Tal y como ha sido reconocido por las autoridades sanitarias del país, en los últimos tiempos han aumentado los eventos institucionales a causa de los contagios por la COVID-19. Por este motivo la Central de Trabajadores de Cuba hace un llamamiento a las administraciones y organizaciones sindicales a incrementar el combate y a fortalecer las medidas higiénico-sanitarias, entre otras, para evitar que un gran número de trabajadores se enfermen, con las consiguientes consecuencias que ello implica para la economía.
La Empresa de Tabaco Torcido Miguel Fernández Roig, La Corona (perteneciente al Grupo Empresarial de Tabaco de Cuba) y la unidad empresarial de base (UEB) Empacadora Camilo Cienfuegos (de la Empresa Cárnica de La Habana), fueron dos entidades afectadas en este sentido. La primera cerró sus puertas durante una semana en febrero, en tanto la segunda estuvo 17 días sin producir embutidos para la canasta básica y el consumo social, aunque según comentó su director, Juan Antonio Miralles Carvajal, otros establecimientos asumieron ese déficit.
Lo primero que hicimos fue aislar a los miembros del consejo de dirección que estuvieron en contacto con la jefa de Recursos Humanos, quien resultó positiva al PCR —expresó Miralles—. Ese día tan pronto se conoció la noticia los compañeros que quedaron al frente de la fábrica contactaron con el policlínico de Capdevila (en el municipio capitalino de Boyeros) que nos atiende, así como con la Dirección de Salud e Higiene y Epidemiología del territorio.
No tuvimos la certeza de cómo ocurrió el contagio, pero ya cuando aparecieron más casos (18 en total) la decisión fue cerrar la fábrica, aunque en el centro quedó un mínimo de personal para facturar la producción terminada.
Esa interrupción, continuó Miralles, significó que no se produjeron 150 toneladas de embutido para la canasta básica y el consumo social, y se dejaron de ingresar 5 millones 172 mil pesos a la economía.
Por otra parte, Isbel García Fernández, directora adjunta de la fábrica de tabacos anteriormente mencionada, señaló que esta cerró en la última semana de febrero, pues alrededor de 20 trabajadores se enfermaron con la COVID-19, fundamentalmente por los vínculos familiares que muchos de ellos tienen con integrantes del colectivo laboral de Brascuba, donde también hubo un evento institucional. Solo en ese mes, La Corona dejó de producir 400 mil unidades físicas de tabaco, con un valor de 23 millones de pesos.
Ambos directivos reconocieron que desde el inicio de la pandemia, en marzo del pasado año, en sus centros se tomaron las medidas indicadas, las que se han incrementado luego de las experiencias negativas afrontadas. Entre estas se mantienen con un estricto control la toma de la temperatura a la entrada de la institución, la ubicación de los pasos podálicos, el cumplimiento del distanciamiento físico, y otras.
No obstante, Miralles acotó que en la UEB Camilo Cienfuegos es un requerimiento cumplir con las normas higiénico-sanitarias establecidas en las fábricas de alimentos, como el lavado constante de las manos. “No es algo impuesto por la pandemia, sino que forma parte de las buenas prácticas que se exigen en la industria alimentaria”.
Al margen de la desinfección y la limpieza de áreas y locales con soluciones cloradas, en la fábrica La Corona se tomó también la medida de separar lo más posible a los trabajadores en el área de la galera (donde se realiza el torcido) y se organizaron dos turnos de trabajo, en días alternos.
“Ahora, alrededor de 40 torcedores serán reubicados en otra entidad de este tipo y nosotros nos quedaremos con 190 de ellos. De esta forma garantizaremos el necesario distanciamiento físico; no se afectarán los trabajadores desde el punto de vista económico ni tampoco el país, en relación con un renglón tan importante como el tabaco”, enfatizó Isbel.
Para el secretario general del buró sindical en la fábrica La Corona, José Miguel Álvarez Borges”, “ajustarse a lo establecido es la mejor medida para cortar el mal de raíz y evitar males mayores”.