“El cambio climático se mueve más deprisa que nosotros”, declaró esta semana el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, previo a la celebración de la Cumbre Mundial de Acción Climática que por estos días (del 12 al 14 de septiembre) tiene lugar en la ciudad estadounidense de San Francisco.
La urgencia es tal que “si no cambiamos el rumbo para 2020, corremos el riesgo de perder la oportunidad de evitar que el cambio climático sea incontrolable, con consecuencias desastrosas para los seres humanos y todos los ecosistemas que nos sostienen”, explicó el titular de la ONU en la sede de la organización en Nueva York ante un grupo de líderes empresariales, diplomáticos, periodistas y jóvenes.
En su discurso, el Secretario General abundó sobre algunas de las pruebas científicas que demuestran que el cambio climático está en marcha, como el alza continuada del calentamiento global, el incremento de las olas de calor extremas, los incendios forestales, las tormentas y las inundaciones; el derretimiento del hielo marino en diversos lugares del planeta y la acidificación de los océanos, entre otras.
Mencionó también al daño que tales fenómenos ocasionan a la vida en la Tierra y la amenaza que representan para el bienestar y seguridad alimentaria de miles de millones de personas.
Lo más perturbador, a juicio de Guterres, es que lo sabíamos: Los científicos nos lo han estado advirtiendo durante décadas. Una y otra vez. Pero demasiados líderes han rechazado escucharlos y ahora vemos los resultados, en algunos casos acercándonos a las peores previsiones científicas.
Guterres recordó que cuando los líderes mundiales firmaron el Acuerdo de París sobre el cambio climático hace tres años, se comprometieron a detener un ascenso de las temperaturas superior a los 2 grados Celsius y a trabajar para mantener el aumento lo más cerca posible de los 1,5 grados. Pero según un estudio de la ONU, los compromisos asumidos hasta ahora por los firmantes del Acuerdo representan solo un tercio de lo que se necesita.
No obstante —afirmó el secretario general de la ONU—, aún es posible poner freno a las emisiones de carbono, el principal de los gases de efecto invernadero causantes del trastorno medioambiental planetario. En este sentido señaló la necesidad de reemplazar los combustibles fósiles, emisores de carbono, por energía limpia hidroeléctrica, solar y eólica, no contaminantes de la atmósfera; y significó que, adicionalmente, este replanteamiento sobre nuestras necesidades energéticas representaría, sólo en términos económicos, ganancias por 26 mil billones de dólares de aquí al 2030.
Se refirió también al deber moral que corresponde especialmente a los países ricos en relación con la problemática medioambiental, y en este sentido afirmó: “Las naciones más ricas del mundo son las más responsables de la crisis climática, pero los efectos los sienten en primer lugar y en su peor forma las naciones más pobres y las personas más vulnerables”.
“Lo que falta, aún después de París, es el liderazgo, un sentido de urgencia y un verdadero compromiso con una respuesta multilateral decisiva”, aseguró el Secretario General de Naciones Unidas.
Ante la gravedad de la situación, António Guterres convocó desde finales del año anterior a una Cumbre sobre el clima en septiembre del 2019, a fin de situar la problemática en lo más alto de la agenda internacional y “movilizar energía política y económica al más alto nivel”, según afirmó entonces. En este contexto, nombró al diplomático mexicano Luis Alfonso de Alba como enviado especial para los preparativos del citado evento.
(Con información de sfchronicle.com y Noticias ONU)