“La pintura es un estado del ser;
cada artista pinta lo que es”.
Jackson Pollock
Con una obra eminentemente expresionista, la reconocida pintora, dibujante e ilustradora Liliana Cortina Rosabal (La Habana, 1963), trasciende su quehacer pictórico dentro del variopinto universo insular de las artes visuales. Su producción plástica parte de la deformación de la realidad que le rodea, para buscar una expresión emocional y subjetiva de la naturaleza y del hombre, en tanto impactar al espectador y llegar a su lado más sensible e interior.
En sus más recientes trabajos, concebidos desde diferentes ángulos de la existencia humana, esta artífice transmite disímiles sentimientos, emociones o conductas que emanan de su propia perspectiva o intuición personal para revelar discursos con gran subjetividad, generalmente ajenos a la realidad, pero anclados en ésta con una impronta fuerte y profunda, en la que el observador identifica mensajes relacionados con sus experiencias de vida o encuentra en ellos algo que lo “hace sentir”. Ella tiene algo que decir para todos, basta escudriñar sus lienzos o cartulinas. De ahí, uno de los principales valores éticos de sus iconografías.
Liliana apostó por un arte de la renovación, de la percepción y la emoción. Sus pictografías poseen una carga dramática que emana desde la conjunción de los cuerpos, generalmente femeninos —algunos, amorfos, transgresores; otros, hermosos, voluminosos, alegres—, en ambientes sobrios, a veces místicos, con evidentes alusiones a la desnudez de las almas, como si intentara retener con el pincel sentimientos muy recónditos y revueltos.
Su racional uso de los pigmentos —claves en sus composiciones—, le permite crear tricromías en las que se combinan diferentes tonalidades de amarillos, negros, grises y ocres con acertado uso de los blancos; a través de los cuales concibe las figuraciones que germinan desde fondos más bien planos, sin interesarse mucho por la perspectiva o la elaboración de ideas complementarias que en última instancia pudieran restar protagonismo a las narraciones de los personajes protagónicos.
Su obra, marcadamente existencial y con trasfondo filosófico y psicológico, puede ser apreciada de diversas maneras, según el estado anímico del observador, así como por su universo cognoscitivo y su poder de interpretación. Por ello, el arte de Liliana es rico y plural, profuso y diverso.
En su intento por descifrar el enigma y el misterio de la esencia femenina lo hace mediante un arte asequible a los más variados modos y maneras en que el hombre puede entender la vida porque, en definitiva, su obra se nutre de la vida misma, teniendo como presupuesto la premisa del célebre pintor francés Paul Gauguin* (París,1848-Atuona, Islas Marquesas, 1903): “El artista no debe copiar la naturaleza, sino tomar sus elementos y crear un elemento nuevo”.
Con más de 30 exposiciones personales y colectivas, respectivamente, Liliana ha consolidado un estilo muy personal; ahora interesada en el afianzamiento de un lenguaje pictórico que no trata de hacer énfasis en lo estético, sino en representar sus emociones más intensas, en atmósferas incuestionablemente expresionistas, impactantes y descriptivas. Y lo logra con soltura y ligereza.
* Eugène Henri Paul Gauguin fue un pintor postimpresionista reconocido después de su fallecimiento. El uso experimental del color y su poder de síntesis, lo distinguieron dentro del impresionismo. Su trabajo fue de gran influencia para los vanguardistas franceses y muchos otros artistas modernos como Pablo Picasso y Henri Matisse.