Por: Elaine Caballero
Cuando se habla del arte lírico en Cuba surge indudablemente el nombre de Mariana de Gónitch. En ella se resume el más tierno lirismo dedicado a formar intérpretes de primera, pues como diría el maestro Harold Gramates “su eficaz y venerable vida aquilatada por el bien, la hace acreedora del cariño y respeto de todos los artistas (…)”.
“Un alma compartida entre Cuba y Rusia”. Con esta frase el embajador de Rusia en nuestro país, Mikhail Kamynin definió a Mariana de Gónitch.
La Revista Rusia, con motivo de celebrar el aniversario 117 de su natalicio, dedicó una edición especial a su vida y obra.
Un texto de su fiel discípulo Hugo Oslé da inicio a la publicación, junto a varias imágenes donde aparecen pasajes de su vida. Posteriormente se muestran testimonios de personalidades del ámbito nacional como Nicolás Guillén, Carlos Rafael Rodríguez, Martha Cardona, Alina Sánchez, Eusebio Leal Spengler, entre otras destacadas figuras.
Asimismo, aparecen declaraciones de la prensa extranjera sobre el virtuosismo de Mariana en sus diferentes presentaciones. El diario ABC, de España respecto a su actuación en Floria Tosca declaró: “Los admirables dotes de temperamento y sensibilidad artística que posee la soprano, se mostraron de nuevo (…) principalmente en el aria Vissi d´ Arte que cantó brillantemente siendo merecedora de los entusiastas aplausos que le otorgó el público”.
Le sigue una representación de sus alumnos destacados que suman más de 50 artistas. Cantantes de la talla de Esther Valdés, Fernando Álvarez, Xiomara Alfaro, Maggie Carlés, Isaac Delgado, Alden Knight, Hugo Oslé, Juan Piñera, Luis Tellez, entre otros formó La diva de San Petersburgo, como es conocida.
Los inicios de la Academia de Canto que lleva su nombre es otros de los textos de necesaria lectura para conocer la impronta del arte lírico en el país. Los conciertos Fidel es Cuba, efectuados en varios sitios constituyó una de las exitosas presentaciones de la escuela.
Otras declaraciones, publicadas en los medios de prensa nacional, dan fe de que sus enseñanzas siguen presentes en la cultura y la memoria cubana.
Para el final está reservado una imagen de la Gónitch con cierto aire místico, el que desprendían sus impactantes ojos verdes. A tras luz su figura surge como la diva que fue. No es necesario ofrecer grandes tributos ni homenajes, basta mantener de manera impetuosa el arte lírico y la maestra vivirá por siempre.