El Día Mundial del Teatro fue instituido en el año 1961 por el Instituto Internacional del Teatro, con el fin de promover esta manifestación de las artes escénicas y lo que esta significa para el desarrollo de la cultura universal. Desde la instauración de esta celebración, en Cuba se realizan múltiples eventos, puestas en escena, festejos y otros encuentros organizados por el Ministerio d Cultura, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Asociación Hermanos Saíz, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, entre otros.
A pesar de los contratiempos derivados de la repercusión internacional de la pandemia del Covid-19, debido a la cual en nuestro país han sido postergadas las actividades culturales que generen la concentración de público, de acuerdo con las medidas adoptadas por el Ministerio de Cultura como prevención y enfrentamiento a la contagiosa enfermedad, los teatristas cubanos celebrarán su día, el venidero 27 de marzo, desde las trincheras individuales de la creación, la mayoría de ellos desde sus respectivas viviendas.
Esta festividad fue concebida como llamada de atención para que gobiernos, políticos e instituciones vean el valor de las artes escénicas para la sociedad y para el crecimiento económico.
Entre los acontecimientos más importantes para encomiar esta fecha se encuentra el mensaje internacional difundido ese día a todo el orbe por una personalidad relevante, quien a solicitud del ITI, da a conocer sus criterios sobre la cultura y el teatro, en tanto felicita a los creadores por su labor en este sector tan enraizado en el gusto popular.
El primer mensaje con motivo de esta celebración fue redactado en el año 1962 por el célebre poeta, dramaturgo y cineasta francés Jean Cocteau . Posteriormente, esa encomienda les fue solicitada por el ITI a otras importantes figuras, como Arthur Miller, Laurence Olivier, Pablo Neruda, Richard Burton, Antonio Gala, Humberto Orsini, Wole Soyinka, Miguel Ángel Asturias, John Malkovich y Darío Fo.
Este escrito se traduce a más de 50 idiomas. Su autor lo lee para miles de espectadores y se imprime en cientos de periódicos e igualmente es promovido por cerca de 100 instituciones del ITI alrededor del orbe.
El pasado año, y por vez primera, la tarea recayó en un cubano: el Premio Nacional de Teatro 2016, Carlos Celdrán, destacado dramaturgo, director teatral y pedagogo, director artístico y general de Argos Teatro, grupo que fundó en 1997. Es el actual presidente del Centro Nacional del ITI en Cuba. Cursó estudios de Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte y se graduó en 1985 con la obra Catálogo de señales.
En su mensaje, vigente hasta el próximo viernes 27 de marzo del 2020, Celdrán apuntó, entre otras nutridas y relevantes palabras: “…Mi país teatral son esos momentos de encuentro con los espectadores que llegan noche a noche a nuestra sala, desde los rincones más disímiles de mi ciudad, para acompañarnos y compartir unas horas, unos minutos. Con esos momentos únicos construyo mi vida, dejo de ser yo, de sufrir por mí mismo y renazco y entiendo el significado del oficio de hacer teatro: vivir instantes de pura verdad efímera, donde sabemos que lo que decimos y hacemos, allí, bajo la luz de la escena, es cierto y refleja lo más profundo y lo más personal de nosotros. Mi país teatral, el mío y el de mis actores, es un país tejido por esos momentos donde dejamos atrás las máscaras, la retórica, el miedo a ser quienes somos, y nos damos las manos en la oscuridad.
“La tradición del teatro —agregó— es horizontal. No hay quien pueda afirmar que el teatro está en algún centro del mundo, en alguna ciudad o edificio privilegiado. El teatro, como yo lo he recibido, se extiende por una geografía invisible que mezcla las vidas de quienes lo hacen y la artesanía teatral en un mismo gesto unificador. Todos los maestros de teatro mueren con sus momentos de lucidez y de belleza irrepetibles, todos desaparecen del mismo modo sin dejar otra trascendencia que los ampare y los haga ilustres. Los maestros de teatro lo saben, no vale ningún reconocimiento ante esta certeza que es la raíz de nuestro trabajo: crear momentos de verdad, de ambigüedad, de fuerza, de libertad en la mayor de las precariedades. No sobrevivirán de ellos sino datos o registros de sus trabajos en videos y fotos que recogerán solo una pálida idea de lo que hicieron. Pero siempre faltará en esos registros la respuesta silenciosa del público que entiende en un instante que lo que allí pasa no puede ser traducido ni encontrado fuera, que la verdad que allí comparte es una experiencia de vida, por segundos más diáfana que la vida misma”.
Este año, el compromiso de redactar estas palabras recayó en el reconocido dramaturgo Shahid Nadeem, de Pakistán.
Mensaje de Shahid Nadeem por el Día Mundial del Teatro