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Cargando...Ha concluido la que probablemente haya sido una de las más singulares ediciones del Festival de Teatro de La Habana. Ha sido un festival de contingencia, un empeño por no romper una línea de continuidad; una propuesta menor, si se asume el peso de la tradición. Pero con todo, esta convocatoria ha dejado buenas experiencias, que muy bien pudieran ser asumidas para próximos encuentros. La programación en la televisión y en las redes sociales, que ahora ha sido columna vertebral, pudiera articularse en futuras ediciones como alternativa, de manera que se diversifiquen las plataformas de socialización del arte del teatro. Ciertamente, nada sustituirá la experiencia presencial, mas otros registros pudieran confluir en una cita que, según su vocación, pretende democratizar el acceso a propuestas de calidad.
Por supuesto, el teatro que se filma para el cine, la televisión y las plataformas digitales exige de una especialización: las demandas del formato; el audiovisual también es un arte. Y en esta edición del Festival se ha podido disfrutar de excelentes materiales, concebidos particularmente para ser apreciados en una pantalla, y que resaltan los valores de las puestas en escena; y otros con menos vuelo. Pero en sentido general la muestra fue atendible.
Interesante ha sido, asimismo, la posibilidad de acceder en las redes y en la parrilla televisiva a las sesiones teóricas y a las presentaciones de libros, actividades que, por lo general, convocan a un público reducido.
De acuerdo, solo una parte de los espectadores del teatro se interesan por su teoría, pero la fatalidad geográfica ha limitado a más de uno.
Gracias al empeño de los artistas, sus agrupaciones y las instituciones de la cultura, no se suspendió el XIX Festival de Teatro de La Habana. La esperanza de todos es que la próxima edición pueda desarrollarse en sus espacios habituales… sumando con entusiasmo el ámbito de la virtualidad.
