Desde hace años, la presencia de Ronald Boffill Peña en el Ministerio de Transporte (Mitrans) es habitual. Para el octogenario, este espacio es como su otra casa, donde recibe el cariño de todos sus compañeros. Conversador, de excelente memoria, le gusta leer libros que aborden la historia, tanto nacional como universal, por eso no es casual encontrarlo con uno en sus manos.
Poco a poco, ha ido aprovechando las bondades de las nuevas tecnologías, imprescindibles para sus funciones. Cuando mira a su pasado, casi se asombra de cuánto ha podido hacer aquel campesino que a fuerza de voluntad se hizo de una profesión y supo aprovechar las oportunidades que abrió la Revolución.
En su decir, se siente ferroviario hasta la médula. Ama a esa especialidad, a la cual llegó por las casualidades de la vida.
Se abrieron las puertas
“Nací el 16 de febrero de 1942, en un lugar llamado Buenaventura, en lo que es hoy el municipio Calixto García, en Holguín. Mi padre tenía una pequeña finca, criaba ganado. En comparación con otras familias estábamos un poquito más desahogados, pero también se pasaban necesidades.
“En ese sitio hice la enseñanza primaria. Mi escuelita era conocida como la número 113. Recuerdo con tristeza los llamados Día de los Reyes, que se celebraban cada seis de enero. Resultaba un día de fiesta para los que tenían dinero. Éramos cuatro hermanos y lo más que mis padres me podían dar era un guante o una pelota. Tenía suerte, la mayoría de los niños no recibía ningún regalo”, rememora.
“Como a los doce años fui a vivir a casa de unos tíos, en Manatí, para seguir los estudios. Después me trasladé para la ciudad de Holguín, a casa de otros familiares, a fin de matricular en la Escuela de Comercio. Eso fue en septiembre de 1956. Iba a las clases en la noche. A principios de 1957 comencé a trabajar como ayudante de contabilidad en una oficina; y más adelante pasé a una agencia de efectos eléctricos y venta de joyería, el dueño era Fermín Santos”.
Como joven, Boffill no estuvo ajeno a los convulsos momentos que vivía el país. “Participé en las huelgas que convocaban los estudiantes contra el dictador Fulgencio Batista. También vendía bonos para recaudar fondos para la lucha revolucionaria”. Señala que en dos ocasiones fue detenido por los esbirros, sin mayores consecuencias.
Cuando triunfa la Revolución, él estaba enfermo. “Por esos días tenía sarampión. Debo decir que no tenía conciencia de la profundidad del proceso que se iniciaba. La adquirí con el tiempo. En 1962 empecé a trabajar en la empresa de gas licuado. Después me dan la tarea de intervenir el Servicentro conocido como La curva, en Holguín; y posteriormente fui para el de La Loma. En este último me quedé como administrador. Era un muchachón con tremenda responsabilidad. Me hice revolucionario en ese proceso”.
A tiempo completo
Fue a partir de 1967 que Ronald Boffill se integraría al sector del transporte en el territorio holguinero. “En 1971 me designan delegado de esa rama en Mayarí y ahí también atendía a los ferrocarriles. En 1974, al pasar a la empresa de ferrocarriles del Oriente, empiezo a adentrarme en esta rama, la cual me atrapó.
Tuvo que prepararse de forma autodidacta y beber de los saberes de experimentados especialistas. “Siempre agradeceré a dos viejos ferroviarios que estuvieron a mi lado y me ayudaron mucho”, dice.
“En 1983 fui trasladado para La Habana para dirigir la empresa constructora de vías férreas. En ese tiempo estábamos involucrados en la reconstrucción del ferrocarril central”, agrega y afirma que luego de otras tareas, comenzó a laborar en la Unión de Ferrocarriles, hasta el 2005, en que partió a cumplir misión en la República Bolivariana de Venezuela. “Estuve vinculado al proyecto de desarrollo del ferrocarril en el territorio venezolano hasta el 2009”.
En esos trajines, logró culminar, en 1987, sus estudios de licenciatura en Economía. También hizo cursos de superación técnica en Cuba y en diversos países como la otrora Unión Soviética, Checoslovaquia, España y Alemania.
“En el 2010 pasé al Mitrans como director de inspección estatal en la rama ferroviaria. En el 2014 decidí jubilarme y posteriormente me propusieron ocupar el puesto de asesor del ministro para esta actividad”, alega.
Boffill reconoce y admira el trabajo que desarrollan los ferroviarios. “Es una labor muy sacrificada, requiere del esfuerzo de muchas personas”. Insiste en la importancia de la disciplina que debe mantenerse, tanto por quienes intervienen en este sector como por la población. “Todavía no se tiene conciencia del riesgo que existe en la circulación en los pasos a nivel y por descuidos ocurren accidentes con vehículos automotores. En estos lugares hay que extremar la precaución”, acota.
Cuando le pregunto cómo logra mantenerse en forma, agrega que en otros tiempos hacía ejercicios. “Iba al gimnasio, levanté pesas hasta que físicamente no pude hacerlo. Ahora camino bastante, me levanto bien temprano y trato de mantenerme lo más activo posible. No fumo y tampoco bebo”.
Para este apasionado de la vida, la familia, los hijos y nietos son sus amores principales, y muy cerca está el trabajo, al cual ha consagrado la mayor parte de su existencia.
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Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.