Aquel domingo estimuló en ellos un doble compromiso: el de ser revolucionarios y fotorreporteros.
Bastaron pocos minutos para que Heriberto González Brito y Joaquín Hernández Mena se montaran en una moto del periódico para dirigirse al municipio de Centro Habana, uno de los escenarios de los disturbios.
Nuestros dos profesionales del lente no dudaron en confesar después que se sintieron emocionados al ver en los alrededores de Galiano y Neptuno, al frente de una masa comprometida con su Revolución, a Gerardo Hernández Nordelo. Fueron testigos de su liderazgo de masas en un compacto frente de combate sin armas cuya fuerza surgía de las contundentes consignas que estaban dispuestos a defender a toda costa y que brotaban con fuerza de todas las gargantas: ¡Viva Fidel! ¡Viva la Revolución! ¡Esta calle es de los revolucionarios!…
Ellos, cámara en mano, se situaron entre ambos bandos. La protección del casco de motociclista evitó que una piedra impactara en la cabeza de Joaquín, que pese a no resultar herido sintió un estremecimiento, mientras que a Heriberto lo derribaron y le rompieron los espejuelos. Pero fue un aturdimiento instantáneo. Piedras y palos del lado de los provocadores no hicieron retroceder ni un ápice a quienes no se dejaban amedrentar por la violencia y respondían con dignidad y coraje.
Fueron momentos de tensión en que los pendencieros perdieron terreno. Ya estaban desmoralizados cuando llegaron las fuerzas del orden que no necesitaron intervenir.
Al llegar a la redacción Joaquín y Heriberto mostraron con orgullo las fotos de aquella batalla singular en la que Fidel y la Revolución resultaron victoriosos una vez más con la acción de los patriotas encabezados por un héroe del pueblo.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …