La falsedad de una directa cualquiera

La falsedad de una directa cualquiera

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Camagüey también vivió los disturbios de aquel 11 de julio que se produjeron en otras ciudades del país. El objetivo del enemigo no había variado: fomentar un estallido social para destruir más de seis decenios de Revolución.

Acto de reafirmación revolucionaria en la Plaza de la Caridad. Foto: Leandro Armando Pérez
Acto de reafirmación revolucionaria en la Plaza de la Caridad. Foto: Leandro Armando Pérez

Los provocadores más enardecidos intentaron encaminarse a la sede del gobierno provincial y hacia una de las estaciones de Policía, en medio de una ofensiva lluvia de piedras con que algunos se abrían paso, como revelaron los videos filmados ese día. Nada lograron entonces. Los trabajadores y el pueblo frustraron esas intenciones.

Pero aquello no murió y tres días después comenzó una incisiva y continua cobertura digital sobre la tierra agramontina. No se había lanzado ni una piedra, ni el primer secretario del Partido en la provin­cia había sido secuestrado, pero el 14 de julio circulaba por Facebook y otras redes una increíble “toma de Camagüey”.

En tanto, en lo real, en las calles, la gente vivía su día normal, como otro miércoles cualquiera. Continuaba la lucha contra la COVID-19 y se enfrentaba de distintas maneras la contingencia económica. Las grandes mayorías, pese a sus carencias, no querían saber de revueltas, solo deseaban tranquilidad, volver a la cotidianidad.

Por eso, mientras algunos se enfocaban en sus labores, otros agra­montinos ante la posibilidad de nuevas agresiones se fueron a las calles a defender lo suyo, pero no hizo falta, nada pasó. Y un año después, ese mismo pueblo continúa transitando por las avenidas con total tranqui­lidad. Lo que buscaban no sucedió, no prendió.

Quizás lo de aquel 14 de julio fue la primera “liberación” virtual de un pueblo en la historia mundial. Lo patrocinó una directa cualquiera, que a cientos de kilómetros pretendía aprovechar tensiones para con­tar una ficción y obtener un imposible, pues nadie libera o toma lo que es libre, ni lo que la mayoría protege.

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