, como profesora en la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara”, afirmó.

Decidida a seguir superándose, optó por la Maestría en Educación Médica, la cual realizó en el Centro Nacional de Perfeccionamiento Médico (Cenapem), en la capital. “Todo ese tiempo estuve ahí, como miembro de la Cátedra de Enfermería. Permanecí albergada, desde 1998 hasta el año 2000”.

Si bien regresa a la Facultad de Ciencias Médicas de Villa Clara, pronto fue llamada para cumplir una tarea en La Habana. “No podía decir que no. Jamás imaginé que eso me permitiría conocer a Fidel”, alegó.

Recuerda el entusiasmo de los muchachos que se capacitaban para partir a la misión y señala que, en el segundo encuentro con el líder cubano, los estudiantes le prepararon una sorpresa.

“Le dije: Comandante, los muchachos quieren entregarle un presente antes de irse para Venezuela. El alumno seleccionado reveló que le habían elaborado un par de espejuelos. ‘¿Y cómo tú sabes mi graduación?’, indagó Fidel.

“Yo le respondí que lo habíamos averiguado y acoté: el mejor graduado los hizo especialmente para usted.  Entonces, él pidió que se los trajera. El muchacho se acercó, le dio los espejuelos y Fidel se los probó. Empezó a mirar para un lado y hacia otro.

“Se dirigió al muchacho e inquirió: ‘¿Tú estás seguro que es mi graduación…?’ Luego, agregó: ‘Sí, aceptaron’. Recuerdo que los puso sobre la mesa de la presidencia.

“Las despedidas de los grupos que salían a la misión eran largas, a veces nos cogía la madrugada. Era la primera experiencia laboral de los jóvenes y él les explicaba la importancia de la ayuda que se estaba ofreciendo a Venezuela; les hacía muchas preguntas relacionadas con el hermano país e indagaba si conocían la situación actual de esa nación. Daba argumentos, contaba anécdotas de antes del triunfo de la Revolución, en fin, los llenaba de oxígeno para que partieran motivados.

“Tuve la posibilidad de participar en el último de los encuentros de esa etapa con profesionales de diferentes áreas de la Salud. Resultó impresionante, se celebró en el salón plenario del Palacio de Convenciones.

“Se hizo un brindis. Estaban todos los directores de las escuelas de formación que habían participado en ese proceso. Tuve la dicha de estar a la izquierda del Comandante y él hizo su brindis conmigo. No conservo una foto de ese momento, pero tengo la dicha de haber hecho un brindis con Fidel por el éxito de la misión”.

 

Otras misiones

Luego de ese intenso período, en el 2004, Arlety empezó a laborar en el ministerio de Salud Pública, y tuvo la oportunidad de iniciar el Doctorado en Ciencias de la Enfermería. “El tema de investigación fue del impacto de la Maestría en la Enfermería en el desempeño de los egresados. Defendí el Doctorado en Ciencias Pedagógicas en el 2011, porque la tesis tributaba a la formación pedagógica”.

La llegada de su hijo, Irelio Enrique, en el 2007, fue el momento especial, que la obligó a cambiar la dinámica de su vida. “Comencé a vivir en una casa de un consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia, en el municipio de Playa. Por cercanía, en el 2008, comencé a fungir como asesora municipal de Enfermería, además de impartir clases en la maestría. Muy cerca de mí ha estado mi mamá, Caridad, quien siempre ha sido mi apoyo para el cuidado de mi niño”.

 

En estos momentos Arlety se desempeña como jefa de la sección de Comunicación de la CTC Nacional. Foto: Agustín Borrego

 

En esa etapa despunta como dirigente sindical en la dirección municipal de Salud, y en el 2011 fue promovida como cuadro del Sindicato de la Salud, en Playa. “En el 2013, resulté elegida secretaria provincial de ese sindicato en la capital, en lo cual me mantuve durante siete años”, añadió.

Para Arlety, esa etapa fue una verdadera escuela. “Me permitió una formación más integral. Tuve que adentrarme e en cuestiones de legislación laboral; crecí, personal y profesionalmente; sé lo importante de ponerme en el lugar del otro y además, comprobé cuánto necesitan los trabajadores de un sindicato fuerte que los represente y se preocupe por ellos”, aseveró.

 

 

Para Arlety la experiencia como dirigente sindical ha sido otra escuela

 

Dice que ha vivido momentos inolvidables en su existencia, pero ninguno como esas reuniones en las que el líder de la Revolución estuvo presente: “La madrugada del primer encuentro con Fidel no pude dormir. Estuve desvelada, loca por contárselo a mi familia, en Villa Clara. Pero en ese entonces, no tenían teléfono. Pensé mucho en mi difunto abuelo, Bernardo, quien siempre admiró mucho al Comandante. Bien temprano, llamé a casa de una vecina y hablé con mi abuela, Virginia (ya fallecida). Formé tremenda algarabía. Ella estaba más emocionada que yo. No lo podía creer”.

 

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Acerca del autor

Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.

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