Desde septiembre del pasado año la vida emocional y material de Edenia Luis Estrada sufrió un cambio espectacular: “Imagínese cuánto nos favorece a las madres trabajadoras disponer, aquí mismo, en la escuela, de una casita infantil que acogiera a nuestros hijos y les dispensa cuidados y enseñanzas”.
Edenia es profesora de Psicología en la escuela pedagógica Rita Longa, en la ciudad de Las Tunas. Ella ilustra su viacrucis: “Durante el curso académico 2015-2016 tuve que dejar a Dairelis, mi niña de cuatro años de edad, en casa particular todos los días laborables. Tenía que pagar 150 pesos mensualmente, llevarle su cuota de la canasta básica, un jabón y diariamente el plato fuerte. Era estresante.
“Ahora todo es diferente. Pago solo 20 pesos al mes, le traigo a la niña las dos meriendas del día y el almuerzo elaborado por mí misma, y una pantrista vela por la conservación de los alimentos”.
Otras voces agradecidas
Sentimientos similares expresan directivos, profesores, alumnos y, sobre todo, las 20 madres trabajadoras de este centro que encontraron respuesta a sus demandas de acceder a una matrícula en los deprimidos círculos infantiles del territorio.
Y entre las agradecidas está también Aylet Armiñán Conde, trabajadora no estatal que brinda servicios de cafetería en áreas de la escuela y está afiliada a una de las secciones sindicales: “Nunca me imaginé que mi niño de cuatro años tuviera esta posibilidad, la de estar en un área con estas condiciones y cuidado, que le da, incluso el derecho de ir a un seminternado. Esta es una idea magnífica”, dice y sugiere su generalización en la provincia y el país.
A la profesora de Educación Teatral, a los estudiantes de inglés, Mailín Fernández Pacheco, la iniciativa le resulta convincente: “Yo considero esta una oportunidad muy buena, es una gran opción”, comenta.
A Reyna Clara Machado, una experta cocinera con más de 25 años en el ejercicio de esta profesión, la casita infantil le vino “como anillo al dedo”: “Ya me iba de jubilación cuando me solicitaron mi permanencia de pantrista y, claro acepté, es un actividad menos agotadora y me gusta trabajar con niños. Así, resolví, además, un problema económico”, se alegra.
El sueño de Ángel, el director
“Al entonces director de la emblemática institución educacional tunera, Ángel Caballero, el colectivo agradece la idea y su materialización”, expresa Deysi Nery Zayas Rodríguez, secretaria general del buró sindical de la escuela.
Deysi Nery recuerda que eran 20 las madres que estaban solicitando capacidades en los círculos infantiles, “era un tema recurrente en las asambleas de trabajadores, pero era una cifra que escapaba a las gestiones del centro e, incluso, a la voluntad de cooperación de la dirección de Educación en el municipio.
“Surgió el proyecto y todo el mundo colaboró en la materialización de los cambios que exigía el local para adecuarlo a las nuevas encomiendas, y los trabajadores asumieron la remodelación constructiva, que incluyó los baños sanitarios, la carpintería y otras acciones”, rememora.
Y el comportamiento y la actuación de los niños matriculados son tangibles las muestras de alegría y satisfacción, porque están acogidos a un programa que respeta los horarios de actividades, y realizan juegos de roles y de mesas, entre otras actividades educativas que los preparan con las mismas herramientas y medios de enseñanzas que utilizan los círculos infantiles tradicionales, todos bajo las pupilas insomnes de las hermanas Eliannis y Elianet Oduardo González, auxiliar y educadora pedagógicas, respectivamente.