“En una de las oportunidades en que Camilo acudió a coordinar con Fidel asuntos relacionados con la invasión a Pinar del Río, este quiso saber si ya había seleccionado a los hombres que le acompañarían. ‘Sí, los escogí todos locos’, le respondió. ‘¿Cómo locos?’, inquirió Fidel, a lo que él contestó: ‘Sí, porque hay que estar loco para cumplir la misión que me has dado’. El Comandante en Jefe del Ejército Rebelde tuvo que reír ante tal ocurrencia y le dijo: ‘La verdad, Camilo, ¡tú eres tremendo! ’. ”
Esa anécdota se la contó años atrás a esta autora , un testigo del hecho, el coronel retirado Rafael Ochoa Sánchez, Albi, uno de los 75 integrantes de la Columna Invasora No. 2 Antonio Maceo que, bajo el mando del comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, partió de El Salto, en la Sierra Maestra, al anochecer del 21 de agosto de 1958, con la misión de dirigirse a Pinar del Río, en el extremo occidental cubano, para abrir allí un nuevo frente de combate.
Luego de 48 días de agotadora y accidentada marcha ―incluida la ocurrencia de dos ciclones― y de haber recorrido más de 700 kilómetros por zonas inhóspitas, la mayor parte a pie, en la madrugada del 7 octubre esa tropa arribó a Las Llanadas, en el valle de Alunado, distante cinco kilómetros del poblado de Mayajigua, al norte de la provincia de Las Villas.
Detrás había quedado la provincia de Camagüey, sede del 2.do Distrito Militar y del Regimiento N.o 2 Agramonte, de la Guardia Rural, con mil 93 efectivos, así como la 2.da División de la Policía Nacional, con 12 oficiales y 315 vigilantes, fuerzas que en los meses de junio y julio de ese año habían tenido que enfrentar a dos grupos guerrilleros en las zonas boscosas del norte y el sur del territorio agramontino.
El 7 de septiembre, las columnas invasoras comandadas por Camilo y el Che penetraron en territorio camagüeyano, pero su presencia solo fue detectada por el ejército después de los combates sostenidos por la Columna Invasora N.o 8 Ciro Redondo, comandada por Ernesto Guevara de la Serna, Che, en La Federal, el 9 de septiembre, y en Cuatro Compañeros, cinco días más tarde. Entonces, las fuerzas del régimen, dirigidas por el teniente coronel Armando Suárez Suquet, quien había sido nombrado jefe de la zona de operaciones, situaron una línea emboscadas a todo lo largo de la ruta que presumiblemente debían seguir, creando una línea en forma de cerco en la zona de Baraguá, la cual, en su opinión, no podrían rebasar.
En su empeño por impedir el avance de los invasores, en ese mes el alto mando elevó a 127 oficiales, 285 clases y dos mil 110 soldados la cantidad de efectivos del 2.do Distrito Militar.
El día 26, en la finca Asiento de Baraguá, detuvieron al cabo Juan Trujillo, a un soldado y al mayoral de la finca, quienes intentaban precisar si los rebeldes se encontraban en los alrededores. Resultó que, por ser el encargado de suministrar el alimento diario al personal de las emboscadas, el cabo conocía muy bien dónde estaba cada una. Aseguró a Camilo que era imposible evadirlas, y este le aconsejó que buscara la forma de hacerlo sin percance alguno, porque de ello dependía su vida.
El cabo le habló de la concentración de fuerzas en Baraguá, indicándole que la situación era en extremo crítica, porque de acuerdo con el que el plan de los militares, si avanzaban hacia el oeste, por donde era obligatorio pasar por el puente sobre el río Itabo, las tropas concentradas en Baraguá los cercarían y aniquilarían; y si lo hacían hacía el norte tendrían que internarse entre los cañaverales, donde resultaría más fácil rodearlos.
Camilo decidió partir en dirección norte y alejarse de la zona para posteriormente, en camiones, retornar al sur y entrar en la provincia de Las Villas. Ese movimiento, guiado por el cabo, quien días más tarde se incorporó oficialmente a la columna, comenzó en la madrugada del 28, y en horas de la noche de ese día cruzaron la Carretera Central a través de una alcantarilla situada a 21 kilómetros de Ciego de Ávila.
Del recorrido por esta provincia, el 1.o de mayo de 1959, en un discurso pronunciado en Camagüey, Camilo contó que en los “difíciles días que atravesó la Columna Invasora Antonio Maceo para llegar a la provincia de Las Villas, se vio y se conoció el temple y el valor de los hombrees del Ejército Revolucionario, de hombres que a pesar del hambre, a pesar de estar perseguidos, a pesar de tener los pies hinchados y llevar veinte días con el agua y el fango a la cintura, solamente veían dos caminos: o el camino de la muerte o el camino de la libertad.”1
A mitad de camino
Al amanecer del propio día 7 los invasores fueron visitados por vecinos de Las Llanadas, y poco después un combatiente del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) los condujo ante varios miembros de la guerrilla del Partido Socialista Popular (PSP) que desde hacía varios días recorrían el territorio con la misión de contactar con ambas columnas.
En horas de la noche, la Antonio Maceo arribó a Jobo Rosado, campamento del Destacamento Máximo Gómez que, bajo el mando del comandante Félix Torres González, había sido creado por el PSP con el propósito de unirlo a las fuerzas del MR-26-7. La tropa recién llegada la integraban 82 combatientes y cuatro prisioneros. Entre los primeros se encontraban 67 de sus fundadores, pues dos de ellos ― Zenén Meriño Vargas y Delfín Moreno Vázquez ― habían sido asesinados por el ejército mientras cumplían misiones de la jefatura; uno quedó disperso; dos habían partido a cumplir misión, otros dos quedaron en territorio camagüeyano por encontrarse enfermos, y uno pidió no continuar. Les acompañaban 15 hombres incorporados durante el recorrido, entre ellos siete de los nueve combatientes de la Ciro Redondo que se les unieron tras quedar extraviados durante el combate de La Federal; los dos restantes habían causado baja por enfermedad.
En Jobo Rosado les curaron las llagas de los pies y les trataron las, afecciones bronquiales, trastornos digestivos y otros males provocados por la accidentada marcha, y pusieron especial empeño en que descansaran para que pudieran reponer sus fuerzas. También les suministraron ropa y calzado. Mientras, Camilo, preocupado por la situación de la tropa del Che, decidió no continuar el avance e inició contactos con vistas a que rápidamente se partiera en su auxilio.
El día 9, Camilo redactó un informe dirigido al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz; la importante y arriesgada misión la de trasladarlo hasta Manzanillo fue confiada por Arnaldo Millián, secretario del PSP en Las Villas, a la joven de 18 años Darcis Castro González, militante de la Juventud Socialista, quien lo entregó a Walfrido La O Estrada, secretario del PSP en la región Manzanillo-Campechuela-Niquero, para que por las vías establecidas lo hiciera llegar a su destinatario.
Poco después la columna prosiguió la marcha hasta llegar a los montes Alicante, la zona de Yaguajay. Allí su primer combate con el ejército, que se disponía a atacar un campamento del MR-26-7; concluido este prosiguió hasta La Caridad, en la propia zona, y decidió permanecer allí hasta tener noticias del Che y su tropa. Días después Fidel le ordenó a Camilo mantenerse en esa provincia hasta que el Che lograra poner orden en el territorio. Así, aquel 15 de octubre quedó constituido el Frente Norte de Las Villas.
Fuente: William Gálvez Rodríguez: Camilo en Camilo, Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 1988, pp. 198-199.
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.