Por: Yaima Puig Meneses
Desde la diversidad, el compromiso y la riqueza de las ideas de nuestra juventud, la histórica Universidad de La Habana fue otra vez escenario para el diálogo honesto y desenfadado con los jóvenes. Apenas amanecía este martes y un centenar de ellos acudía a la emblemática Plaza Cadenas a la espera de un invitado especial: la cita fue con el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Quienes le esperaban eran estudiantes universitarios, también de las Ciencias Médicas; profesores; campesinos; trabajadores de la Salud, de los servicios… y también por cuenta propia, con representación no solo de muchachos de la capital, sino de toda Cuba.
Así los presentó la primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, Aylín Álvarez García, al dar inicio al encuentro, en el cual manifestó su seguridad de que “somos nosotros mismos los que tenemos que contribuir, que transformar, que aportar, que participar…”.
Al aire libre, acomodados en los pocos escalones que conducen a las aulas de la Facultad de Matemática y Computación, los jóvenes hablaron por poco más de tres horas de cambiar modos y maneras de hacer; de experiencias útiles que podrían generalizarse; de errores que pueden y deben corregirse en el afán de construir una sociedad mejor; de proyectos de vida; de la necesidad de superación y su vínculo con la solución de problemas reales; de cuánto nos ha cambiado la pandemia; de sumar voluntades; de ir a los barrios y ser parte de las transformaciones que en ellos se viven… de los muchos desafíos que tienen hoy por delante.
Y porque si se habla de los jóvenes resulta imposible no hacerlo de quienes forman parte hoy del sistema de Salud Pública cubano, Aylín dio la palabra en primer lugar al doctor Alexis García, trabajador del capitalino policlínico Moncada.
Desde sus vivencias allí, y también vinculado a las más disímiles tareas asumidas en la comunidad y en los vacunatorios, el doctor reconoció la entereza, responsabilidad y humanismo con que los jóvenes han realizado su trabajo.
Habló de seguir potenciando la intersectorialidad, para que cada centro laboral que esté en una comunidad se sume a las acciones en ella y sirva de apoyo a los médicos, quienes tienen no solo el reto de superar con éxito la COVID-19, también de dar continuidad a los diversos programas de salud que en el país se desarrollan.
A los barrios han llegado también los jóvenes universitarios con una voluntad tremenda para impulsar los cambios que en cada comunidad se necesitan, desde la participación y el hacer, sobre todo de quienes viven en ellos. Con una voluntad tremenda se han sumado, además, a las acciones de enfrentamiento a la epidemia que “no han sido ni pocas ni fáciles”, como las definió la estudiante de Derecho Karla Santana.
Mientras el país libra un duelo epidemiológico terrible —dijo— nuestros jóvenes se han nutrido ideológicamente, han ganado en sensibilidad y vivido un ejercicio colectivo de solidaridad sincera.
La pandemia nos ha permitido encontrarnos con jóvenes muy valiosos, con responsabilidad y voluntad de hacer. Uno de los mayores retos ahora está en pensar cómo encauzar esa voluntariedad para que en cada cosa que hagan se sientan útiles, reflexionó.
De utilidad y participación en la comunidad habló igualmente David Frank, bailarín y profesor del Instituto Superior de Arte. También de principios inherentes a la Revolución cubana y que son intocables como son la soberanía de la Patria y la justicia social.
Recordó cómo en un reciente intercambio con la Facultad de Danza los muchachos hicieron reclamos muy legítimos y dejaron propuestas sobre cómo mejorar en los barrios los procesos.
Habló entonces de Nairobi, una joven que vive en La Güinera y los invitó a ir allí para hacer juntos, y allá se fueron ellos, porque la esencia no está solo en resolver los problemas en un día, sino en hacer la solución sostenible y que la comunidad se imbrique en ella.
En sus palabras insistió en la importancia de potenciar proyectos culturales comunitarios que concedan participación a todos porque “el arte también transforma”.
El Presidente Díaz-Canel se le vio hacer anotaciones en su agenda; se le escuchó indagar por los perfiles laborales de quienes intervinieron en el encuentro; intercambió experiencias con ellos, respondió inquietudes y les aseguró que nada de lo dicho va a quedar en el vacío, pues son propuestas para implementar y analizar.
Durante el diálogo se refirió de manera especial a las acciones que han comenzado a realizarse en varias comunidades habaneras para solucionar problemas latentes. No vamos a hacer una intervención en la comunidad —enfatizó— vamos, con mucha modestia, a ayudarles a sacar sus propuestas y motivaciones para transformar junto a ellos el entorno.
En ese empeño, aseguró a los jóvenes, necesitamos de proyectos, en los más variados ámbitos y sectores, que nazcan de ustedes, porque son sus ideas las que mejor pueden decirnos qué interesa a los jóvenes. Habló entonces sobre el diseño de políticas públicas para los jóvenes; la búsqueda constante de espacios para el intercambio; el mejor aprovechamiento del conocimiento de los muchachos en diferentes estructuras de los municipios; del vínculo de las tesis de grado, en cualquiera de los saberes, a los problemas que tienen hoy las comunidades; y de no dejar nunca de buscar respuestas en la historia.
Entre la más de media docena de jóvenes que compartieron sus emociones con el Presidente y el grupo de dirigentes del Partido y el Gobierno que lo acompañaban, estuvo también una representación de trabajadores por cuenta propia.
Liliana Hernández García, una muchacha de hablar apasionado y profundo, que funge como secretaria del Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas en la cooperativa no agropecuaria Autochap, ubicada en Guanajay, comentó acerca de las acciones que comenzaron a realizar cuando hace más de un año atrás irrumpió en el país la epidemia.
La cooperativa, que se dedica a la chapistería, pintura y tapicería, puso entonces su taller de tapicería en función de confeccionar nasobucos que entregaron lo mismo a centros de Salud del municipio que a la escuela Solidaridad con Panamá; hicieron pasos podálicos con chapa galvanizada y recortería para entregar a escuelas primarias y a centros de Salud; enviaron a jóvenes a trabajar en centros de aislamiento; hicieron donaciones…
Contó cómo, en medio de esas acciones, fueron retomando simultáneamente su quehacer cotidiano, buscando alternativas y aprovechando las nuevas decisiones que ha ido adoptando el Gobierno en estos meses. Explicó a Díaz-Canel los avances en el encadenamiento productivo, el reaprovisionamiento, la inserción en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y otras acciones que les han llevado incluso a poner en funcionamiento poco más de dos hectáreas de tierra, cuyas producciones dedican al autoconsumo de los trabajadores y en cierta medida a suplir necesidades de algunos centros sociales.
Como un padre habla a sus hijos lo hizo Díaz-Canel a los muchachos. Respondió sus inquietudes y les explicó acerca de cuestiones decisivas que definen la cotidianidad de la nación, como el enfrentamiento a la COVID-19 y los muchos esfuerzos que se continúan haciendo, en medio de un cruel bloqueo económico, comercial y financiero, así como de amenazas externas que pretenden fragmentar a la familia y a Cuba.
Justamente como un hijo quisiera saber de su padre, Aylín, la muchacha alegre y diáfana que apenas pocas horas atrás asumió el enorme reto de dirigir a la juventud comunista en el país, pidió permiso a Díaz-Canel para, antes de concluir, hacerle una pregunta, porque ahora —le dijo— “es su turno”.
Es interés de muchos —aseguró al Presidente— y nos gustaría saber qué lo motivó a decir en el 8vo. Congreso del Partido que “Es preciso hablar y compartir realizaciones con nuestros jóvenes como las más importantes personas que son; distinguirlos como gestores de las transformaciones en marcha”, una frase que se ha convertido en camino para nosotros.
Pareció entonces que el Presidente era otra vez el joven de hace algunos años, y se le escuchó hablar sobre emociones, intimidades, retos laborales y profesionales, responsabilidad y familia, espacio este último donde no solo se nace sino también se forman y forjan ideas, sentimientos.
Mi aspiración —les confió— era ser científico, pero la vida me fue llevando a otros caminos, porque “la vida no es lineal, y también tiene que ver con responsabilidades, con sacrificios, con actitudes, con maneras de asumirla”.
Para mí está claro —les dijo— que hay una cantidad de retos en la sociedad, en la vida hoy, en lo que queremos hacer, donde la razón la tienen los jóvenes, y donde la perspectiva la tienen los jóvenes. Los que tienen la fuerza, la energía y la capacidad son los jóvenes —sin negar a nadie, porque aquí todo el mundo tiene que participar y a todas las generaciones le tenemos que dar espacios—, y ese futuro está en los jóvenes.
“Yo si soy un convencido de eso, (…) yo sí creo en la juventud”, y siempre hay una tarea que darle a los jóvenes, hay alguna tarea en qué convocarlos, en qué comprometerlos, porque uno sabe que si está en manos de ustedes se va a potenciar más, se va a desarrollar más y también los compromete a ustedes y les da un espacio para participar, aseveró.
Todo hay que defenderlo con la juventud —consideró— porque además, “en menos de 10 años ¿quiénes van a estar sentados ahí? ¿Ustedes? No, otros jóvenes… ¿Y quiénes van a estar sentados aquí? ¡Ustedes!”
Involucrarlos es hacerlos parte, reflexionó. Solo hay que ver cuánto están decidiendo ahora en lo que hacemos, cuánto han aportado los debates que hemos tenido en estos días con los jóvenes.
Cuando hablamos con ustedes y los vemos cómo se expresan, a qué aspiran, cómo se han convocado y cuánto quieren aportar, uno se siente muy seguro de que vamos a tener en el menor tiempo posible un país mejor y vamos a tener una sociedad que puede aspirar más rápido a concretar la prosperidad que tanto anhelamos, apuntó.
Convocar, compartir, dialogar, hacer, escuchar, participar… en cada espacio son necesarios nuestros jóvenes. A ellos transmitió Díaz-Canel las gracias por “el encuentro, por el tiempo, por la sinceridad, y por el apoyo, que también nos da mucha confianza”.
(Tomado de presidencia.gob.cu)