A Bayamo en coche

A Bayamo en coche

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Ariel se siente orgulloso de ser útil a la sociedad con el ejercicio de una labor que es, además, tradición en su ciudad natal. Foto: Lianet Suárez
Ariel se siente orgulloso de ser útil a la sociedad con el ejercicio de una labor que es, además, tradición en su ciudad natal. Foto: Lianet Suárez

“Me llamo Ariel y soy cochero en esta ciudad, en la cual nací” dice con evidente orgullo quien, en plena faena, se detiene a presentarse. Y con esa frase le es suficiente.

Desde pequeño siempre anduve en los coches – alega- pues mi papá también se dedicaba a esta actividad. Tengo 50 años y no estudié ninguna profesión,  mi mundo era los caballos y el trabajo en el campo. Cuando tuve la mayoría de edad compré un coche y desde entonces me he dedicado a este trabajo, que es, por cierto, muy noble y útil.

Ante la pregunta de cómo recuerda décadas atrás esa labor en Bayamo, comentó:

“Esta siempre ha sido la Ciudad de los Coches. Las personas no solo lo utilizaban como medio de transporte local sino también para pasear, conocer lugares, en fin, recrearse un poco. La canción de Adalberto Álvarez A Bayamo en coche ayudó mucho en dar a conocer la tradición, dice sonriente.

“Por otro lado recuerdo que aquel momento eran muy bonitos, sus dueños se esforzaban por mantenerlos limpios y en buen estado. Eso debemos rescatarlo, y como son tantos los que transitan por las calles pues se contribuye a adornar el entorno. Aquí existe un taller donde se confeccionan y reparan, esa facilidad la tenemos, pero no todos se preocupan por lucir mejor y solo les interesan los ingresos que pueden obtener.”

Sin embargo no es solo este tema el que le preocupa a Ariel.

“Algunos de mis compañeros descuidan de igual manera a los caballos, e incluso llegan a maltratarlos en no pocas ocasiones. Para mí es motivo de disgusto cuando veo una escena de esas. De forma particular tengo dos a los cuales cuido como si fueran un miembro más de la familia. Debemos percatarnos que son animales muy sensibles, aunque se vean fuertes y, por si fuera poco, nos dan el sustento.

“Pienso también que al menos por el centro de la ciudad solo deberían circular los coches coloniales como parte de ser fieles a la tradición. Hoy existe un modelo diferente, que es el que por lo general abunda en otras ciudades del país, pero en Bayamo, desluce, por lo que se pudieran tomar alternativas con ellos.”

En cuanto a la integración este trabajador no estatal asegura que está integrado a las organizaciones de masas correspondientes, al sindicato del transporte y es miembro, además, de la Asociación de Cocheros de Bayamo, una estructura que aglutina a quienes, como Ariel, ejercen este oficio.

Muchos jóvenes se han incorporado a la actividad de cochero. Foto: Lianet Suárez

Yo pago las contribuciones y realizo todos los aportes que me soliciten –declara-, lo de la afiliación fue en su momento algo novedoso y que creó cierta incertidumbre, sobre todo para quienes nunca trabajamos en el sector estatal, pero enseguida nos dimos cuenta de su importancia. Hoy nos atienden, nos ayudan a comprender mejor las regulaciones y se reconoce el papel que desempeñamos en la sociedad.  Es otra manera de sentirnos dignos y comprometidos.

“Lo de ser cochero es un orgullo- recalca- y la verdad es que al cabo de tantos años no me imagino ejerciendo otra labor.”

En algún momento de la conversación este sencillo hombre dijo que sus apellidos son Ramírez Batista, pero que carecían de importancia para amigos y conocidos, “con Ariel el cochero, ya es suficiente.”

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