Muchas eran las pérdidas de producciones que sufrían los trabajadores de la UEB Recape Horacio Cobiella, ubicada en Camagüey, perteneciente a la Empresa Nacional de la Goma. Una vez sacaron cuentas de que cerca de 300 kilogramos de materias primas se dañaron por no contar con un viscosímetro para medir la viscosidad y otros parámetros de flujo de un fluido.
“Aquí los cascos entran y se les elimina el 50% de la materia inservible, explica Calixto Raúl Salgado Báez, jefe técnico productivo de la UEB. Luego, pasan por un proceso de chequeo, bandeo, cementado y vulcanización, en el cual se le restablecen en 72 horas las características con la que vienen de fábrica.
“Nuestro trabajo redunda en un ahorro sustancial de divisas, ya que puede prescindir de la compra de neumáticos grandes que se emplean en la agricultura y de otros formatos que también recuperamos y son muy costosos en el mercado internacional. Es una actividad importante que rinde frutos”.
Pero a ojo y con experiencia no se podían cumplir todos los parámetros y las exigencias de calidad necesaria; y, aunque los números de aceptación por parte de los clientes rondaban el 85%, ellos se dieron a la tarea de buscar una solución para no perder más materia.
Respuesta en casa
Existen varios tipos de viscosímetros en el mercado mundial, con precios que van de 500 a 7 mil dólares o más, según las cualidades. En Camagüey no se cuenta con ninguno, pero sí con un géometro, que permite, como explica Yadira Suárez Cabrera, la laboratorista, acercarse a los valores que necesitamos.
“El dato que requerimos en la producción, que es el tiempo de quemado del compuesto donde pasa de un estado a otro no lo podemos obtener, pero con el geómetro conseguimos el valor T90, que es la temperatura donde comienzan los cambios de la materia que se asemeja bastante al tiempo de quemado”, acota la también dirigente sindical de la entidad.
Pero, por años, estuvo roto. Así que se dieron a la tarea de recuperarlo con el apoyo de especialistas y en menos tiempo de lo esperado, unos tres meses, comenzó a funcionar.
“El aparato, señala Salgado Báez, llevaba bastante tiempo fuera de servicio y debíamos basarnos en la experiencia y pericia del especialista que directamente en el proceso de vulcanización iba mirando el producto, observando las diferentes transformaciones.
“Pero hay compuestos que no se pueden mirar y solo se espera a que salgan los dados para determinar si les falta tiempo de molinado o de cura. Ahora todo es más fácil, porque nos permite mayor exactitud a la hora de medir los parámetros, calidad y precisión”.
El renovado equipo, según detalla Suárez Cabrera, “se conecta a un software de la computadora. Se le pone el material, se enciende el motor y por el programa de la computadora agrego los valores requeridos, como los 180 grados para calor y se esperan seis minutos.
“Luego la curva del proceso indica lo que sucede con el material y durante ese ensayo compruebo su evolución. Si es para materia en frío serían 150 de temperatura durante 12 minutos; esas son las tecnologías con las que se trabaja en los talleres que tenemos”.
Para ser mejores
A más de 600 clientes de casi toda Cuba le llegan gomas recapadas en Camagüey y por dos años han resultado como la mejor UEB de la Empresa en el país. Y es que como asegura Rogelio Fernández Ulloa, director de la recapadora agramontina, trabajar y hacer más es la tarea de orden.
Quizás por eso otra de las acciones que ejecutan en la entidad es la de mejorar las condiciones de trabajo y de las destinadas a recibir a los clientes.
“Esas son obras que hacían falta, dice el director. Por ejemplo no teníamos local para el parqueo de bicicletas y de carros y ahora contamos con uno muy bueno.
“Los clientes vienen de lugares tan lejanos como Sacnti Spíritus y no teníamos las instalaciones sanitarias para ellos. Así que las construimos. Pero también hemos mejorado los techos del lugar, el alumbrado del taller y hasta la alimentación y el área de cocina, uno de los planteamientos más viejo”.
El 2020 comenzó cargado de acciones constructivas en las que venían trabajando y con un plan económico transformado que algunos pensaban que no cumplirían.
“Nuestro plan es de más de 17 mil 750 gomas, continúa el directivo, y en el primer semestre ya llevábamos más de 650 por encima de lo planificado hasta la fecha, lo que nos ayudó mucho en julio. Eso, además, nos permitió duplicar la producción mercantil y que los trabajadores ganaran más divisa por las producciones físicas”.
No obstante, un problema aún rondaba: el incumplimiento de los contratos y las entregas de algunas empresas, principalmente de la agricultura.
Y es que por años, a pesar de la importancia del ahorro y de recapar todo lo posible, varios organismos preferían deshacerse de los neumáticos y no entregarlos a la unidad. Entre los morosos sobresalieron siempre los de la agricultura que representan más de cuatro mil gomas, casi el 30% de la producción.
En la actualidad esa realidad ha mejorado, en cierta medida, pero aún conlleva mucho diálogo y alternativas, que han derivado en más cascos que años pasados.
El período aún no concluye y los de la recapadora camagüeyana siguen buscando opciones para ahorrar energía y cambian turnos para que no sean en horarios picos; ante la carencia de la penca, compuesto necesario para trabajar las gomas traseras de tractores, examinan opciones para aumentar las producciones de otras líneas y no perder tanto; ellos, siguen recapando e inventando.