Por Dr. José Luis Perelló Cabrera (Doctor en Ciencias Económicas)
La inversión extranjera directa (IED) es uno de los factores de mayor importancia para Cuba en relación con el desarrollo del turismo. Sin embargo, no se debe pasar por alto las restricciones del Gobierno estadounidense mantenidas durante los últimos 60 años.
Ello es un impedimento real y significativo en los flujos financieros y de inversión extranjera hacia un país que, pese a tan perverso escenario, continúa realizando fuertes apuestas a esta alternativa de desarrollo, desde su apertura a partir del año 1988.
En la última Cartera de Oportunidades presentada en la Feria Internacional de La Habana (Fihav 2018) aparecen 187 nuevos proyectos con participación extranjera en esta esfera, representativa del 36 % del total de la oferta al capital foráneo.
Lo proyectado incluye hoteles de alto estándar en ciudades, pequeños hostales boutique, balnearios y spa, parques temáticos, centros recreativos, culturales y deportivos, campos de golf con inmobiliarias y marinas náuticas, todo lo cual debe estar acompañado por un ambiente en que se perciba la autenticidad de nuestra cultura e historia, y no el espectáculo falso, que ya no es sustentable.
Debe tenerse en cuenta que la posibilidad del turismo de apropiarse de los beneficios de la inversión extranjera depende de factores internos como la competitividad de la industria local y su capacidad para proveer a las empresas extranjeras.
El desafío de captar las inversiones extranjeras, sin mediar las condiciones necesarias, conlleva la posibilidad de que la empresa foránea sea un enclave dentro del país, y que solo una fracción de sus beneficios se transfiera a la economía local.
El turismo por sí solo no hace progresar ningún país, como tampoco la nación será exitosa alejándose de la esfera de la producción. De ahí que deba entenderse la industria del ocio como motor impulsor de los demás sectores productivos, que garanticen la menor cantidad de importaciones y que acompañen de manera real y eficaz el desarrollo turístico.
Esto se traduce en la urgencia de captar inversiones para el sector industrial, manufacturero y de altas tecnologías, con la introducción de plantas de producción en zonas especiales de desarrollo; parques tecnológicos y call center de altas tecnologías.
La inversión en la infraestructura resulta indispensable, pero los plazos de recuperación son dilatados e indirectos. Pueden hacerse grandes hoteles, magníficos puertos, aeropuertos y carreteras, pero el real aporte al avance del país se materializa en la medida en que los elaboradores de alimentos, bienes y servicios incrementen rápidamente sus acciones y producciones, facilitando entonces el aprovechamiento eficiente de las infraestructuras.
En este empeño no podrá perderse de vista que el turismo y los turistas son otros, que ha variado el concepto de las vacaciones, la forma de disfrutarlas es diferente. La explosiva aceleración de las altas tecnologías marcan los derroteros a seguir.
Para el sector turístico cubano, el 2019 representará un crecimiento inclusivo que garantice la sustentabilidad mediante la innovación constante, apoyado en el crecimiento de los demás sectores productivos, como respuesta a los cambios del mercado y que dinamice realmente la economía, manteniendo un equilibrio con lo ambiental y lo social, porque hoy es el mañana, acerca del cual te preocupabas ayer.