Cargando...Existe en Matanzas una habitación que perteneció a La Habana. No es un cuarto cualquiera. Se trata de la alcoba donde un día como hoy, hace 114 años, muriera el General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez Báez.
En el patio interior del Centro de Veteranos, en plena ciudad de Cárdenas, está el aposento. Allí encontró su lugar definitivo… Siempre que habla al respecto, Acela Moré Tamayo se emociona. “Es una honra preservar un recinto tan valioso”, dice y sus ojos se posan en la cama de hierro. El lecho lleva una sábana blanca y, encima, la bandera cubana. “Su corazón dejó de latir el 17 de junio de 1905”.
Por esa fecha, la familia Gómez Toro habitaba la casa sita en la calle 5.a, esquina a D, en el Vedado. Según Acela, años después del fallecimiento del General en Jefe, los propietarios de la vivienda deciden demolerla para destinarle otro uso. “Por ese motivo se realizaron gestiones para salvar la habitación de una inminente pérdida y mudarla a estos predios. Es una suerte haberlo conseguido”, confiesa.
Danilo Martínez Carmenate, conocedor del suceso, narra que ello fue posible gracias a la iniciativa de Oscar María de Rojas, fundador y primer director del Museo y Biblioteca Pública de Cárdenas, de efectuar trámites para rescatar el cuarto y luego trasladarlo a la Ciudad Bandera, lo que se logró por medio de otros dos cardenenses, Vicente Font y Benito Lagueruela.
Máximo Gómez y su relación con Cárdenas
En síntesis, refiere Martínez Carmenate, fue Máximo Gómez quien propuso el nombramiento de Carlos María de Rojas como General… El hermano de Oscar María y jefe de la brigada de luchadores de Cárdenas, antes había sido ascendido a comandante por Maceo.
En febrero de 1899, en viaje de tránsito hacia La Habana, el jefe mambí se detiene en Cárdenas. Se hospeda justo en la Quinta de los Rojas, en la calle Real. En el libro de Actas y Correspondencias deja constancia de la histórica visita Oscar María.
Manuscrito por él, en el propio texto relata cómo los pisos, las ventanas y los techos de la habitación mortuoria de Máximo Gómez viajaron a Cárdenas por ferrocarril, hecho insólito que constituyó el primer monumento que se traslada en Cuba.
En el año 1909, en el antiguo local del Museo y Biblioteca Pública, ubicado en la Avenida de Vives, quedó montado el cuarto, en lo que fue su primera sede en Matanzas. En 1913, Margarita, hija de Gómez, visitó el recinto y se impresionó debido a la fidelidad entre este y la alcoba original. El efecto causado provocó que Urbano, otro de los descendientes del Generalísimo, donara el mobiliario del dormitorio para ubicarlo en el aposento reconstruido. Entre las piezas figuran la cama camera de hierro y el bastidor de alambre, el escaparate personal, una mesa y silla de noche…
Luego, varios factores determinaron volver a mudar la alcoba de lugar. El 30 de julio de 1986, fue reinaugurada en su nueva y definitiva sede, el Centro de Veteranos, que a partir de entonces adoptó el nombre del glorioso jefe del Ejército Libertador.
El cambio provocó, explica Martínez Carmenate, una reconstrucción del inmueble. Aunque el piso es el original, ya no lo son ni las puertas ni las ventanas. Tuvieron que ser reproducidas. Incluso, el año pasado, fue reparado parte del techo, expresó el especialista del museo Oscar María de Rojas.
Sin embargo, todo lo demás es auténtico, con un placer enorme lo asegura Acela Moré Tamayo. En la habitación existen diversos objetos donados por distintas personalidades. Un par de pantuflas usadas por el Generalísimo hasta el momento de su muerte, la copa de cristal donde bebió durante su visita a Cárdenas, fragmentos de dos horcones de su rancho natal, la mascarilla mortuoria.
En el Centro de Veteranos, hay una impresionante galería con los rostros de los integrantes de la brigada de Cárdenas. Emocionada, manifiesta Acela: Gómez está aquí, al frente de este ejército de patriotas. Y la imagen, para ella, tiene una elocuente lectura. Máximo Gómez Báez legó una entereza a la que nunca debiera renunciarse. En estos difíciles tiempos que vive el país, necesitamos seguir el ejemplo de un hombre al que nada ni nadie doblegó.
Siento emoción,de conocer que Vicente Font Amador hijo de mi tía bisabuela, participó
y logró con éxito este traslado tan inportante para los cardenenses.
Gracias por este trabajo.
Es verdad, en Cubadebate hay un reportaje de lo mismo pero con mas fotos….
Que pena que un trabajo tan interesante no tenga mas fotos.
Hasta yo que soy la autora lo lamento. Por alguna razón no funciona la tarjeta de la cámara fotográfica que utilicé. Pensando siempre en plan b, tomé algunas con el móvil, pero sin calidad esperada… Ofrezco disculpas y veré cómo logramos enmendarlo. Gracias.