En términos de supervivencia política, Benjamín Netanyahu ha flotado como un corcho. Sobrevivió a las recientes elecciones parlamentarias en Israel lo cual le permite continuar en el cargo de primer ministro de un Gobierno formado por su Partido Likud y una coalición de similares organizaciones ultraderechistas israelíes.
En su victoria electoral, señalan analistas, ha sido determinante el apoyo recibido por el Gobierno del Presidente de Estados Unidos
Donald Trump, al reconocer las ocupadas Alturas Sirias del Golán como territorio de Israel, el carácter de Jerusalén como capital del Estado sionista, el traslado de la embajada norteamericana a la Ciudad Santa y la suspensión de la asistencia humanitaria a los refugiados, através de la ONU.
Prolegómenos del denominado Acuerdo del Siglo, concebido por el actual inquilino de la Casa Blanca para la solución al estilo yanqui el conflicto palestino-israelí, que se prolonga por más de 70 años debido a la negativa a reconocer los inalienables derechos del pueblo árabe a su Estado soberano e independiente, con Jerusalén Oriental como capital.
Trump pretende, con absoluto desprecio a las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y al crítico rechazo de la comunidad internacional, imponer su apoyo a la anexión Israelí de los territorios árabes ocupados militar e legalmente en 1967, para transformar el mapa geopolítico del Oriente Medio.
De ello se deriva además, el estímulo a la pretendida colonización de una porción de Cisjordania, acto preconizado por el premier judío sobre el cual sustentó una parte de su plataforma electoral y con ello hacer realidad la ávida geofagia expansionista de Tel Aviv y los planes del sionismo mundial: la creación del Gran Israel.
El engendro del Acuerdo del Siglo, falazmente anunciado como un plan de paz por el mandatario norteamericano, se mantuvo en un relativo secreto, hasta hablara de él Mike Pompeo, Secretario de Estado de UU.UU., uno de los más feroces halcones de los que acompañan a Trump en la Oficina Oval en Washington.
Pompeo, en testimonio rendido ante diferentes Comités del Congreso y que fueron citados por BBC Mundo y otros medios de prensa, aseveró que este “pacto del siglo” podrá ser puesto en marcha antes que pase mucho tiempo (y menos de 20 años), pero sugirió que tal iniciativa no contempla la creación de un Estado Palestino, ni la solución de dos Estados, al considerarlo como un conjunto anticuado y fallido: “Por el merece la pena volver a pasar”, indicó.
Tales alegaciones fueron rechazadas de inmediato por el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), quien aseveró que esas son condiciones inadmisibles para las negociaciones con Israel, estancadas desde hace 20 años.
En cambio reiteró su apoyo a los acuerdos que sustentan la propuesta de dos Estados en base a las fronteras del territorio árabe capturado por Israel en la guerra de 1967, con intercambios de tierras acordados de manera mutua; disposiciones de seguridad suficientes; una solución justa para los refugiados palestinos; y negociaciones para resolver el destino de Jerusalén, cuya parte oriental ocupada es reclamada por los palestinos como su capital.
Esos presupuestos son considerados letra muerta por el furibundo binomio Donald Trump- Benjamín Netanyahu, y de paso han convertido al Acuerdo del Siglo para la solución de la grave crisis palestino-israelí en una salida inviable, satánica y sumamente peligrosa para la paz, la estabilidad y la seguridad de la región.