Cargando...“Ars longa vita brevis”, tal definió Hipócrates hace unos 2 mil 500 años. Con ello reconocía que cualquier obra importante demanda esfuerzo y dedicación; aunque la vida de quien la realice sea corta: “El arte (la ciencia) es duradero pero la vida es breve”.
Bajo ese axioma nació en 1994 el primer conjunto de música antigua de Cuba: Ars Longa. Fue creado por Teresa Paz (directora) y Aland López. Un año después se integró a la Oficina del Historiador de La Habana. Desde entonces a la fecha se han ganado un espacio propio dentro del movimiento de interpretación de la música antigua (históricamente informado) dentro y fuera del país.
Pero su legado no está solo en el repertorio cada vez más amplio (obras musicales de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco); habría que hallarlo también en la formación de nuevos talentos; en la fundación de la Orquesta Barroca de la Escuela Nacional de Música; y en la sistemática labor de gestión y difusión del patrimonio musical de los tiempos idos, incluida la investigación, búsqueda y fabricación de réplicas de instrumentos originales, vestuario y aditamentos característicos de la época.
Por el camino desbrozado por Ars Longa comenzaron a brotar agrupaciones y artistas apasionadas por este tipo de música, los cantos y los instrumentos musicales antiguos. Entre ellos Exulten, de Bayamo, y Ars Nova, den Santa Clara; conjuntos que han sido invitados ocasionales al convite mayor de la especialidad en Cuba: los Festivales de Música Antigua Esteban Salas.
Bautizar al evento con el nombre de Esteban Salas (La Habana,1725 – Santiago de Cuba,1803) fue un buen comienzo pues él sobresale entre los primeros compositores cubanos. Sus obras, mayormente gestadas desde el rol de Maestro de Capilla de la Catedral de Santiago de Cuba, pertenecen al frondoso árbol del llamado Barroco Americano. Villancicos, cantadas y pastorelas de su autoría integran el repertorio de Ars Longa, y han sido sujetos de las más profundas investigaciones musicológicas de esa época realizadas en la isla.
El festival también ha contado siempre con prestigiosa participación extranjera, y ha acogido estrenos numerosos, así como talleres recibidos e impartidos por músicos de Ars Longa y de agrupaciones de diferentes partes del mundo.
La edición más reciente, la décimo segunda, detuvo su mirada en la danza como manifestación gestual y sonora, y en el acompañamiento que esta ha brindado a la música en todos los tiempos. Es fácil comprender entonces por qué la inauguración (4 de febrero en la Iglesia de Paula) tuvo como epicentro el espectáculo Carnaval.
“Recrea el espíritu más autóctono de las festividades en el contexto virreinal americano y referencia expresiones festivas, danzarias y musicales, enraizadas en las culturas indígena, africana y europea que pasaron a sustentar la carnavalesca iberoamericana”, explicó a la prensa la directora Teresa Paz.
Carnaval reúne villancicos de remedo, música del códice Baltasar Martínez Compañón, danzas coloniales de América, toques y cantos afrocubanos, congas y comparsas santiagueras.
Como en Viena, Austria, donde en enero pasado tuvo lugar el estreno mundial de la pieza, la puesta tuvo una excelente acogida. El público se sumó al cierre y terminó arrollando tras los músicos y danzarines hasta el pórtico de la Antigua Iglesia de San Francisco de Paula.
Estos repiques descorrieron las cortinas además, del resto de las sedes (la Parroquia Santo Ángel Custodio, el Oratorio San Felipe Neri y el Teatro Martí) para ocho días de inolvidables propuestas, entre ellas los espectáculos Música para los pies, del Tembembe Ensamble Continuo, de México; y Los placeres de la danza barroca, de la Compañía de Danza Barroca de Nueva York.
A estas alturas, el Festival de Música Antigua Esteban Salas se ha convertido en un espacio habitual, en una tradición de la añeja Habana. Ante la oportunidad que cada año nos brinda, no queda más que agradecer: ¡Laude Ars Longa!
