Alrededor de noventa y nueve curvas, más o menos, le esperan a quien transita los 35 kilómetros desde la ciudad de Holguín hasta Gibara, cabecera del municipio del mismo nombre. La Villa Blanca de los cangrejos, situada en la costa norte, muestra al visitante paisajes de gran valor histórico, cultural y patrimonial, asimismo es una rica fuente de tradiciones y curiosidades.
La villa fue fundada el 16 de enero de 1817 al colocarse la primera piedra del Fuerte de San Fernando, nombre recibido en honor al Rey y actualmente conocido por los visitantes como Batería de Fernando VII. El recinto le dio origen al poblado, y brindó la seguridad reclamada por sus pobladores ante los frecuentes ataques de corsarios y piratas.
Su nombre, según afirman muchos, procede de las voces indígenas Jiba-Jibara, denominativo de un arbusto silvestre que abunda en las orillas de los ríos, lagunas, tierras anegadas, los terrenos pedregosos y rocas marinas.
La arquitectura, generalmente colonial, fue concebida según las leyes de las Indias, debido a que este fue uno de los primeros lugares a los que arribó Cristóbal Colón, justo después de su desembarco por la bahía de Bariay, a poca distancia de la zona.
El mar siempre es un protagonista en Gibara. Pequeñas embarcaciones de frente al Atlántico inundan las costas de la ciudad. El irresistible olor a pescado, sus pobladores, la hospitalidad, la calles anchas y rectas, el antológico hotel Ordóñez, el mirador para observar la majestuosidad desde la cima, los restos de muralla que sobrevivieron al paso del tiempo y el Festival de Cine Pobre, constituyen símbolos perennes de la localidad.
Así es como en el mes de abril cada dos años llega a tropel este encuentro. Idea concebida por el cineasta Humberto Solás durante la filmación de la icónica película Miel para Oshún, con el objetivo de propiciar un espacio para visibilizar a los jóvenes que quieran hacer cine de autor.
Esta 12 edición se desarrollará del 20 al 24 de este mes y promete ser un encuentro mágico donde concurran todas las artes. La calle Independencia será nuevamente tomada por gran cantidad de espectadores en el desfile inaugural, que concluirá con el concierto de Pancho Céspedes en la Plaza Da Silva y los esperados fuegos artificiales, para evocar al séptimo arte.
Un vínculo ineludible entre Gibara y el cine crece cada abril. Los predios de la localidad cobran vida y se convierten en el set de filmación de los nuevos realizadores, que llegan solo con una cámara, su talento y su entusiasmo. Tal como lo soñara el visionario Humberto Solás.
Claudia Zurita, me gustó tu publicación, muy ilustrativa para los que no hemos visitado Gibara, estas a punto de graduarte, te felicito y no solo a ti, tambien a tu progenitora, que es mi amiga y comp de trabajo, no hagas caso al comentario de pjmilián, a mi modo de ver es un comentario mal intencionado.
felicidades
Pablo
Al titulo le falto la palabra pobreza
Muy instructivo en términos históricos y geólogos. Pésimo en términos periodísticos. Mucha verborrea que aburre al lector. Pasable antes del advenimiento de la fotografía por el científico francés Daguerre en el siglo XIX, cuando la tecnología no permitía otra cosa. En nuestros días absolutamente inaceptable.