Ñico López, ejemplo vivo

Ñico López, ejemplo vivo

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La vida revolucionaria de Antonio López Fernández, Ñico, constituye una emocionante historia caracterizada por la total entrega a la causa que abrazó desde la adolescencia.

Nació el 2 de octubre de 1932 en el seno de una humilde familia, conoció de escaseces y privaciones que le hicieron comprender cuánto dolor representaba para las capas más desfavorecidas la existencia de un régimen social plegado a los intereses de los capitales nacionales y foráneos, en especial a los estadounidenses. Tal situación le permitió comprender la necesidad de un cambio radical en la sociedad, de ahí que a los 15 años se incorporara a la sección juvenil del Partido del Pueblo Cubano-Ortodoxo (PPC-O), creado por Eduardo Chibás. Allí se destacó fundamentalmente en las actividades obreras y estudiantiles.

Ante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 manifestó su oposición al régimen de facto. Tras la muerte de Chibás, en el Partido Ortodoxo surgieron dos corrientes: una abogaba por la vía electoral, en tanto la otra, conformada básicamente por los más jóvenes, defendía la insurreccional. Ñico se encontraba en estos últimos.

El 1.o de mayo de ese año, militantes ortodoxos acudieron ante la tumba del joven trabajador del transporte Carlos Rodríguez, asesinado durante una manifestación obrera. Allí se conocieron Fidel Castro Ruz y Abel Santamaría Cuadrado. A partir de entonces un grupo se jóvenes opuestos a la tiranía, entre ellos Ñico, se nucleó alrededor del  primero en el movimiento revolucionario que protagonizó las acciones del 26 de julio de 1953 contra los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Convincente orador

El 14 de agosto de ese año partió Ñico  al exilio en Guatemala, junto con tres asaltantes. Allí entablaron amistad con el médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, a quien comenzaron a llamar Che. En enero del siguiente año, Ñico organizó un acto para conmemorar el aniversario 101 del natalicio de José Martí. Che  estuvo presente y años más tarde escribió:

“Cuando oía a los cubanos hacer afirmaciones grandilocuentes con una absoluta serenidad me sentía chiquitico. (…) Ñico dejaba su alma en el micrófono y por eso entusiasmaba hasta a un escéptico como yo”.

Valoración de Fidel

En la noche del 29 de febrero de 1956, el Consejo Director del PPC-O se reunió para analizar si se sumaba o no  a un diálogo cívico convocado por la Sociedad de Amigos de la República. Un grupo de jóvenes reunido en las afueras desencadenó una reyerta  que fue disuelta por la Policía, tras lo cual Ñico manifestó que si bien el Movimiento Revolucionario 26 de Julio no estaba de acuerdo con esas conversaciones, tampoco lo estaba con lo sucedido.

Su explicación no fue aceptada y el 4 de marzo la revista Bohemia publicó  que el Consejo Director del PPC-O exigía una condena  por parte de Fidel quien se encontraba en México. Esta la publicó el propio órgano de prensa a la semana siguiente bajo el título La  condenación que se nos pide, donde  Fidel señaló no estar obligado a dar explicaciones sobre hechos en los cuales no le cabía responsabilidad alguna, y con respecto a Ñico, precisó:

“(…) ¿qué derecho tienen esos dirigentes —los que lo crean— a suponer que lo ocurrido obedeció a una consigna de nuestro Movimiento y no merecerles por otra parte la menor consideración la palabra de un compañero abnegado y valioso que luchó en Bayamo el 26 de Julio, que pasó dos años de exilio en México donde se le vio dormir en parques en pleno invierno y desmayar de hambre por no alargar la mano para mendigar limosnas de los exiliados ricos, que en Cuba ha estado a la vanguardia de todas las manifestaciones callejeras y protestas cívicas, sufriendo golpes y persecuciones casi a diario, que dedica las madrugadas a trabajar rudamente en el Mercado de La Habana para sostener a su familia y a su padre que yace inválido en un Hospital por grave enfermedad, y de día trabaja sin descanso por su patria, que es un ejemplo vivo de todos los idealismos y todos los sacrificios y tiene, por tanto, en un Partido donde se respete el mérito verdadero, más derecho a hablar y a que se le escuche y a que se le crea, que muchos de los que allí creen cumplir sus deberes para con Cuba reuniéndose una vez al mes para emitir unas declaraciones intrascendentes dedicando el resto del tiempo a sus negocios, a sus profesiones y a sus más particulares intereses? (…)”.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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