Cargando...Desde que los campesinos conocieron sobre la factibilidad de contar en solo ocho meses con posturas de plátanos, de tres variedades, listas para sembrar y que, además, tienen calidad y fortaleza, muchos son los contratos que pacta cada año la Biofábrica de vitroplantas Camagüey.
Y mucho es, también, el aporte al desarrollo agrícola que se potencia desde este centro biotecnológico. Con ese sueño y con el impulso de Fidel Castro nació la entidad allá por los 90; y aunque ya no multipliquen variedades de caña, los más de 60 trabajadores del centro mantienen el deseo de ser útiles.
A mal tiempo, más ingenio
“La micropropagación in vitro que aquí realizamos es de manera clonada y en condiciones controladas”, así define Lizy Corella Marrero, casi de carretilla, las funciones de la Biofábrica. Lleva unas tres décadas en la entidad y actualmente es especialista en el área dedicada a la esterilización y cocinado de los nutrientes necesarios para las vitroplantas, aunque varias son las áreas de la unidad donde también ha trabajado.
Quizás por eso es de las que defiende el proceso con vehemencia. “Son muchas las ventajas que garantizamos, dice. Las plantas que de aquí salen presentan un mayor crecimiento y vigor vegetativo, un 20 % de incremento del rendimiento, mayor sanidad y uniformidad en el material. Y todo ello sin perder las características fenotípicas y genotípicas de la variedad”.
Pero ese sentido de pertenencia también le ha hecho sufrir cuando no se cumplen los planes productivos. Según Yunior Muñoz Manso, el joven director de la entidad ―solo tiene 26 años― “los años 2020 y 2021 fueron realmente tensos, debido a la Covid-19.
“Aquí más del 80% de los trabajadores son mujeres y varias de ellas laboran en el área séptica de multiplicación, pero al tener niños pequeños, muchas tuvieron que ausentarse. Eso era lógico, teniendo en cuenta que por cada operadora que nos falte se dejan de multiplicar dos mil 175 plantas por un día”.
De 12, tuvieron meses en que solo tres se presentaban. El atraso se acumulaba, así que Yunior dialogó con sus antiguos profesores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Camagüey y vieron la utilidad de emplear estudiantes en dicha área.
“El plan del 2021, acota Muñoz Manso, se cumplió al 60% gracias al apoyo de esas estudiantes, de las cuales dos quieren quedarse y una de ellas hasta nos apoya en el área del control de la calidad”.
A la carencia de personal se les unió la presencia de una bacteria que se diseminó entre las plantas que esperaban alcanzar el crecimiento ideal para pasar al área de adaptación.
“Por ello, apunta el directivo, se perdieron 100 mil vitroplantas en unos tres meses. Este vacilo es endógeno del plátano, pero alcanzó un crecimiento elevado que ante la carencia de operadoras no pudimos controlar, pues ya teníamos atraso en lo que llamamos el pase, el cual se realiza cada 21 días”.
Solo les quedó recoger todo el material afectado, sacarlo de la entidad, fumigar varias veces las posibles áreas afectadas, descontaminar las magentas o frascos y continuar trabajando.
Adaptación y diversificación
Aunque la función principal de la entidad, por varias décadas, fue la reproducción acelerada de semillas de plátanos, tanto fruta, macho y burro, han apostado igualmente por la diversificación de sus producciones. Ahora multiplican malanga, fruta bomba, guayaba, plantas ornamentales y medicinales.
Pero supimos por Yunior que también se cocina un proyecto con la Universidad “para potenciar un tipo de forraje para alimento animal. La planta se denomina Mulato 2 y es familia de la gramínea.
“Su reproducción mediante semillas en el campo demostró que era algo complejo, por lo que pensamos hacerlo in vitro; en la prueba inicial en cajuela arrojó buenos resultados”.
Y es que como detalla Eugenio Miranda González, especialista principal de la calidad, los productores “confían en las vitroplantas y las quieren. Ahora mismo tenemos clientes provenientes de Ciego de Ávila y de Sancti Spíritus, eso demuestra que es efectivo y que la agricultura crece cuando se le pone ciencia”.
