Modesto Pérez Correa, director de la Empresa Complejo Lácteo de La Habana, prefiere la cautela ante mi pregunta de cuándo reinician la producción de yogur de soya. “Estoy seguro —comentó— que eso será en mayo próximo, pero no podría definir el día, pues la experiencia indica que cualquier detalle podría atrasarnos y dar al traste con el compromiso contraído”. Del lobo un pelo, me digo.
En el año 2008 la producción de yogur de soya en el país ascendió a 189 mil toneladas y en los años subsiguientes no se pudo superar esa cifra, sino todo lo contrario, debido —entre otras causas— a graves problemas energéticos, insuficiente capacitación técnica, violaciones de procedimientos de trabajo, de planes de prevención e inestabilidad de la materia prima. Asimismo dificultades con los equipos para el mantenimiento del producto, incumplimientos de los planes de inversión y poca liquidez financiera.
La situación llegó a tal punto que todas las líneas de producción de yogur de soya en el territorio nacional laboraban por debajo del 50 % de su capacidad. En tal punto, solo la encomiable labor de los innovadores y racionalizadores de esta empresa pudo mantener con vida otras producciones del Complejo. “Si no es por ellos, de seguro hubiéramos tenido que parar toda la fábrica”, afirma Ciro Griñán, al frente de las inversiones y el mantenimiento.
¿Y en el Complejo qué?
A fines del 2015 —cuando solo lograban la mitad de un plan de 32 mil toneladas anuales— directivos del Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria y la Pesca aseguraron que hasta septiembre u octubre del 2016 no lograrían la estabilización productiva de esta fábrica, la mayor del país, pero transcurre el cuarto mes del 2017 y aún no sale de allí el preciado alimento.
Entre las razones que impidieron cumplir tal perspectiva están que las dos calderas, imprescindibles para garantizar el vapor necesario al bloque energético y previstas inicialmente para junio del 2016, solo entraron al país en el último trimestre de ese año.
Pero el problema no eran solo las calderas, pues la entidad sufría además los rigores en una planta de yogur y un sistema de refrigeración altamente deteriorados, numerosas dificultades en sus salas de control y de bombeo, en la planta de tratamiento, y falta de compresores, entre otros obstáculos.
Por ello el Complejo Lácteo tocó fondo, y los niños capitalinos reciben desde octubre pasado la llamada mezcla para batido —con menor aceptación y más caro de producir, aunque con iguales índices nutritivos—, mientras que para la merienda escolar en la provincia se deben ejecutar diversas estrategias con otras fábricas, incluso de otros territorios.
¿Qué hacen para revertir la situación?
“El montaje de las dos calderas, de procedencia española y con tecnología de punta, ya concluyó —cada una con un costo de entre 600 mil y 700 mil dólares—. Realizamos las pruebas en seco y todo parece bien, pero tenemos un punto crítico y es que el proveedor extranjero exige su puesta en marcha con una nueva planta de tratamiento de agua, que deberemos tener a punto a finales del actual mes de abril”, refirió el director.
Una sola caldera, y con 43 años de explotación, funciona hoy en el Complejo, de ahí que con el montaje de las dos nuevas —una tercera deberá entrar antes que finalice este año para servir como reserva—, se resuelven no solo los problemas energéticos para el yogur, sino también se garantiza el vapor necesario para el resto de las plantas, como las del helado Nestlé y de queso.
Entre todos los trabajos que se acometen actualmente están, además, la construcción de la llamada sala de control, la demolición de los pisos de la nevera de conservación y de la planta de yogur; también un sinnúmero de otras acciones constructivas en este último lugar, todas imprescindibles, pero que mucho complican la definición exacta de la fecha de terminación de todo el trabajo.
Al respecto, Dasha Sayús, especialista en resinas epóxicas, y al frente del trabajo en los pisos de la planta de yogur, solo asegura que aún en mayo estarán laborando, sin definir con exactitud el día en que concluirán. “Fíjese que aquí trabajamos desde el drenaje hasta los techos, algo sin precedentes”, indicó a su vez Elías Moreira, director de la UEB donde radica la planta.
“Ese es otro punto crítico”, interviene Pérez Correa, el director. “Una vez que terminemos esos pisos podremos montar los equipos para el envasado del yogur, que ya están aquí en el Complejo. Además, también trabajamos fuerte en los pisos de la sala de nevera”, indicó.
En resumen, además de todo lo concerniente al bloque energético y propiamente al yogur de soya, se acomete la contratación de una planta de helado que permitiría rescatar los 20 mil galones que tiene la entidad como capacidad de diseño. “Eso lo alcanzaremos para fines de este año”, aseguró Griñán.
También, como parte de las inversiones capitales que se ejecutan en esta importante entidad —son más de 14 millones de pesos este año—, está la reposición de más del 70 % del parque de transporte de distribución. “Ya esos equipos están aquí, aunque la mayor parte de los que entraron son isotérmicos y solo tres refrigerados, que son los idóneos”, destaca Pérez Correa.
¿Cómo será el futuro inmediato en el Complejo Lácteo?
Al comenzar el programa de yogur de soya en Cuba hace ya algunos años se preveía fabricar en el centro unas 120 mil bolsas diarias de ese alimento, una cifra que jamás se logró.
“Una vez que reiniciemos la producción en mayo próximo el nivel de fabricación será de alrededor de 40 mil bolsas cada día y a medida que avance la puesta en marcha irá aumentando la producción. La gran meta de nuestros mil 400 trabajadores son las 120 mil bolsas”, resaltó Pérez Correa.
En esas condiciones la planta Algibe cubrirá toda la demanda de la provincia de Mayabeque y el Complejo podría hacerse cargo de la demanda total de La Habana, un alto compromiso, que incluye el yogur que venderá en forma liberada.
La visión integral ganada a medida que avanzaba nuestro amplio recorrido por las distintas áreas del Complejo Lácteo traía a nosotros la idea de que no será tarea fácil —tampoco imposible— reiniciar la fabricación en mayo entrante.
En los días que restan se tendrán que poner a prueba una vez más el orgullo y la eficiencia, la inteligencia y la osadía de este colectivo de trabajadores. Pero allí hay convicción de que las primeras bolsas de yogur de soya comenzarán nuevamente a llegar a los niños capitalinos en la fecha prevista.
Para el 28 de abril predesfile por el Primero de Mayo
Mercedes Hernández es la secretaria general del buró sindical en la Empresa Complejo Lácteo. “Desde hace ya varios días organizamos un nuevo predesfile por el Primero de Mayo. Ello ocupa todo nuestro tiempo y tenemos que poner a punto un sinnúmero de detalles”, expresó.
“Será nuestro predesfile número 23. Es algo que aquí ya es una tradición. Cada una de nuestras UEB prepara su gente para un vistoso desfile interno, lleno de iniciativas.
“Conformamos una comisión que otorga una puntuación, que a su vez se completa con otro puntaje que damos precisamente por la participación en el desfile en la Plaza de la Revolución.
“Siempre terminamos con una actividad político cultural y una gran feria a la que convocamos a diversas entidades de otros sectores. En eso, y en la reparación capital de la fábrica está empeñado ahora la organización sindical”, enfatizó la secretaria general en el Complejo Lácteo.