Tantas vivencias tiene Orisildo para afirmar con absoluta certeza que no fue con la cáscara de sus propios plátanos el resbalón de la Empresa Agropecuaria La Cuba, de Ciego de Ávila, donde comienzan a pintonear los resultados para reconquistar el lugar de sus productos en la mesa de la familia, la industria, el turismo, la exportación y en el «salón de fama» del sistema de la agricultura cubana.
El guajiro, nacido casi al pie de las cepas en la finca La Corúa, ve a los huracanes Kate e Irma destrozar los platanales, en 1985 y 2017, respectivamente. Un tiempo después palpa los estragos de la tormenta tropical Eta y de otro incidente que, sin tumbar ni una mata, le provoca a la entidad pérdidas económicas por más de 50 millones de pesos.
Sabe el avezado agricultor que no se puede hoy en muchos lugares de Cuba quitarle la piel y saborear los platanitos de La Cuba porque sus plantas no se nutrieron bien de fertilizantes y los precios inflacionarios de los insumos, entre otros fenómenos no naturales, le arrancaron a la entidad en el 2021 la rentabilidad sostenida durante un cuarto de siglo.
Ahora vuelve a retoñarle la sonrisa al productor. «Vamos mejorando porque el año pasado los rendimientos no llegaron a 4 mil quintales por caballería, y en la actualidad alcanzamos 9 mil 500, pero estamos inconformes aún porque el potencial es de 20 mil.
«Hay algunos campos como el nombrado Cuba Tres, aportadores ya de unos 15 mil. Aunque debemos recuperar su rendimiento histórico de 31 mil, estoy enamorado de esta área, de la cual seleccionamos parte de las semillas, pues, a mi criterio, cuenta con el mejor grupo de trabajo del país.
«Y digo que nos vamos levantando, gracias al apoyo con recursos de nuestro Grupo Empresarial Agrícola y del Ministerio de la Agricultura. Porque está muy claro que las plantas necesitan agua, pesticidas y fertilizantes combinados, nitrógeno, fósforo y potasio, si no, el trabajo no sirve, porque hay que gastar en cinco caballerías para acopiar lo que cuatros años atrás lográbamos en una caballería.
«Cuando podíamos echarles lo que llevan las plantaciones, cosechamos varias veces un millón de quintales. Hay una realidad, el ser humano necesita comer dos plátanos diarios, lo cual aporta hierro al organismo. En tal empeño, sueño con sembrar y sembrar, se habían plantado más de 400 hectáreas hasta abril pasado, y no vamos a parar hasta completar las 3 mil de plátano fruta, de la variedad Gran Enano, y las mil de vianda y burro.
«Por eso, le digo al ingeniero Carlos Blanco, director de nuestra empresa, que este es el año de La Cuba, para recoger los mayores frutos en el 2023.» «Tenemos una nueva máquina eléctrica de riego de agua, esperamos otras 17 de ese tipo y los sistemas por goteo; recibimos las primeras vitroplantas de la biofábrica de Camagüey; se remodelan escuelas, consultorios, farmacias, bodegas y viviendas en las comunidades donde viven obreros y familiares, de este gran polo productivo agrícola».
Así, con tanto optimismo, recorre los campos Pedro Orisildo Guerra Rodríguez, quien afirma estar enamorado hace 70 años de este cultivo, desde que se inició como obrero agrícola y es reconocido hoy como el hombre-ciencia, especialista o jefe del plátano en la mayor productora del banano fruta en el país.
El bananero mayor no se aplatana a los 83 años de edad, enfrenta las adversidades con peculiar energía: «Ni con la amenaza de la Covid-19 he dejado de trabajar, pues temprano parto hacia los platanales, miren qué saludables están, aquí hay vida»
Acerca del autor
Licenciado en Comunicación Social. Economista y periodista. Escribe sobre asuntos económicos, agropecuarios, de la construcción y la cultura. Multipremiado en concursos de periodismo, festivales de la radio y otros eventos. Atesora las distinciones Félix Elmuza y Raúl Gomez García, los sellos Laureado y 50 aniversario del periódico Trabajadores, y la Moneda Conmemorativa 60 aniversario de la UPEC.