Los Juegos Panamericanos de Indianápolis 1987 tuvieron para Cuba un matiz especial por muchas razones. Por una parte, era la décima cita que reunía a los mejores atletas de América y mantuvimos el segundo lugar en predios muy hostiles. Y por otra, resultó el preludio de la magnífica actuación que conseguiríamos cuatro años después en La Habana, cuando por única vez en estas justas Cuba fue primera en la tabla de medallas.
El pesista Pablo Lara aportó a la cosecha de preseas que se alcanzó en la nación norteña, pero también dio una lección política con su victoria. Fidel se reunió con el equipo cubano de halterofilia antes que partiera y les dijo que tenían que ganar sí o sí. “Si pierden vengan en bote remando”, fueron las palabras del Comandante en Jefe, recuerda el forzudo villaclareño.
¿Por qué tanta connotación con el evento de barras y discos? Roberto Urrutia había nacido en la Mayor de las Antillas, pero ahora representaba a los locales y con posibilidades de discutir el título. Lara parecía no tener rivales y aunque estaba seguro de su triunfo se sentía presionado por la importancia que había adquirido la lid.
Al final no hubo sorpresas y el podio quedó integrado por el joven antillano de 19 años (levantó 325 kilogramos de biatlón), su coterráneo Francisco Alleguez (320 kg) y Urrutia (315 kg), por ese orden. “Ese mismo día Fidel llamó a la villa y nos felicitó a los dos, su voz vibraba de alegría. Nunca olvidaré esa cercanía con nosotros”.
Lauros desde siempre
Natural del barrio Los Sirios, en Villa Clara, los deportes siempre llamaron su atención y antes de levantar en la palanqueta, conectó varios jonrones y proyectó a luchadores sobre la lona.
Mas él estaba destinado al arranque y el envión. El entrenador Juan Peña lo captó y así pudo salir del ambiente difícil donde vivía. Los resultados no tardaron en llegar y bajo su tutela consiguió premios en Juegos Nacionales. “Con 18 años matriculo en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (Espa) y en menos de seis meses me suben al equipo nacional”.
Tras sus tres medallas con récord panamericano en La Habana 1991, conquista plata por mayor peso corporal en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, con 357,5 kg (155 kg y 202,5 kg), al igual que Fedor Kassapa, de la Comunidad de Estados Independientes. “Clasifiqué fácil, pero se me escapó la dorada porque mi entrenador no me dejó poner más peso en la palanqueta”.
A partir de1993 la Federación Internacional de Halterofilia introdujo cambios en los límites mínimo y máximo de las 10 divisiones y, por consiguiente, comenzó una nueva etapa en la historia de este deporte. Lara pasó entonces a la división de los 76 kg, lo cual no fue un impedimento pues ese mismo año implantó dos marcas mundiales en envión (203 kg y 205 kg) y ganó con facilidad tres oros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Puerto Rico. “Ese evento fue uno de los récord más grandes de mi vida, ya que mi hermano nos traicionó y yo viré solo para Cuba”.
En los Juegos Panamericanos en Mar del Plata 1995 se batió exclusivamente una marca mundial entre todas las disciplinas del programa y tal honor correspondió al villaclareño, quien alzó 207 kg en envión. “Entrené y me esforcé mucho para esa competencia. Tuve la suerte de contar con el excelente entrenador Rolando Leyva, que me llevaba para el gimnasio hasta los 31 de diciembre. Además, gané 18 copas de Europa y tres preseas mundiales, e implanté más de seis plusmarcas del orbe. Sin embargo, no salí el atleta más destacado de Cuba, la distinción recayó en Iván Pedroso”.
Un año después, la gloria olímpica lo exaltó de forma definitiva al pedestal del pesista más relevante en la historia de la halterofilia de nuestro país. Atlanta 1996 le dio el primer oro individual a Villa Clara a este nivel.
Luego de concluir segundo en el arranque (162, 5 kg), con fallo sobre los 167, 5 kg en un intento por rebasar al armenio Khachatur Kiapanaksian, puntero de la prueba (165 kg), levantó 205 kg en el envión, cantidad inalcanzable para sus rivales y suficiente para convertirse en el único forzudo antillano en poseer dos títulos en los juegos múltiples más importantes del planeta e incluirse entre los 10 pesistas más sobresalientes del orbe esa temporada.
“A pesar de ese resultado, de mis cinco récords mundiales y títulos en copas de Europa, tampoco resulté elegido el atleta más destacado de Cuba ese año, el galardón fue para Félix Savón”.
De atleta a entrenador
“Me obligaron a retirarme antes de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000. Estaba levantando 165 y 210 kg, con los que aseguraba podio”. Después de dejar el deporte activo estuvo varios años recluido por tenencia de armas de fuego.
Tras salir de prisión y trabajar un período como estibador, comenzó un proyecto con niños y jóvenes en el gimnasio Cardona, ubicado en el Mónaco, La Habana. “Lo he hecho sin el apoyo de nadie. Lo reparé, pinté y compré una nevera de agua fría. En solo 18 meses he promovido a más de 10 atletas a la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (Eide).
“Ahora tengo 22 alumnos desde ocho hasta 19 años y he obtenido triunfos en varias categorías con muchachos que compiten en los escolares y juveniles”.
Lara los capta en las escuelas o en cualquier lugar donde ve niños con condiciones y talento. Siempre ha tenido la ayuda de los padres, sobre todo con la compra de la indumentaria. De lunes a sábado entrenan como una gran familia. Rolando Leyva se sumará al proyecto próximamente. “Gracias a la gestión del Presidente del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación, Antonio Becali, me autorizaron a ejercitar a los estudiantes junto al equipo nacional una vez por semana”.
No quiso dejar de referirse al estado actual de las pesas en Cuba. “Ha caído en un hueco y por suerte tenemos a Yoelmis Hernández y a Marina Rodríguez. Nosotros llegábamos a los panamericanos y los rivales se repartían el segundo y tercer lugares, ahora nuestro país se disputa el cuarto y quinto. Antes teníamos cinco entrenadores, pocos, pero excelentes. Ahora hay 12 y los resultados no se ven.
“Sin embargo, Cuba posee una buena cantera, pero es necesario seguir trabajando. Las figuras femeninas en el equipo nacional tienen condiciones de crecer a corto plazo”.
Lara resultó seleccionado entre los 100 mejores deportistas cubanos del siglo XX y es nuestro pesista más laureado en eventos internacionales. Su amor por las barras y discos es palpable al escucharlo hablar. Por ello, su trabajo diario en el gimnasio, fruto de la experiencia, regalará éxitos al más alto nivel muy pronto a la halterofilia cubana. Cuando uno de sus alumnos cante el himno nacional con la presea dorada al cuello, recordará la ayuda de uno de los héroes de Indianápolis.
Acerca del autor
Estudiante de Periodismo.