Un gran nasobuco superpuesto a la superficie del continente podría ser este año la imagen representativa de la celebración del Día de África, proclamado por la prestigiosa Organización de la Unidad Africana (hoy Unidad Africana) el 25 de mayo de 1963 en Addis Abebba, capital de Etiopía, ante 32 líderes de la región.
Ahora les amenaza la pandemia del SARS-CoV-2, pero antes han sufrido y sufren el ébola, el sida, el cólera, el dengue y otras enfermedades ya endémicas del África subsahariana. También les han afectado severas sequías, desastres naturales diversos y hambrunas, males que les han asolado durante años sin la ayuda que merecían de las potencias colonialistas que se beneficiaron (y aún lo hacen) de las fabulosas riquezas de África.
La extracción de materias primas, minerales estratégicos y mano de obra esclava africana financiaron gran parte del desarrollo capitalista, económico e industrial de países del primer mundo. Y para mantener tales privilegios, instigaron asesinatos de líderes independentistas, auspiciaron golpes de Estado y promovieron divisiones territoriales que facilitaban el control y dominio de los territorios.
Desde el 2003 el continente se ha recolocado entre los principales intereses geopolíticos, militares y económicos de Estados Unidos y otras potencias imperialistas.
Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York, la Administración republicana del entonces presidente George W. Bush, diseñó (sobre presupuestos esbozados por su predecesor, el demócrata Bill Clinton), un nuevo esquema estratégico para esa región, mientras lanzaba su campaña de supuesta lucha antiterrorista internacional, iniciada con las invasiones a Afganistán (octubre/2001) e Iraq (marzo/2003).
Años más tarde (marzo/2011), los devastadores bombardeos de la Otan, brazo armado de EE. UU., a la norafricana Libia, la destrucción de su infraestructura política y socioeconómica, así como el vil asesinato de su líder, coronel Muamar el Gadafi, daban fe de los objetivos yanquis y sus aliados en la contienda contra todo el continente.
Paulatinamente, África transitó de ser un tema de importancia de política exterior para Estados Unidos, hasta convertirse en prioridad estratégica para su seguridad nacional.
Las modificaciones y variantes a los planes estadounidenses en esa región fueron ejecutándose de manera sistemática, reforzados por el creciente interés de las grandes compañías en potenciar sus inversiones debido a los importantes (y baratos) recursos estratégicos. En el aspecto militar, se reforzó la presencia castrense foránea en países que respondían a tales prioridades.
No obstante los altos beneficios, las potencias y países capitalistas han preterido a África ante cada urgencia humanitaria. Frente a la actual pandemia de la COVID-19 les han dificultado la adquisición de medicamentos, nasobucos y otros medios de protección.
Los sistemas de asistencia médico-sanitaria de varias naciones africanas se encuentran en crisis, millones de sus ciudadanos carecen de seguro médico, hospitales y medios para financiar esos servicios.
Líderes del área han prestado atención a la contención de la pandemia, que ha contagiado a cerca de 100 mil habitantes y provocado la muerte a más de 3 mil.
Cuba y África, unidas por entrañables lazos históricos, de hermandad y solidaridad, continúan tejiendo una hermosa relación que ha llevado a tener proyectos de cooperación en prácticamente todos los países del continente.
Frente a la pandemia actual, destaca el rol de las brigadas médicas cubanas con sus 4 mil 286 trabajadores de la salud en 31 países, quienes se han puesto a disposición de los Gobiernos. A ellos se han sumado 452 especialistas de las brigadas Henry Reeve o Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias (20 en Cabo Verde, 10 en Togo, 216 en Sudáfrica, 205 en Angola y una en Santo Tomé y Príncipe).
Vale recordar que el 6 de mayo del 2001, durante la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a Argelia, alertó que “África, explotada durante siglos, y de la cual fueron arrancados millones de hijos para convertirlos en esclavos, merece nuestro más decisivo apoyo… hago votos por África, hago votos por un mundo más justo y más humano”.