El domingo 19 de septiembre, a las tres de la tarde, nació un nuevo volcán a la isla de La Palma, una de las más hermosas y habitadas del archipiélago español Canarias. Cuentan que se escuchó un crujido profundo, seguido de una explosión que anunció el alumbramiento a los vecinos del oeste del estratovolcán Cumbre Vieja.
Luego de varios días de estremecimientos sísmicos, solo perceptibles para los equipos de los científicos que dieron la alarma y la orden de evacuar algunos barrios, los residentes miraron con espanto la columna de fuego y supieron que lo peor estaba por llegar.
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Entre esos vecinos que invocaron al cielo está Armonia Yanes, una cubana asentada en La Palma: “Mi padre es nativo de aquí, a mi me invitaron en 1995 a una fiesta que se celebra cada cinco años, la bajada de la Virgen, y me quedé. Meses más tarde inicié a trabajar como médico forense en el partido judicial de Los Llanos de Aridane. Aquí nacieron mis tres hijos, conocí a mi actual esposo, natural de Galicia, y en el 2008 compramos una casa en el barrio de Las Manchas, que hoy peligra. Con los años fuimos adaptándola a nuestro gusto y necesidades, pero la boca sur del nuevo volcán la amenaza día a día.
La erupción comenzó el 19, justo después de mi cumpleaños, nunca lo podré olvidar. La tierra se abrió de pronto y empezó a salir un humo que se elevó en forma de hongo, como el de una bomba. El rugido es permanente, se escuchan explosiones, y ha empezado a emanar fuego. La lava desciende colina abajo, derrumbando lo que encuentra, como si las construcciones fueran de papel. Va dejando atrás una montaña negra de malpaís, que es como el diente de perro de las costas de La Habana. Súmale las cenizas, que son piedras negras, mientras más lejos de la boca, más pequeñas, pero el peso de ellas sobre los tejados puede hacerlos colapsar. Es una pesadilla lenta, ajena a lo que hemos vivido los cubanos con los huracanes, que son riadas de lluvia y viento que lo destruyen todo de manera fugaz y rápida. Esto es diferente, el volcán seguirá rugiendo hasta que agote el magma de sus entrañas. Se sabe cuándo empieza pero no cómo ni cuándo termina”.
Impactos en la salud y la ecología
El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) ha alertado que el volcán de La Palma emite entre 6 mil y 9 mil toneladas diarias de dióxido de azufre y otros contaminantes. Todo ello conforma altas columnas de gases y cenizas que pueden observarse desde la distancia. Su impacto ha llegado incluso a las Islas Baleares y podría avanzar aún más, en dependencia del viento, según predicciones del Instituto de Geociencias de Madrid.
El dióxido de azufre y esos otros compuestos liberados a la atmósfera, más la nube de cenizas procedentes del volcán, están siendo monitorizados igualmente por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), para predecir su evolución y tomar decisiones sobre el tráfico aéreo, por ejemplo.
La contaminación atmosférica es el mayor factor de riesgo de mortalidad prematura en el mundo, mata aproximadamente a 7 millones de personas cada año. Los datos de la OMS muestran que nueve de cada 10 personas respiran aire que contiene altos niveles de contaminantes, como los vertidos ahora por el nuevo volcán.
Las expertas Diana Rodríguez y Elena Jiménez, de la Universidad de Castilla-La Mancha, aseguran que existen 500 volcanes activos en la Tierra. Cada año se producen de 10 a 40 erupciones de media, las cuales se convierten en una de las fuentes más importantes de gases tóxicos y material particulado (cenizas, humos y aerosoles). El impacto negativo sobre el medio ambiente, el clima y la salud de las personas, amplifica los daños personales y económicos.
Se sabe que en las proximidades al desastre, la lluvia y la humedad pueden ser bastante ácidas. Esto se debe principalmente al ácido sulfúrico formado a partir del dióxido de azufre, el cloruro de hidrógeno y al fluoruro de hidrógeno. Esa lluvia, a la par de provocar la corrosión de metales en edificios e infraestructuras y deteriorar distintos materiales como el mármol, puede afectar la calidad del agua y del suelo (acidificación), perjudicando a animales y plantas.
Las partículas suspendidas en el aire reducen la visibilidad, al depositarse contaminan el suelo y el agua, inhiben la absorción de nutrientes en las plantas y su capacidad para la fotosíntesis. También puede acidificar lagos, arroyos, aguas costeras y las cuencas de los ríos. Las partículas más pequeñas han sido señaladas, además, como responsables de asma, bronquitis crónica y, a más largo plazo, cáncer de pulmón.
¿Por qué las personas viven cerca de los volcanes?
Muchos son los asentamientos humanos construidos en faldas de volcanes o en islas de origen volcánico, como es el caso de La Palma. La historia ofrece fatídicos ejemplos, pero ese permanente desafiar al destino tiene entre sus mas racionales explicaciones el hecho de que esas tierras terminan siendo muy fértiles.
Desde el siglo XV a la fecha han ocurrido 18 erupciones en el archipiélago español, ocho de ellas en la isla de La Palma, que es la que presenta mayor actividad, aunque de vulcanismo fisural, es decir, la chimenea volcánica no es vertical, no está asociada a un cono definido, la lava emerge de forma horizontal y escapa al exterior rompiendo por cualquier parte.
Los expertos consideran que a pesar de ello, puede ser habitada siempre que los vulcanólogos permanezcan atentos. Además, una vez ocurrida la erupción, disminuye considerablemente la probabilidad de que repita otra en corto plazo.