En el anterior viaje de LA GUAGUA: Aprenderemos… aprenderemos a comerciar hay un Comentario Digital de Luis:
El dedo en la mismísima llaga del comercio.
Con este CD pudiéramos invitar a todos a bordo a sentirnos contentos por haber expresado tales opiniones, pero también hay uno con otro punto de vista sostenido con argumentos que deben ser igualmente atendidos.
Pero antes de presentar ese criterio, recordemos que Chuchi dijo
Cuando uno ve lo que nosotros los cubanos hacemos con el comercio en Cuba y lo comparamos con el mundo nos damos cuenta de que las cosas las hacemos muy distintas y a lo mejor por eso tenemos todas las inconformidades que tenemos:
Y habíamos llegado a la conclusión de que
También en materia de comercio hay que aprender y compararse con el resto del mundo, donde lo más común es que el trabajo es la fuente donde se obtienen los ingresos para satisfacer las necesidades personales y familiares, y perder el empleo resulta funesto.
No obstante, el CD que invitamos a atender ahora es el de Omar Medina que dice
Es muy difícil lograr comercio y también comerciantes bien preparados sin tener mercancías en cantidades y variedades con las ofertas suficientes que obliguen a trabajar, a sudar la venta y, que de esa, su gestión dependa la cobertura fundamental de ingresos al comerciante.
Estimado Omar Medina, lograr comercio y comerciantes bien preparados es difícil también cuando hay mercancías en cantidades y variedades con las ofertes suficientes, pues nunca será un asunto fácil porque aún cuando hay abundancia, no deja de ser complejo.
En tiempos bonanza, como afirmas, hay que sudar la venta, pero en los de escasez como los actuales, en Cuba, hay que sudar la venta, pero para que no haya acaparadores, revendedores e inescrupulosos dentro y fuera del sector del comercio.
Omar Medina dice
Lamentablemente la falta de cantidades o de alternativas en la compra desvirtúan la actividad comercial, le quitan su esencia de gestionar la venta profesional al enfrentar una compra sin alternativas.
Cuando faltan cantidades o alternativas, en Cuba, la actividad comercial debiera tener otra esencia que es la incompatible con el «trapicheo», y que a pesar de las dificultades debe ser un servicio con calidad, para lo cual se requiere también de técnica.
Cada vez que hablamos, recalcamos que es en Cuba, donde no debemos esperar a que aumenten las ofertas, pues cuando se eleven, lo más probable es que ni el buen servicio llegue ni el trapicheo desaparezca por sí solo.
En resumen: Debemos de mirar las técnicas comerciales de otros países, tomar también las experiencias donde las ofertas tratan de estar a la par de las demandas para no perder oportunidad de vender y obtener ganancias.
Tanto en la realidad presente como las de un futuro previsible a la manera de cada cual, demandan un comercio a lo cubano que no puede ser como hasta ahora, y no se trata de ofertar lo que no hay, sino de que lo existente pueda ser adquirido gracias a procedimientos enfocados al cliente.
¿Qué no hay suficiente para todos? Por supuesto que no lo hay, pero que lo existente no sea con una venta que se interrumpe para acomodar a un empleado y mortificar a decenas o cientos, que lo poco no sea acaparado y revendido a precios superiores y que al cobrar exista moneda fraccionaria para devolver.
Nadie proclama que un empleado no desayune, meriende, almuerce, coma, descanse y tenga adecuadas condiciones laborales, pero ¿habrá alguien que admita que se satisfaga al trabajar del comercio en detrimento del cliente como si no hubiera otra solución?
Por supuesto que abundan más las preguntas que las respuestas, pero agregamos otra: ¿Cómo lograr que en el comercio y la gastronomía haya que cumplir planes que pueden medirse en términos de dinero, pero también de las riquezas que se generan al tener un cliente satisfecho?
Habrá quien pregunte cómo medir la satisfacción del cliente, pero antes hay que tratar de hallar la fórmula para que pueda expresar sus sentimientos cuando paga por una mercancía o servicio, y que sea atendido personalmente por alguien facultado que tramite su planteamiento.
El trayecto de la guagua por esta ruta del comercio cubano en tiempos de escasez no ha terminado, solo andamos por una parada intermedia.
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Acerca del autor
Licenciado en Periodismo y licenciado en Ciencias Sociales, autor de El Foro en Cubahora, jubilado y reincorporado en la Redacción Digital de Trabajadores, donde escribe las secciones LA GUAGUA y EN 500 CARACTERES, fue corresponsal del periódico Vanguardia en tres de las seis regiones de Las Villas, Jefe de Redacción fundador del periódico Escambray, Corresponsal Jefe de la Agencia de Información Nacional (actual ACN) en Sancti Spiritus, colaborador de Radio Progreso, Prensa Latina y Radio Sancti Spíritus; así como Jefe de Información, Subdirector y Director del periódico Vanguardia, donde administró sus foros de discusión.
Para concluir la idea baste decir que estamos muy necesitados de alcanzar como sociedad un peldaño de distribución y reparto de riquezas, una vez creadas en suficiencia, más racional y cercana a las necesidades reales humanas individuales, y de interrelaciones.
¿Cómo lograrlo?, seguro no será calcando el camino de categorías económicas, comerciales, o sociales heredadas.
Gracias.
Siempre se aprende de otros enfoques pero; ¿qué me comentan sobre nuestras experiencias en la distribución de artículos de primera necesidad y con respecto a la justeza de oportunidades desarrolladas hacia bienes para intentar palear efectos del desgaste producido por el siempre presente bloqueo?.
La libreta, una posibilidaded entonces bastante burocratizada de adquirir otros artículos igual insuficientes, incluso algunos no tan necesarios y hasta dañinos a la salud, entre ellos la absurda distribución por igual de tabaco.
Tuvimos épocas de «vacas más y menos flacas». Entonces comenzamos a desconectar productos de la «distribución racional» para pasarlas a la leyes de la oferta y la demanda, hubo épocas de florecimiento «comercial» bajo fórmula de compra y venta liberada; demanda y «oferta» esta última, junto a malos hábitos ya adquiridos en el servicio, el cual se mantenía aún siendo defectuosos e insuficiencias al tratarse de una gama de productos que fuimos distinguiendo como exclusivos exportables o, limitados por gastos de importación no a nuestro alcance por deficiente generación de riquezas que en parte se justifican aun con el bloqueo.
Adquirimos en el marco del «CAME» compromisos de participación en una idea del sistema socialista mundial de practicar cierta distribución internacional del tabajo (producción y mercado), donde, entre otros nos tocaba fundamentalmente productos primarios y materias primas: cítricos, niquel, azúcar, pesca y alguno que otro de mayor procesamiento industrial; pero a su vez favorecidos con precios diferenciados a los de bolsas del mercados mundiales.
Recibimos a cambio tecnologías, hierros que fueron envejeciendo.
Así hasta el desmerengamiento del CAME y con él la necesidad nuevamente de cambiar nuestras fuentes de sustento (turismo, energía, medicina, deporte, música, tabaco, ron, otros etc).
Ahora en nuevas circunstancias de escaseces y acoso económico de todo tipo, de pandemia contamos con ventajas científicas e informática para una versión mejorada de la DISTRIBUCIÓN por el tiempo que dure el nefasto bloqueo. Apliquemos entonces esta ventaja, modernicemos nuestra prodigiosa fórmula de resistir con nuestros centros de distribución, hoy obsoletos, casi olvidos en nuestros barrios y, tal vez nos sorprenderemos de sus múltiples beneficios de ahorro en movimientos de agentes transmisores de virus «pandemiacos y de otras fechorías del trapicheo, de coleros, revendedores y recompradodores», y de su efecto positivo recaudador de circulantes.
Sabemos que seguirá, en cualquier circunstancia, siendo indispensable el incremento de la producción, nadie lo duda.
Mientras que la creación de bienes y servicios no se reanime y logre, en nuestra sociedad un sentido de satisfacción no consumista; pero suficiente, resulta incierto afirmar que el patrón comercial comparativo como referencia histórico-social, es el de la competitividad por las ganancias.
De ser así, nos dice cuanto de evidente se mantiene todavía el reto de construirnos ese anhelado patrón de atención profesinalizada con un nivel de motivaciones que provengan o no de distribuir consumos elementales, con un nivel suficiente de equidades y oportunidades. Así como por igual de ventas que maximizan consumos que puedan marcar las diferencias de gustos, poder adquisitivo alcanzado con empeño individual, familiar o de colectivos de productores asociados.
Nuestras técnicas comerciales, si las comparamos con las aplicadas en otras vitrinas por el mundo veremos como, al rasgar estas últimas un poco con las uñas, no son tan «suficiente» ante una supuesta «distribución» con cierto nivel de justeza, como lucen los productos que ofertan y su finalidad de venta o realización como mercancia . También debemos reconocer que las nuestras, nuestra vitrina está todavía pésimamente lúcida y ausente en variedad de productos, cuyo fin suponemos no sea el consumismo irracional.
Me gustaría mucho también aprender, atender a este concepto de distribución en una sociedad socialista y sus técnicas sociales renovadoras. Respecto a la crítica científica a modelos y categorías que pretendemos dejar atrás de sistemas y ordenamientos anteriores al nuestro; sobre todo los sistemas referidos y sus técnicas de justeza económica. Si atendemos esta problemática al igual que exigimos y pretendemos hacer en otros campos como son el de género, raciales, territoriales, de origenes, religiosos, prototipos de lo feo y lo bello, etc.
Gracias.
Estimado Chang:
La caricatura me motivó a glosar sobre un tema, el «antihorario» de estas unidades (sin tocar del maltrato al consumidor por razones de cuadres, almuerzos, meriendas y conversaciones en horario supuestamente laboral). Por razones válidas en general pero no justificativas para lo mal hecho, como la covid, el ahorro energético y otras, han surgido nuevas variantes de acortamiento del horario real de atención o apertura de estas instituciones, incluyendo cierres antes de hora. Sucede que otras entidades mantienen su horario laboral y el trabajador, al retornar a su barrio, no puede adquirir determinado producto pues la tienda o bodega ya cerró. Le pongo un ejemplo real. El combinado del Reparto Iglesias en Matanzas lleva más de dos meses cerrando una hora antes, manteniendo el resto de su horario. Sin entrar a analizar que los bodegueros están recibiendo una hora de salario no laborado diariamente de la empresa de comercio, los consumidores que atiende y que en esos días, por razones del cumplimienmto de su propia jornada laboral, llegaban después de las seis, no podían adquirir sus productos básicos.