Alfredo Vázquez López, secretario general del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba en La Habana, resultó uno de los lesionados por el odio el 11 de julio del 2021. Sus palabras ahora parecen más tranquilas que cuando, apenas minutos después de ser atendido en un centro hospitalario, se reincorporó al creciente grupo de decididos a contrarrestar el evidente zarpazo que se pretendía a la Cuba revolucionaria.
“Son recuerdos que no se borran, sucesos muy lamentables que viví en carne propia, en defensa de mis valores y de una sociedad que no podía verse atacada de esa manera. Salimos con banderas cubanas a dar nuestro criterio, no a dar golpes. Los hijos siempre salen en defensa de la madre, y nosotros fuimos a defender a la patria”.
Aunque no rehúye rememorar los hechos de aquel domingo, prefiere hablar de lo mucho que debemos trabajar para evitar fenómenos similares. “Se impone estudiar las esencias. No solo prepararnos para responder directamente a cualquier incidente de subversión enemiga, sino analizar qué propició esa situación.
“Esos son los fenómenos que estudiamos para saber cuánto se ha trabajado en el funcionamiento de los centros laborales y también de los barrios, cuánto para transformar la espiritualidad de ese hombre que ha sido subvertido con una realidad que solo tiene en cuenta qué sucede, sin saber el porqué.
“El elemento clave en nuestros centros se llama diálogo, de ahí que tengamos que involucrar más al trabajador, comprometerlo en todo, para hacer más valedero el concepto de la propiedad social sobre los medios de producción. Eso solo se logra con participación y compromiso total del hombre en las decisiones.
“Todas las normas de estos últimos años del sistema empresarial estatal cubano están dirigidas a darle al trabajador lo que por esencia o concepción tiene previsto en el socialismo, porque ese hombre es dueño; por eso tiene que ser parte del proceso y de las decisiones, de la generación de bienes y servicios, y de los resultados de esa producción”.
Subrayó que en esa batalla anda el movimiento sindical. “Claro —dijo—, hay que transformar la manera de actuar de los dirigentes sindicales y desterrar la inercia que padecimos en los tiempos de la peor pandemia, cuando lógicamente creció la preocupación por curarnos, por el teletrabajo y el trabajo a distancia, pero disminuyó o desapareció el contacto que hace de un centro laboral y de la asamblea de trabajadores el espacio político ideológico más importante para el sindicalismo”.
Entonces nos ratifica su convicción de la importancia de rescatar esos espacios y “llevar a la gente por el camino de analizar las causas de incidentes como aquellos, y no solo las consecuencias, de identificar siempre al enemigo principal y su bloqueo, muchas veces enmascarado más allá de todas las cosas que tú ves”.
¿Volvería con su bandera al enfrentamiento?, pregunto. “Claro, en similares condiciones volvería a hacer lo mismo. El orden político, económico y social hay que respetarlo. Fue el que escogimos los cubanos y lo vamos a defender”.