“Agradezco este nuevo honor que me hace Holguín, lo conservaré como la joya que es este trofeo”, afirmó Roberto Fernández Retamar en el acto de entrega de El Angelote, con el cual se distingue a personalidades de la cultura.
Con esas palabras, el presidente de la Casa de las Américas y destacado intelectual y escritor cubano, estaba, quizá sin pretenderlo, evaluando la obra del creador de estos galardones, el artista holguinero Eduardo Jesús Alfonso Sablón.
La lista de los que han quedado impresionados y agradecidos con este reconocimiento es larga y extensa, y entre ellos se encuentran nombres de la talla de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Andy Montañez, Walter Martínez, Adalberto Álvarez, Frank Fernández y Juan Formell.
El arte de este artífice, que trabaja para el Fondo Cubano de Bienes Culturales, ha estado presente en más de 40 eventos, ferias y exposiciones, así como en galerías y colecciones privadas o institucionales, tanto dentro como fuera del país.
Este creador autodidacta nació hace 60 años en el Guagüi, intrincado paraje de las montañas de Sagua de Tánamo, donde adquirió de forma espontánea los rudimentos del tallado, labrando instrumentos de trabajo.
“Como la inmensa mayoría de los niños campesinos, rememora, tenía que ayudar a mi padre, un pequeño agricultor cafetalero, y hacía yugos para bueyes, cabos para las hachas y hasta algunas figuras con pedazos de madera que me encontraba en el monte.
“Tuve una educación tardía y no conocí la ciudad hasta el año 1971, en que gracias a la Revolución me mandaron a pasar la escuela de modelado mecánico en Bayamo, donde al principio tuve dificultades docentes, pero como me gustaba, terminé siendo el primer expediente.
“Al graduarme me asignaron trabajar en el plan de desarrollo del norte de Oriente, como parte del primer contingente de la juventud que llegó a Moa en 1974. Allí comencé a laborar en la fábrica Pedro Sotto Alba, donde existía un fuerte movimiento emulativo, lo cual me permitió incursionar no solo en el modelado mecánico de piezas, sino también en el de algunos trofeos para entregarlos como estímulos y hasta en el tallado de piezas aborígenes, labor por la que me seleccionaron precandidato a delegado al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de 1978.
“A Holguín llegué en el año 1979, cuando me designaron para trabajar en el montaje del taller de modelaje del Sime y aquí me quedé. Por mi labor con la juventud en la exposición La raíz olímpica fui elegido para ir a la Olimpiada de Moscú 80 y después para una gira por Europa, donde entré en contacto con museos y galerías, lo cual me motivó más.
“Con el objetivo de completar mi preparación matriculé en el curso para trabajadores y me hice ingeniero mecánico en la Universidad de Holguín, eso me permitió profundizar en los conocimientos sobre el modelado y la fundición.
“En 1987 partí a cumplir misión internacionalista en Angola —participé en 17 acciones combativas— y ni siquiera en medio de la guerra abandoné mi labor artística, pues realicé cinco monumentos que están situados en Cuito Cuanavale, Luanda, Lubango, Menongue y Khama.
“Al regresar iniciaba el período especial, quedé disponible en la fábrica 26 de Julio y fue entonces que se produjo el salto a lo profesional, pues un amigo me propuso empezar a trabajar de montador en la Galería de Arte de Holguín.
“No me fue fácil insertarme con una obra nueva, comencé a estudiar la cultura holguinera y sugerí instituir el 10 de abril como Día de la Plástica, porque en igual fecha de 1916 se inauguró El Angelote, escultura que preside el parque San José.
“Después hice el Escudo de la Ciudad con sus representaciones históricas; el Micrófono de la Dignidad para la radio; el Aldabón de la Periquera, réplica situada en el portón del museo provincial; y muchos más para diferentes tipos de eventos y conmemoraciones.
“En estos momentos estoy inmerso en la investigación y restauración de objetos valiosos como fusiles, espadas y lámparas, también en desarrollo del proyecto Arte e Historia y un parque temático con bioconstrucciones y permacultura en la finquita familiar del Valle de Mayabe, donde tengo montado mi taller y trabajan mis hermanos”.